Pietro
Despierto con un fuerte dolor de cabeza por los sonidos fuertes en la cocina, con un ojo aun cerrado observó a los costados y no se encuentra Alena que ahora comprendo ella es la causante del sonido de sartenes. Sentir que aún está en la casa me hace querer que cada día llegue y la encuentre aquí esperándome. Poder llegar y escuchar sus pasos acercándose a saludar me infla el pecho de estas emociones nuevas que solo ella me hace sentir.
Me estiró tratando de quitar la pereza que aun traigo encima y me levanto para ir a ver que está cocinando o más bien el desastre que puede estar haciendo por el constante sonido de sartenes chocando y utensilios cayendo.
Con cada paso que doy escucho cada vez más cerca su suave voz cantando una canción que reconozco es de los 80 pues mi madre al igual que Alena suele escucharla cada que prepara la cena. Cuando mi madre la conozca estoy seguro que la amara, tienen tantas cosas en común que se que hará que conecten de la mejor manera.
Al estar en el marco de la puerta que conecta la cocina con la sala de estar puedo admirarla correctamente cantando usando el cucharón como micrófono.
– Nothing ever last forever, everybody wants to rule the world – mueve sus caderas al ritmo de la música mientras gira los pancakes que está preparando.
Esta imagen de ella aquí preparando el desayuno para mi es una imagen que quiero conservarla y además poder verla cada día. Quien sabe y en un futuro no solo yo sea quien pueda admirarla si no una copia igual a ella.
– ¿Hace cuanto despertaste? – se acerca y deja uno de sus suaves besos en mi mejilla.
– Hace pocos minutos. ¿Qué estás haciendo? – trato de acercarme a ver lo que hay en el resto de sartenes pero ella me lo impide poniendose en una posición como protegiendo la comida.
– No lo mires – me hace retroceder.
– Ve a cambiarte para que vayas a trabajar mientras yo me encargo – me da golpecitos en el brazo y regresa a cocinar.
Tal como ella lo ordeno me cambio lo más rápido que puedo para así poder ver que preparo. Tras unos minutos bajo tal cual un niño pequeño corriendo al comedor donde ya está Alena arreglando los últimos detalles de la mesa.
– Ven a comer – toma mi mano y me lleva a la cabeza de la mesa – siéntate aquí.
Le hago caso y ella se sienta a mi lado izquierdo.
– Espero no seas alérgico a nada de lo que cocine – bromea tomando un plato y empieza a servirme un poco de todo lo que cocino.
Mientras lo hace solo puedo imaginarla a ella en mi futuro, cueste lo que cueste la protegeré y así deba dar mi vida lo haré por ella, para verla siempre sonreír como solo ella lo hace.
– Pruébalo – me estira un cubierto con el cual pruebo uno de los pancakes.
– ¿Te gusto? – me mira esperanzando mi respuesta.
– Está delicioso – doy otro bocado muy feliz sintiendo el dulce sabor de los pancakes que por cierto nunca han sido de mi gusto pero estos son los mejores.
– Me alegro que te guste – veo como lame un poco su pulgar para después acercarlo a mi mejilla limpiando lo que creo debe ser una mancha de chocolate. Esa simple acción es igual a la que mamá hacía con mis hermanos cuando se ensuciaba y siempre me precio muy cariñoso.
– Gracias – tomo su mano para no soltarla mientras termino de comer.
– Lo hice con mucho cariño para ti – con su mano libre come sin rechistar que aun tengo atrapada su otra mano.
– Eres lo mejor que me ha pasado Perinola – dejo un beso en su delicada mano para seguir comiendo.
Luego de acabar de desayunar ayudó a Alena a recoger la mesa y a secar los platos mientras ella los lavaba. Podría dejar que una de mis empleadas limpie pero se que Alena no lo hubiera permitido así que es mejor seguir lo que ordene. No demoramos mucho así que salimos algo rapido de casa pues debo llevarla a su casa a cambiarse para después llevarla al trabajo.
Al llegar a su casa baja corriendo y yo como un perro esperando a su dueño me quedo en el auto con los ojos cerrados esperando a que llegue mientras recuerdo como la noche anterior estuve por hacerla mía pero no pude, aun en el estado que estaba sabia que hacerlo conmigo alcoholizado no iba a ser una experiencia que ambos a atesoraremos así que tuve que parar. De ser como era antes nunca me hubiera detenido pero mi Alena no es como lo eran el resto de mujeres, ella se merece las mejores experiencias y la mejor primera vez.