Prólogo

"¿Qué es más fuerte que el corazón humano que se rompe una y otra vez y aún así sobrevive?" 

Toda rosa tiene espinas que delinean sus grietas para que parezcan sonrisas. Alas rotas que a pesar de tantas caídas no cicatrizan suturas tormentas que llevan nombre de personas. 

Una huella imborrable de un recuerdo constante algo más que un instante que como herida silente solo fluye en lo hiriente. 

Siempre cortamos nunca soltamos mares espesos de recuerdos sembrados convertidos pedazos de arte entre ruinas de mosaicos. 

Estamos empeñados en arreglar lo que está roto, y no, eso solo corta etapa en la etapa de tantos y huella en la vida de pocos que han construido y luego han roto. 

La cura no es ganarle a la herida, es aprender a caminar con ese pedazo roto con una sed de absoluto que para en el abismo mirando abajo y se lanza con aleteos sin vueltas para un descosido. 

No hay metáfora solo una verdad absoluta que ilumina todo lo que toca así sea tijera o circunstancia.

 A veces hay que perdernos para volver a encontrarnos, a veces necesitamos sentirnos realmente solos para darnos cuenta de la compañía que somos. 

Aunque hayan herido un corazón roto hay que juntar los pedazos en uno solo, aunque hayan herido y no tengas ganas de amar unas alas rotas no impiden volar. 

Quien no aprende de sus errores por más peores no sabe que esos dolores inundarán sus colores. 

Solo hay algo más vacío que haber vivido sin amor y es haber vivido sin dolor en un mundo sin color donde sólo hay ardor no hay mejor ni peor. 

Arreglarse de raíces dejando atrás los mundos grises de tinieblas infames y tantas tempestades de posibilidades invierte la vista al corazón noble de objetos inertes con sueño de estrellarse sin reemplazarse. 

¿Cuidarás mi alma rota? 

Atte: Un roto y cuerdo humano que se la vive desarmado.