Quedate a mi lado

El plan

Alena

Desde ese día en el campo de flores ya han pasado unas semanas y tal como lo prometió. Pietro cada día me envía flores al trabajo con una tarjeta recordándome lo hermosa que soy y lo ansioso que está de que llegue la noche para vernos. Todo a su lado ha sido como ser la protagonista de un cuento de hadas que espero os lleve a un final feliz.

Dejo de mirar a la nada regresando a la realidad tras sentir en mi bolsillo mi celular vibrar por ya un buen rato. Veo la pantalla y por un momento crei que se trataba de Liz pero es Bruno.

– ¿Hola? – saludo aun extrañada por la llamada.

– Alena que bueno que me contestaras. Estuve por ir a tu trabajo si no me contestabas esta llamada. – que miedo, al parecer él junto con Pietro tienen una manera de localizar donde estoy.

– ¿Qué pasó? ¿Paso algo malo? – me auto un poco pues no es común que me llame. Lo haría si fuera una emergencia.

¿Será que algo le pasó a Pietro?

– Tranquila Alena no le paso nada a Pietro ni a mi si te lo preguntas. Pero estamos en alerta roja o naranja? bueno la que se escuche más urgente.

¿Como que alerta naranja o roja? Eso siempre se usa para una emergencia.

– ¿Por qué?

– El cumpleaños de Pietro es el viernes. Si lo sabías? – como decirle que no porque la vez que le pregunte la fecha de su cumpleaños no me la dijo e hizo un ademán con la mano como si no tuviera importancia.

– No me lo dijo – comento algo triste pues me hubiera gustado saberlo con más antelación para con más tiempo prepararle algo tan especial como lo es él.

– No importa Alena. Lo importante ahora es prepararle algo. Sus padres y hermanos están organizando una cena o alguna de esas mierdas para el sábado.

– Esa boca – lo reprendo.

– Perdón. Como te decía le van a hacer una cena el sábado pero su cumpleaños es el viernes así que estuve pensando en que tu y yo podamos prepararle algo.

– Me encanta la idea pero ¿ese día no estará ocupado? Ya sabes, me dijo que debía asistir a varias reuniones y que su semana estaría atareada.

– Lo está pero es su cumpleaños y el viernes estoy seguro que se atareara de más trabajo para tener su mente ocupada hasta que sea hora de ir a verte en el club.

– Porque no le gusta celebrar su cumpleaños? – ante mi pregunta se queda callado por varios minutos lo que significa que no me lo diría.

– Es algo que debe contarlo él pero desde que te conoció ha estado muy feliz y quería ver si un cumpleaños a tu lado lo hacía cambiar de opinión sobre odiar esa fecha.

– Eres un buen amigo Bruno – digo sincera.

– Lo se Alena y no te olvides que también soy guapo – me hace rodar los ojos por su comentario egocéntrico.

– Si claro – me burlo – debemos planear en qué lugar prepararemos su sorpresa.

– Hmm si quieres puedo pasar a verte de la cafetería y de camino a tu casa resolvemos que hacemos. ¿Te parece?

– Se pero como sabes que trabajo en una cafete… – cuelga la llamada.

Es como un truco bajo la manga como ya lo dije antes.

Para salir con Bruno debo decirle a Pietro que no venga a verme y no se que excusa le dire. Siempre que miento sabe que lo hago entonces no se que podré decirle. Como si fuera adivino veo su nombre en la pantalla de mi celular. Ya veré ahora que le invento para que no venga a verme.

– Hola pequeña, ¿cómo estás?

– Hola hoyuelitos, algo cansada pero bien ¿y tú? ¿Qué tal el trabajo?

– Una pesadilla, solo quisiera ir por ti e ir a algún lado para descansar de todo el trabajo que tengo encima.

– Si dormiste bien?, escucho tu voz muy cansada – y no miento pues tiene ese tono cálido pero agotado, tal como si no hubiera dormido.

– No dormí del todo bien pero pronto acabó de trabajar para ir por ti y regresar a mi casa a dormir.

– No te preocupes por mí. Saliendo del trabajo ve directo a tu casa que yo debo ir a ver unas cosas y no quiero retenerte.

– ¿A dónde vas a ir?

– Debo ir a comprar – piensa Alena, piensa – amm ehh unas cosas que pidió mi tía.

– ¿Segura? Cuando mientes siempre dices amm ehh – sabía que me iba a descubrir.

– No estoy mintiendo – chillo – voy a ir a comprar cosas de mujeres.

– Y porque no puedo acompañarte? – intenta seguir indagando.

– Porque son cosas que usamos las mujeres cada mes y no quiero que me acompañes – mandó una indirecta para que sepa de qué hablo.

– Pero ¿por qué? Si quieres ahorita llamo a mi personal que te consiga de todos los tamaños, tipos, colores, marcas… – sigue alardeando.

– ¡Noooooo! – lo callo ya sintiendo mis mejillas calientes – yo quiero ir a comprar mis propias cosas.

– Insisto, mañana mismo en tu puerta estarán listas.

Dios dame paciencia con este hombre.

Estoy segura que hará lo que dice así que por un buen tiempo no tendré que comprar toallas higiénicas.

– Ya dije que no, voy a comprarlas saliendo del trabajo y a ti más te vale ir a la casa a dormir – lo amenazó.

– ¿Segura que no quieres que vaya?

– Que no, ahora acaba de trabajar pronto y ve a dormir – ordenó.

– Pero… – lo callo con una voz de fingida molestia.

– He dicho que no, nos vemos en la noche – cuelgo.

Si me quedaba un tiempo más en llamada estoy segura que hubiera aceptado sus suplicas y no hubiera podido reunirme con Bruno, aunque es mejor ir con él pues espero que enserio duerma. No tenía idea que por estas fechas él solo se hostigaba de trabajo pero prometo hacer que sus cumpleaños de ahora en adelante sean especiales.

Pasan las horas y al cual Pietro, llega Bruno a la hora exacta en la que finaliza mi turno. Me despido de todos y salgo corriendo para organizar todo lo antes posible pues en la noche trabajo y quiero tener tiempo de arreglarme.

– Hola Bruno – subo a toda prisa al auto.

– Hola Alena, ¿por qué vienes corriendo como si te estuvieras ocultando de alguien?



#1696 en Joven Adulto
#10914 en Novela romántica

En el texto hay: mafia, romance, hot romance

Editado: 05.09.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.