Alena
La noche pasó tan rápido entre que vimos películas que ni siquiera note en qué momento me quedé dormida hasta ahora en la mañana. Puedo ver a través de las persianas que el día esta muy hermoso, perfecto para celebrar el cumpleaños de Pietro que por cierto no se encuentra a mi lado.
Me levanto algo cansada aun por dormir tan pocas horas, en el reloj puedo ver que son las 8 de la mañana, momento perfecto para ir a buscarlo y desearle feliz cumpleaños. Antes de bajar voy su baño donde a un costado de sus cosas está un cepillo de dientes y un toalla junto a una notita que dice “cuando estés lista estare esperandote abajo”, leer eso me motiva tanto que me preparó lo más rápido posible y bajo corriendo.
– Trottola – en el momento adecuado está Pietro al final de las escaleras.
No dudo en saltar a su brazos y dejar besos por todo su rostro.
– Feliz cumpleaños hoyuelitos – lo beso.
– Empezar así el día es el mejor regalo posible – me mira intensamente haciéndome sentir millones de sensaciones por dentro.
– Pues solo es el comienzo porque el día de hoy tu y yo iremos a un lugar al que he querido ir ya hace varios días – me bajo y tomo su mano para caminar al comedor donde veo que ha dejado distintos platos para desayunar.
– ¿Y dónde está ese lugar? – mueve la silla a su lado para poder sentarme.
– Muy pronto lo sabrás.
Comemos tranquilos entre risas y me cuenta cómo su madre lo ha llamado emocionada de que su bebé cumpla 29 años. Al terminar de comer le ayudó a lavar los platos mientras él va y se arregla para después ir a la casa de mi tía a cambiarme de ropa.
En el camino ruego por que ella no se encuentre en la casa. No quiero que me vea y comience con sus acusaciones.
– ¿Ya me dirás a dónde iremos después? – vuelve a preguntar, durante los últimos minutos ha estado tratando de averiguarlo.
– No te lo diré – niego con la cabeza y cuando estoy por molestarlo me llega un mensaje de Bruno.
– Pequeña tenemos un pequeño problema de no tanta gravedad – se que intenta calmarme pero me pone más de los nervios.
– ¿Cuál problema? – tecleo rápido tratando de pensar en que pudo haber fallado.
– Me acaban de escribir diciendo que el pastel no está listo – leer eso me hace entrar en pánico.
– Bruno no hay fiesta sin pastel. Ahora que hacemos? – froto mi sien intentando encontrar alguna solución.
– ¿Estás bien perinola? – pregunta preocupado Pietro.
No cariño, no estoy bien.
Tu pastel no está listo y tu fiesta sorpresa será en menos de dos horas. No hay fiesta sin pastel y no hay deseo sin pastel en donde poner las velas.
Estamos acabados.
– Si ojitos, solo un problema en la cafetería – digo tratando de sonar calmada pero al sentir vibrar mi celular mis nervios se ponen al mil.
No quiero pensar en que locura dirá Bruno pero respiro y con un ojo cerrado veo su respuesta.
– Encontre donde conseguir el pastel – suelto el aire que tenía retenido al ver una solución – pero…– no puede ser.
– Pero que?
– El pastel estará en 3 horas. Hasta entonces debes entretener a Pietro.
– Esta bien yo lo hago pero más te vale llevar un pastel Bruno porque si no te prometo que llenare tu alcancía de malas palabras en pocos minutos – lo amenazó.
– No seas grosera. Prometo que estará listo. Yo te aviso.
No todo está saliendo como lo planeado pero unas horas de retraso no es tanto problema.
– ¿Pudiste arreglar lo de la cafetería? – llama mi atención Pietro.
– Eh? Si, hubo un problema con los proveedores pero todo esta bien – lo tranquilizó.
Recordar que en pocos minutos llegaré a casa hace que mis nervios regresen. Así que repito una y otra vez lo que haré.
Entrar. Subir. Cambiarme. Tomar el regalo. Bajar. Salir.
Una vez fuera le pido que me espere unos minutos y entró repitiendo en voz alta qué debo hacer. Por suerte no escucho que estén en casa así que trato de apurarme. Me cambio lo más rápido que puedo y guardó el regalo de Pietro en mi cartera para poder salir lo más rápido posible.
Al entrar nuevamente al asiento del copiloto respiro más calmada.
– Ahora si trottola, ¿me dirás a dónde vamos?
– Sí, pero antes vamos al lago.
Asiente y conduce al lugar donde pude abrirle mi corazón por primera vez.
– Mientras entraste a cambiarte mi madre me llamó y dice que está ansiosa por verte, casi tanto como mi hermana. Hasta están planeando un día de chicas como ellas lo llaman – bufa.
Me sorprende que sin conocerme estén tan ansiosas por salir. Comprendo que como dice Pietro su madre nunca lo ha visto estar con nadie y por eso está tan emocionada.
– Es algo extraño, pero estaré encantada de salir con ellas. Claro, si la cena sale bien el día de mañana.
– Lo hará, estoy seguro – toma mi mano y sin soltarla de los cambios del auto.
La verdad no se exactamente que le dire a Pietro al llegar al lago pues fue el primer lugar que se me vino en mente hasta que sea hora de ir a su fiesta sorpresa. Solo se que quiero hacerle sentir lo valioso que es y creo es el momento exacto para darle su regalo.
Al llegar como siempre corre a abrirme la puerta y dando el primer paso ahora, tomo su mano hasta guiarlo al asiento donde se podría decir que casi todo comenzó.
– ¿Ya me dirás para qué estamos aquí? – besa mi mano.
– Mmm ya mismo – lo jalo al haciendo que por suerte no está ocupado y nos sentamos escuchando a los pájaros.
– ¿Alguna vez te conte la historia que solía pedirle siempre a mi madre que me contara? – rompo el silencio.
– Me contaste la de la familia en el prado, es esa? – sonrió al escucharlo recordar algo tan al oído simple pero profundo en el corazón.
– Además de esa, mi madre me contaba la historia de los dos amores de su vida– suspiro.