Quedate a mi lado

Sentir algo nuevo

Alena

Hacer las compras del cumpleaños de Pietro fue muy cansado ya que según Bruno a Pietro le gusta el color azul sin llegar a ser escandaloso y tampoco llegar a ser neutro, por lo que encontrar decoraciones de ese color era casi imposible. Además casi entramos en pánico cuando Pietro llamó a Bruno preguntándole dónde estaba, por un segundo creí que también me llamaría a mi pero no lo hizo. Me siento mal mintiendo pero no quiero que intervenga en nuestra sorpresa.

Bruno me dejó en casa pidiéndome disculpas pues lo que le dijo a Pietro no era mentira. Debía salir de viaje y regresaría el viernes en la noche para la sorpresa de Pietro, lo que lleva a que debo organizar todo sola. No quiero estropear su día así que debo perfeccionar algunas ideas que tengo en mente.

Me arreglo deprisa para ir al club y antes de toparme con mi tia salgo de la casa como si mi presencia no debiera ser a la vista. No tardó en llegar al club para terminar de cambiarme y salir a bailar. Debo decir que esto de bailar se ha convertido en un trabajo divertido y es de alguna manera relajante que me ayuda a olvidar cualquier preocupación del día.

Antes de salir al escenario soy retenida por Pietro el cual está muy ebrio, tanto que no puede ni mantenerse de pie.

– Amor, luces fenomenal – como puede se acerca y prácticamente sostengo todo su peso para que no se caiga.

– Pietro estas muy tomado. Que inconsciente eres – lo regaño y al parecer hago que su rostro se torne muy triste.

– Lo siento mucho, ¿ya no me quieres por estar ebrio? – se suelta de mis brazos y como un niño pequeño se sienta en el suelo haciendo berrinche.

– No dije eso – me siento frente a él y acaricio su cabello algo desaliñado.

– Pero lo pensaste – hace un puchero muy gracioso. 

Quien diría que Pietro Larenti es como un cachorro cuando está tan ebrio. 

– No lo hice. Ven vamos a casa – extiendo mi mano para llevarlo a su casa.

– No – niega repetidas veces con una sonrisa y sus ojos cerrados.

– Porque no? Deja de ser terco y dame las llaves del auto – empiezo a buscar las llaves en sus bolsillos del saco pero no las encuentro asi que empiezo a buscar en los bolsillos de su pantalones.

– Ey – aparta mi mano – no seas una pervertida – como puede ser posible que tenga esos pensamientos.

– No quiero hacerte nada. Solo quiero las llaves de tu auto para dejarte en casa.

– No – vuelve a negar – no llevo a mujeres que no conozco a mi casa, además yo estoy comprometido – se cruza de brazos haciéndome querer reír de esta situación.

– ¿Con quien sí se puede saber? – le sigo la corriente aguantando la risa.

– Con mi perinola – suspira frustrado – ella es pequeña así como una perinola – con sus manos hace una seña de algo pequeño – es muy bonita, con unos ojos almendrados que te hipnotizan y uf deberías ver la manera en la que baila. Quedarías celosa por ver lo maravillosa que es – lo dice con una emoción y orgullo que me hace sonreír.

– Ah sí? Y como se llama?

– Alena – sonríe – si, Alena Larenti.

– ¿Acepto casarse contigo? – mi pregunta lo hace ponerse serio y aun con los ojos cerrados se queda callado como si lo estuviera pensando.

– No – responde triste jugando con el borde de un costado de su camisa desarreglada.

– Entonces no es tu prometida – trato de hacer que se levante pero nuevamente no deja que lo haga.

– Si lo es, ella no lo sabe pero lo es – frunce el ceño.

– No lo es – peleó con él.

– Claro que lo es.

Estoy por seguir molestando hasta que se escucha como ya mismo debo salir a bailar, y espero se quede quieto en lo que acabo.

– Bueno señorita – se levanta Pietro con algo de dificultad – la señora Larenti está por bailar así que debo ir a verla – mueve la mano como señal de despido y sale algo lento sosteniéndose de las paredes.

No puedo creer que hasta ebrio me tenga en sus pensamientos. Este hombre sí que es único.

Salgo del pequeño camerino al escenario para empezar a bailar, pero no puedo quitarme de la cabeza las palabras de Pietro. Se que tal vez es por lo que está ebrio pero escuchar de su boca mi nombre acompañado de su apellido me hizo sentirme más afortunada de lo que ya soy.

Como todas las noches espero a que suene la canción de la noche. Para esta noche decidí escoger la canción “Trust Issues” pero con un ritmo algo diferente al que siempre escojo. Por primera noche decidí no usar tanto el tubo y dejarme llevar por el ritmo y aunque sea muy visible no quitó en ningún momento mis ojos de Pietro, él cual se encuentra en su asiento habitual mirándome como si fuera una joya única, ante cada movimiento de cadera sensual veo como toma un sorbo más de alcohol como si intentara aterrizar en la tierra. Esa mirada es la que toda mujer desearía y soy tan afortunada de tener a un hombre que se esmera por tenerme y cuidarme.

Al terminar me apresuro lo más rápido que puedo, con el pensamiento de que algo podría hacer Pietro en ese estado. Salgo a toda prisa despidiéndome de todas las chicas y afuera como siempre esta el recargado en su auto que el día de hoy puedo ver escogió un Tesla que va muy bien con el. Cuando siente que me acerco se gira y su cara de pocos amigos cambia a una sonrisa dulce.

– Así que al fin acabaste de trabajar prometida – me jala a él haciendo ver a todo el que pasa por nuestros alrededores prácticamente sepan que estoy con él.

– No soy tu prometida – beso su mejilla – ocupó las llaves de tu auto para llevarte a casa.

– ¿Estas? – eleva las llaves que tiene en su mano a una altura que no puedo alcanzar por mi falta de altura.

– Muy gracioso, me voy – finjo que me marcho para que ceda y haga efecto mi plan pues me carga hasta llevarme al asiento del conductor dejándome a cargo de él.

Camina deprisa al asiento del copiloto y como un niño obediente sin rechistar se coloca el cinturón de seguridad.



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En el texto hay: mafia, romance, hot romance

Editado: 05.09.2024

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