Pasar mucho tiempo con alguien puede traer efectos colaterales y yo lo sabía más que nadie.
Los sentimientos, al igual que el clima de Londres son impredecibles, pero puedes protegerte de la lluvia con un paraguas o del sol con una sombrilla y un par de gafas, pero al corazón, ¿cómo puedes proteger a un corazón de no ser roto?
Es la pregunta que siempre me hago después de permitirme sentir y dejar que el corazón se superponga ante la razón. Pero no lo sabía, o podría ser que sí, y quizá es eso o quizá fue Smith, pero estando en una estación que se supone es de alegría, florecimiento y del buen humor, el mío es todo lo contrario.
Mi humor es tan inestable como el clima de este día, que, tras toda una mañana de chubascos, esta noche se encuentra calmo y agradable.
Con mi mirada fija en Alice, observo minuciosamente sus movimientos. Ha estado desde muy temprano alistándose para ir a la fiesta que Austin ha preparado y hoy parece más entusiasmada que nunca.
—Lo que me preocupa es Smith, él me odia —comento antes de dar un mordisco a la barra de chocolate que me ha comprado.
Alice se detiene por un momento sacando la cadera aun lado y sonriendo.
—A nadie le importa Kate. —Bromea.
Lanzo la almohada que tengo entre mis piernas en su cara. Una carcajada sale de mis labios al ver su expresión
—¡Joder, eso sí que ha dolido! —Se queja. Y sé que es mentira, porque ni siquiera le he lanzado con fuerza—. ¿Estás segura que no quieres venir? —pregunta nuevamente sentándose a mi lado.
Ni siquiera sé cuántas veces me ha hecho la misma pregunta, pero sé que han sido demasiadas. Y la entiendo, pero hoy no estoy de ánimo para salir a divertirme.
—Hoy quiero ahogarme en mi miseria —le digo de manera dramática —. Y prefiero morirme con el sabor a chocolate que con el olor a tabaco —añado.
—Va ir Nick. —Codea mi hombro juguetonamente.
Mi ceja se enarca con cierta diversión. Ella realmente nunca va olvidar ese suceso.
—¡Oh, si!... Si va él por sus puesto que voy. —Exagero mi entusiasmo—. Dame cinco minutos. —Le pido siguiéndole la corriente.
Alice esboza una sonrisa, llevando su mano a mi cabello y despeinándolo más, si eso es posible.
—Es divertido escucharte. —Se coloca de pie y se dirige al espejo—. ¿Cómo me veo? —pregunta mientras se examina de arriba hacia abajo.
Mis ojos la escanean paulatinamente. Alice es el tipo de chica que incluso si se pone una funda de basura le quedaría bien. Tiene ese porte y esa gracia que la hace ver elegante con cualquier cosa que se ponga y, un punto más a su favor, es que tiene un buen gusto a la hora de vestir, sabe combinar su ropa, así que todo está perfectamente equilibrado.
—Maravillosa. Lucas se perderá en ti. —Chasqueo mis dedos, sonriendo. Ella me devuelve la sonrisa al mismo tiempo que se coloca los pendientes—. ¿Dónde se encuentra tu hermano? —Decido preguntar.
—¿Liam? —pregunta. Hasta parece que no lo conociera.
—Sí, no creo que tengas otros hermanos regadas por Londres ¿verdad?
Suelta una pequeña risita al darse cuenta de su pregunta un tanto disparatada.
—Lo conoces, es su día, así que seguramente se está divirtiendo como un loco.
Antes de que pueda abrir la boca y gesticular una palabra, la bocina de un carro se escucha logrando que demos un respingo. Reímos por la acción.
—Prométeme que si te animas vendrás —pide mientras salimos de la habitación.
—Lo prometo. —Le aseguró siguiéndola por detrás. Ambas sabemos que eso no va a suceder—. Y tú no bebas demasiado. —le pido —. Y mira que Liam tampoco lo haga.
Ella voltea a verme y con solo mirar sus ojos, sé lo que va ha decir.
—Puedes venir conmigo para que nos puedas cuidar.
—No soy su mamá. —Es mi respuesta.
Ella sonríe.
—Tampoco queremos que los seas.
—Y son mayores, así que pueden cuidarse por si mismo.
—A Liam aún debemos despertarlo. —Me recuerda.
—Ese no es el punto.
Alice ríe, dándose la vuelta para quedar frente a mí.
—Duerme tranquila. Si piensas en Smith tendrás pesadillas, así que no te estreses. Podrás recuperar tu nota más adelante. —Trata de tranquilizarme. —Te quiero.
Es lo último que dice antes de marcharse.
Segundos después escucho arrancar el auto. Me estiro en medio del pasillo dando el sonido del crujir de mis huesos como resultado. Camino nuevamente hacia la habitación, me coloco el pijama que Davis me regaló en mi cumpleaños diecinueve. Tras terminar de vestirme, bajo a la cocina a prepararme unas tostadas y chocolate. Al acabar cepillo mis dientes y por último tomo el libro que aún no termino de leer y me adelanto con más capítulos.
Cuando mis ojos empiezan a cerrarse decido que por hoy es suficiente con la lectura. Me acomodo sobre la cama para poder dormir y no sé si pasan horas, minutos o segundos, pero me despierto cuando escucho la puerta tocar persistentemente. Somnolienta, me levanto de la cama y abro la puerta con la fiel confianza de encontrar a Alice. Últimamente suele venir a mi habitación tras regresar de algún evento o fiesta que ha tenido y puesto a que lo sábados no sabe poder dormir suele instigarme a desvelarme con ella, sin embargo, por esta noche me he equivocado.