Quedate a mi lado

Feliz cumpleaños

Alena

Ahora si todo estaba listo para festejar su cumpleaños. Bruno me escribió diciendo que arreglo el inconveniente del pastel y que ya estaba listo en el lugar.

– Pareces una niña pequeña – se ríe Pietro mientras zapateo muy emocionado.

El plan en un inicio era que yo manejara al lugar donde está su sorpresa pero preferí que manejara por si sucede algún inconveniente y debo resolverlo.

– Estoy muy emocionada.

– Debe ser un lugar especial a donde vamos.

– Lo es, y para ti también lo será… o eso espero – murmuró en voz baja.

En lo que llegamos ponemos canciones que aunque cantemos horrible lo hacemos muy felices. Esto es lo que planeé desde un inicio. No quiero que piense en lo negativo de su vida, quiero que se concentre en ser feliz en el presente.

Demoramos unos 15 minutos hasta que llegamos.

– Hemos llegado – abro la puerta y salgo corriendo al interior del lugar que he planeado.

Le gritó diciendo que espere unos minutos, en lo que entró a buscar a Bruno. Al estar dentro todo está oscuro y no hay ni una señal de Bruno.

– Donde se metio este tonto? – prendo el flash de mi celular tratando de encontrarlo. 

De no ser porque soy valiente hace rato hubieran salido huyendo por lo tenebroso y callado que está todo aquí.

– Boo – grita alguien en mi oído haciéndome chillar pero no se escucha porque me tapan la boca inmediatamente.

– Shhh no queremos que entre – escucho la voz de Bruno en un susurro.

– Por María Antonieta, casi me matas – toco mi pecho sintiendo mi corazón latir erráticamente.

– Fue muy divertido – bromea ganándose un golpe.

– Y luego preguntas por qué te golpeó.

– Fue una inofensiva broma – se queja y me lleva aun en la oscuridad dónde está la mesa.

– Sí claro. Bueno voy a salir nuevamente por él. Hasta entonces ya te dije escondete y cuando diga abra los ojos apareces tú.

– Eso es muy infantil – comenta pero al ver mi mirada asesina sonríe – pero lindo. Lo estare esperando aquí – se esconde tras una columna.

– Ya regreso – golpeo la pared donde está.

– No me moveré – lo escucho gritar ya escondido.

Doy un último vistazo de todo y al sentirme cómoda salgo para buscarlo.

– Necesito cubrirte los ojos. Lo haría con mis manos pero eres muy alto – estiró mi pañoleta en su dirección.

– Está bien – al cubrir sus ojos hago muecas frente a él por si llega a ver algo.

– Dame tu mano – tomo con cuidado su mano y entrelaza sus dedos con los míos – vamos a caminar todo recto.

Lo dirijo e interno no reirme porque con su mano suelta hace como si tocara todo a su alrededor.

– Llegamos – abro la puerta con cuidado ayudando a entrar.

Al estar ya ahí trato de soltar su mano pero se aferra más a mi.

– No te voy a dejar, solo voy a ver una cosa.

– ¿Lo prometes?

– Si – beso su mejilla y corro a donde está el interruptor.

– Cuando yo te diga vas a quitarte la pañoleta – grito no tan fuerte.

Apago el flash de mi celular y me preparo.

– Puedes quitarla – no lo veo pero enciendo las luces y corro a donde está escondido Bruno.

– ¡Sorpresa! – gritamos ambos frente a él donde aún se está acostumbrando a  la luz.

– Feliz cumpleaños hermano. Ya 29 años. Espero tengas paciencia para cuando sea un viejo cascarrabias – bromea Bruno codeandome.

– No le digas esas cosas – frunzo el ceño.

– ¿Qué haces aquí? – pregunta Pietro no tan feliz alejándome de Bruno.

– Es tu cumpleaños amigo. Llegue antes para ayudar a Lena con todo esto.

Pietro me regresa a ver preguntándome con la mirada si lo que dice Bruno es verdad a lo que asiento.

– Tienes suerte de que aún no mande a matarte – le dice a lo que supongo que bromea.

Bruno le susurra algo aprovechando que se dieron un abrazo a lo que Pietro lo mira con los ojos entrecerrados y le da un golpe en la espalda.

– Ya no seas como gruñonsito – me acerco a Pietro para que quite ese ceño fruncido que me recuerda a un osito cariñosito.

– Perdón – deja un beso en mi mejilla y lo jalo a donde hay una silla que está frente al pastel.

– Sé que no te gustan tanto los dulces pero espero haber escogido un buen sabor de pastel.

Al verlo ya sentado me giro hacia Bruno estirando la mano para que me de las velas que le pedí las guardara. El parece no entender y asienta su rostro en mi mano.

– No seas tonto – retiro la mano – te pedi que guardaras las velas. Más te vale no haberlas olvidado porque te juro que – alzo mi puño amenazandolo.

– ¿Me diste a mí las velas? – lo veo rebuscar en su saco en busca de ella pero no la encuentra.

Sonrió algo enojada y regresó a ver a Pietro que se encuentra muy divertido con esta escena.

– ¿Las tienes? – enarco una ceja.

– ¿Qué pasa si digo que no? – da un paso atrás asustado.

– Te voy a matar – me estiro y golpeo su frente – te encargue una simple cosa. Más te vale encontrarlas porque si no te mataré.

Asiente frenéticamente la cabeza y sale corriendo a su auto supongo para verificar si no se cayó ahí.

– Ese idiota las perdio – afirma Pietro mirandome conteniendo la risa.

– Más le vale que no – caminó un poco a la puerta y está ahí prácticamente sacando todo lo del auto.

– ¿Cómo pudiste encargarle eso? Es inteligente pero muy olvidadizo – se para a mi lado frotando mi espalda mientras vemos muy divertida la escena de Bruno desesperado por no encontrarlas.

– Estoy segura que le di a él las velas – me acerco a la mesa y empiezo a buscar por si acaso no las dejo por ahí tiradas.

– ¿Dónde fue la última vez que las viste? 

– Sacamos las cosas de las bolsas – repaso lo que hicimos – las separamos por lo que pondremos ese día y las velas las…– me quedo callada recordando que en efecto nunca se las di a Bruno. Las guarde en mi saco y antes de salir de casa las guarde en…



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En el texto hay: mafia, romance, hot romance

Editado: 05.09.2024

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