¿quÉ PasÓ En Navidad?

CAPITULO 9

—Mauro, ¿por qué Carlos está haciendo guardia con ustedes?, se supone que debe estar fuera de vista —ni siquiera saludé a ninguno de los tres.

—Disculpe, señor. Yo le pedí que me dejase ayudar. Entiendo que usted no quiere hacerle daño, pero soy yo quien conoce a quien sí puede —el hombre se acercó a mí defendiendo su posición, alarmándome con lo que decía.

—Explícate.

—Mauricio siempre me pide que notifique si algo ocurre, no he hablado sobre esto. Sus hombres lo saben, pues me han permitido responder sus llamadas y han escuchado todo. Esta mañana me pidió estar atento; su padre viene a la ciudad. Según el señor Martínez, quiere ver con sus propios ojos que su hija no se meta en la casa equivocada. Él y yo sabemos que se refiere a usted, si como dijo, usted es el padre de Gael.

—¿Qué le informaste a Mauricio?

—Sólo le dije que la señorita me avisó que pasará el día en el hotel porque le duele la cabeza. Por esa razón ha llamado tres veces más, quiere estar seguro que está bien.

—Es cierto, señor —habló Mauro—. He retenido su teléfono y hemos escuchado todo lo que hablan.

—¿Por qué no me avisaste antes?

—Sabía que si usted no había salido es que debía estar ocupado. Después los vimos en… disculpe señor, no pudimos evitarlo. Estaban ustedes a la vista —comprendí que nos habíamos expuesto a sus miradas cuando la besé en el balcón de la habitación.

—Carlos, no creo que ese hombre dé con esta ubicación. Sin embargo, le pido, por el bien de ella y el niño, que nos deje saber cualquier cosa que le parezca extraña. Le agradezco su fidelidad con ella y no con su padre.

—Sé de lo que es capaz ese hombre; no se preocupe, estaré atento.

—¿Podría ayudarme para hablar con Mauricio? No lo conozco, pero debo hacerlo hoy mismo.

 

Carlos me dio el número de contacto y de inmediato le marqué. Me retiré de ellos para tener privacidad, sentándome cerca de la pequeña piscina que usaba en verano. El jardín estaba un poco descuidado, pues hacía bastante tiempo que no enviaba a nadie a hacer el trabajo. Quería que el lugar estuviese acorde para tener allí a mi familia, porque lo eran.

—Buen día, ¿quién habla? —la voz del hombre me hizo pensar en alguien mayor a lo que creía. Quizá unos treinta y cinco o un poco más.

—Arturo Ruiz, necesito hablar con Mauricio. ¿Es usted? —hablé con firmeza, tal como lo hacía cuando estaba en medio de alguna negociación; ellos eran la más difícil de lograr y estaban conmigo. Ahora debía ser  lo más fuerte posible para lograr que se quedaran a mi lado.

—Perdón, no le conozco así que… —él me evitaba; por lo tanto, lo interrumpí.

—Sí lo sabe. No me venga con idioteces ahora, es lo último que necesito. Usted sabe que soy el padre de Gael, el hombre que ama a Anais y quien no los perderá de nuevo.

—No me diga que está con ellos porque…

—Porque nada, señor. Necesito conocerle, entender muchas cosas que hacen daño a mi familia.

—Ellos no son su familia —el hombre estaba furioso, pero no me conocía, no sabía que yo podría llegar a ser el peor de los hombres por defender a quien amaba.

—Sabe que sí. Me los han robado, los han mantenido lejos, pero ya no. Escúcheme bien, sé que le debo mucho porque los ha protegido, pero no le permitiré a nadie que los aleje de mí. Pasaré por encima de quien sea. Quiero conocerle, como le dije, porque tengo que saber los detalles, lo que ella evita contarme.

—Veo que se ganó su confianza si está al tanto de lo que dice.

—Tal vez no la haya ganado del todo, pero lo haré. Volverá a ser mi mujer, aunque su padre quiera evitarlo, incluso si usted quiere evitarlo.

—No sé qué le diría sobre mí, pero despreocúpese, yo no podría amarla de la manera que usted lo hace.

—Me gustaría saber por qué. Ella no puede verlo, pero está claro que usted y el maldito de su padre guardan algún tipo de secreto que los ata. Eso es lo que le ha permitido a usted ayudarla. No me diga que me equivoco porque sé que no lo hago.

—Es usted un hombre inteligente. Ahora la entiendo un poco más. ¿Dónde está ella ahora? Carlos me informó que se siente un poco indispuesta. Ahora sé que me mintió.

—Están conmigo. En un lugar seguro; sin embargo, Carlos teme que algo ocurra. Necesito saber qué es.

—Su padre teme que usted la encuentre. En este momento debe estar llegando a la ciudad. Yo me vi obligado a viajar ayer muy temprano y me es imposible estar con ellos. Confío en Carlos, o lo hacía, hasta hace un momento. Dígame qué le hizo para que lograra que él mintiera.

—No le hice nada. Él sabe reconocer quién busca hacerle daño y sabe que no lo haré. Los amo, ¿entiende eso?, ellos son mi familia. Se lo repito y espero que le haya quedado suficientemente claro.

—Llegará el momento en que nos veamos cara a cara. Confiaré en que los protegerá. Puede que me quede más tranquilo sabiendo que cuenta con usted. Sólo le pido que si por alguna razón su padre logra dar con ella, no la deje sola ni un minuto. Ni a ella ni al niño.



#15361 en Novela romántica

En el texto hay: romance

Editado: 14.08.2023

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