¡quédate conmigo!

Capítulo 11

Donato

 

Hoy es día de compras. Debo admitir que no consigo quitarme de la cabeza la profecía de la doctora Chiara acerca de que esa criatura podría ser mi hija realmente. ¿Existe una posibilidad? Claro que no, voy a demostrarlo, eso no es posible, yo me hubiera hecho cargo desde el primer comienzo de ella.

Una vez que llegamos al centro comercial, Aurora parece observar con mucha atención lo que sucede alrededor, mirando a diestra y siniestra cada espacio lleno de luces centellantes e imágenes fabulosas.

Incorporo una mano en el hombro de Chiara y me quito las gafas oscuras ya que he estado conduciendo con estas puestas y el guardia de seguridad estuvo detrás con la niña. En esta ocasión, Franco vendrá por la tarde mientras que su suplente es quien se encuentra acompañándonos ahora.

La gente echa un vistazo mientras pasa, nos mira y parece ser que a la gente le llama poderosamente la atención ver a una familia de gente hermosa con un tipo de dos metros con traje, auricular negro y la espalda del tamaño de un mamut.

Me acerco al oído de Chiara mientras avanzamos en busca de una tienda de niños en el cartel principal y le digo por lo bajo:

—Es fabuloso que de un día para el otro pasas de ser un ente que pasa desapercibido a tener una familia y ser la estrella del lugar.

—Somos unos maestros del engaño.

—Solo bromeaba. Nunca he pasado desapercibido, sobre todo para las mujeres solteras de un lugar.

Ella niega con la cabeza y emite una risita, segura de que soy un ególatra insoportable, asunto que no está por fuera de la realidad.

Aprovecho la cercanía de mi brazo sobre su hombro para reposar un besito en su mejilla y avanzamos en busca de lo que necesitamos.

Pasamos por la primera tienda y cada uno de ocupa de elegir ropa para la niña. Observo algunas opciones, las tomo y no son en absoluto parecidas a las que Chiara ha separado para vestir a la pequeña.

Con el guardia de pie en la puerta del local, las empleadas se encargan de venir a nosotros para atendernos dejando de lado todo lo demás, quizá pensando que somos personas importantes. No tiene idea que pertenezco a un cartel de negocios vinculados al tráfico de armas y de psicodélicos refinados. Solo me encargo de la parte de los negocios, mi mamá siempre me dijo que era un buen comerciante, a veces, concretando mi mercado por las malas.

Mientras mi esposa falsa está en el probados cambiando la ropa de la pequeña, observo que le ha puesto un vestidito rosa que le sienta de maravilla junto a unos calcetines con puntilla que son una auténtica ternura en ella.

—¿Es en serio?

Chiara me mira mientras observa las perchas con las cosas que dejo a un lado.

Me encojo de hombros, notando que tenemos gustos diferentes.

—Sí, quiero que mi hija sea como las niñas de las películas que son preciosas dondequiera que vayan y no importa lo que decidan usar.

—Tiene seis meses, casi siete. Ella no decide lo que va a usar.

—Nosotros lo hacemos, nadie nos puede juzgar por ello.

Ella comienza a revisar las perchas mientras sujeto a Aurora para que no vaya a darse clavaditos del probador de bebés.

Pasa una percha:

—¿Un tutú?

—Debe tener la experiencia de elegir si ser o no bailarina clásica.

—¡Ni siquiera camina!

—No la limites.

—¿Un disfraz de dinosaurio?

Suelto una risita y lo observo. Se la vería tan tierna con uno de esos puestos, sería igual que las hijas de los famosos que suben fotos con sus niños disfrazados, viéndose tan bonitos con eso puesto.

—Los famosos le ponen eso a sus hijos en instagram—le explico.

—¡No podemos subir una foto de ella a instagram!—me lo dice por lo bajo, pero parece morder cada palabra—. A menos que quieras ir a prisión, por supuesto.

—No hay manera, está todo calculado.

Ella emite un resoplido y tomo una jardinerita de algodón color verdad que hay entre las perchas y la observo con esto puesto.

—Esta no se ve nada mal.

Aurora emite una risita mostrando sus grandes cachetitos y sus encías, tomando la prenda y apretujándola contra su cuerpito.

—¿Ves? Esta le gustó—le explico a Chiara.

—¿No podías elegir un color que no sea verde? Parecerá una manzana.

—Oye, el verde manzana es mi color favorito. Además, se le verá bien.

—Por supuesto. Si fuera un varón.

—Oye, ¿no que eres de esas madres modernas? A Aurora le gusta.

Termina por suspirar y le pregunta a la bebé:

—¿En serio, cariño? ¿Te gustó esa? ¿Es verdad?

Vuelve a dedicarle una sonrisa. Es muy probable que lo haga más bien porque le divierte verla de esta manera, verla divertida, molestarla, debo admitir que se parece a mí en eso.

Termina por ponerle la jardinera verde y le advierto:

—Se la ve fenomenal, deja que vaya a elegirle otras prendas, es evidente que tenemos gustos similares.

—Mejor tu cuida de ella y yo voy a elegir ropa.

Alguien golpea la puerta del probador al otro lado.

Le abro y descubro que se trata de la empleada:

—¿Está todo bien? ¿Necesitan algo?

Observo en dirección a sus propios ojos que están fijos en Aurora vestida con la jardinera verde. Parpadea y luego se vuelve a mí, para explicarme:

—¡Se la ve hermosa! Le queda excelente, ¿quisieran verla en otros colores? También hay en rosa.

—¿Por qué todo el mundo se empecina en vestir a mi hija como goma de mascar? Si ella elige verde, ¡le dejemos el verde!

—¡Oh! ¡Claro, sí, por supuesto! ¡El verde está excelente!

Asiento. Chiara pone los ojos en blanco y le cuenta a la chica:

—Vamos a probarle otras opciones y tomaremos una decisión.

—¡Sí! ¡Por supuesto! Me avisan si necesitan algo, estamos a disposición.

—Muchas gracias, belleza—le digo.




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