Con este poder es difícil usarlo para salvar el mundo. Pero es perfecto para los adivinos porque aunque lo parezca los verdaderos adivinos no tienen poderes, solo usan trucos.
— ¿ Quiere que le lea su futuro ? — preguntó el adivino
— No, gracias — dijo el señor
— No me digas que no crees en la magia
— Pues no. La magia no existe, solo son trucos
— Se equivoca yo leo el pensamiento.
— No lo creo. Me apuesto lo que quieras a que no puedes adivinar en lo que pienso
— Tengo dos trabajos, este y otro. Pero el otro no me gusta, solo trabajo allí porque necesito el dinero. Así que si pierdes, vas tú a trabajar y a final de mes me das el dinero de ese trabajo
— Acepto, pero si tu pierdes dejas de engañar a la gente con esto
— Trato hecho. Puedes pensar en lo que quieras. Tienes que pensar en tres cosas distintas y yo tengo que acertar las tres para ganar, pero si fallo alguna tú ganas.
Y como era obvio, el adivino ganó. Y el señor cumplió su trato