—No recuerdo haberte visto alguna vez borracha —comenta Alice a la par que gira el volante.
Las calles ahora me resultan familiar.
—Quizá porque nunca he llegado a ese punto.
—¿Por qué?
—No veo el fin de hacer aquello.
—Pero si es lo más divertido del mundo.
Entorno mis ojos en su dirección, reprochándole con la mirada de todos aquellos días en los que se quejaba por el dolor de cabeza mientras repetía una y mil veces que no volvería a tomar.
» Exceptuando todos sus efectos secundarios, claramente —añade de inmediato haciéndome reír.
—No me disgusta beber, pero conozco mi limite y me alegra disfrutar el momento siendo consciente de mis acciones —le digo —. Además, he tenido malas experiencias. Una vez vi todo un espectáculo de vomito.
Alice arruga su nariz en disgusto.
—Asqueroso.
—Muy asqueroso —reafirmo.
—¿Esperas algo de esta noche? —Me pregunta.
—Lo que todos esperan.
—¿Tener sexo?
—Divertirme —corrijo.
Alice ríe.
—Muchos se divierten de esa manera. A diferencia del alcohol, el sexo es bueno para la salud. —Se detiene por un momento para luego continuar—: ¿Quieres mejorar tu sistema cardiovascular y reforzar el inmunitario? Ten sexo.
La miro unos instantes antes de soltar una carcajada.
—Gracias por esos segundos de publicidad—le respondo—. Sobre todo, por velar siempre por mi bienestar.
Ella inclina la cabeza en un gesto educado.
—Puedo darte recomendaciones. Hay muchas opciones
—No, gracias.
—Hay un candidato.
Elevo mis cejas, divertida.
—¿Y eso son muchas opciones?
—En las posiciones.
Silencio.
Y luego solo ambas nos soltamos a reír.
—¿Por qué estamos hablando esto? —le pregunto.
—No lo sé, pero es divertido. He estado consultando.
—¿Las posiciones? —sonrío.
Alice suelta una carcajada negando con la cabeza.
—Acerca de los métodos anticonceptivos y todo lo demás. Mientras más iba leyendo me di cuenta de lo ignorante que soy acerca de ello.
—Hasta cierto punto todos lo fuimos y lo somos —le digo —. Pero siempre podemos dejar de serlo al buscar e informarnos.
Hay un pequeño silencio antes de que Alice hablé nuevamente.
—Voy ha empezar mi vida sexual. —Me avisa en tono alegre.
—Si te sientes segura y cómoda contigo y con tu pareja, hazlo, pero siempre con responsabilidad.
—Es como escucharle a mi madre decirlo nuevamente —sonríe —. Hablé con ella primero. Quería saber su opinión acerca de esto, no estaba segura si iba hacer lo correcto. Nada de lo que me dijo me decepcionó.
Yo asiento, feliz. Me gusta que Alice hable con naturalidad, siendo un tema que aún sigue siendo tabú para muchos, es bueno que se empiece a romper esa cadena que ha sido instaurada por la sociedad.
Unos minutos más y llegamos a la casa de Darlene, quién pertenece al comité de estudiantes. Ha preparado una pequeña mini fiesta y cena por su cumpleaños. Es amigable y muy sociable, por lo que me sorprende un poco que el lugar no esté abarrotado de personas.
—Creí que habría más gente —susurra Alice a mi costado.
Asiento en concordancia.
—Pero tampoco es que el lugar esté vació —le digo —. Creo que son suficientes.
Ella encoge sus hombros.
—Mientras Luca esté, no importan los demás.
Le empujo aún lado, divertida. Ella repite mi acción.
En el centro del lugar vislumbramos a Darlene, por lo que a pasos cortos nos acercamos a ella, felicitándola y entregándole el regalo que le compramos.
—Espero te guste —le digo esbozando una sonrisa.
—Me encantará. —Me devuelve la sonrisa antes de voltear hacia Alice, que se encuentra con la mirada recorriendo todo el lugar —. Lucas se encuentran en la piscina, si lo buscas.
—Gracias —Le guiña el ojo —. Cualquier cosa me llamas —me dice antes de irse.
El ambiente se encuentra más tranquilo aquí adentro, por lo que Darlene y yo decidimos ir por algunas bebidas antes de salir al patio.
—¿Cómo has estado? —me pregunta.
—Igual de estresada como siempre —le contesto —. Pero fui a casa la anterior semana, por lo que puedo sobrevivir un poco más.
Ella niega con la cabeza, con una sonrisa.
—Había olvidado lo ajetreada que es tu vida.
—Nada ha cambiado —Doy un sorbo a la sidra. Mi garganta se siente fresca—. Aunque si hablamos de vidas ajetreadas, la tuya no se queda atrás.
—Me he acostumbrado a tener esa mala vida.
Sonrío. Ambas brindamos por eso.
—Creí que no vendrías —me dice unos segundos después.
—¿Por qué no lo haría? —pregunto, aunque sospecho las razones de tal suposición.
—Nos distanciamos un poco después de que él se fue.
—Un poco. —Le doy la razón.
—Pero sobre todo yo. Perdón. —Se sirve un poco más de cerveza.
Conozco ese gesto, el nerviosismo en sus manos la delatan. Sé que quiere decirme algo, pero no se atreve. Tampoco estoy segura de sí quiero escucharlo.
» Me sentía culpable y avergonzada —Me mira.
—¿Por qué? —pregunto sin entender.
La veo suspirar y tomar un sorbo más, como si de alguna manera aquello le alentará para poder decirlo.
—Te mentí —dice finalmente—. Sabía lo de Adam. Él se comunicó conmigo un día antes. Era un completo desastre. Me informó que cortaría cualquier contacto contigo, pero antes me hizo prometer que no te lo diría. Lo hice, yo… lo siento. Sé que pasaste por un momento difícil, así que… no podía mirarte a los ojos.