Quédate Conmigo

Miedos

Al terminar mi turno de trabajo, voy a casa. La distancia que existe entre los dos no es mucha por lo que la mayor parte del tiempo prefiero caminar que ir en autobús, sobre todo porque me ayuda a despejar un poco la mente y mucho más en aquellos días en los que mi cabeza está completamente ocupada y ajetreada de pensamientos que solo me hacen cuestionar cosas que no puedo encontrar respuesta.

 

Me coloco los audífonos y voy tarareando las canciones que me sé. Mis pensamientos se quedan sumergidos bajo la melodía, pero cuando la voz de King suena, empiezo a sentirme diferente; más cálida, más risueña, más boba porque mis labios se extienden en una sonrisa que no quiero, pero que es inevitable no hacerlo por el recuerdo. 

 

Me pregunto qué hubiera pasado si aquel día decidía no acercarme a ese grupo de niños y bailar. Esbozo una sonrisa porque sinceramente es un poco vergonzoso recordarlo. Teníamos 7 u 8 ochos años, pero creíamos poder comernos el mundo entero. A pesar de que ha pasado muchos años desde ese entonces, ese día aún permanece en mi cabeza. Conocer a Liam es y será mi recuerdo más bonito que tengo de mí niñez, más allá de lo que puedo sentir ahora, que sea mi amigo es algo que verdaderamente aprecio y ese es el motivo del porque prefiero no llevarnos a otro lugar.

 

Prefiero quedarme aquí, en este punto estático y seguro en el que nuestra amistad no corra peligro. Quiero mantener esta amistad que perduró incluso en la distancia y si reprimir mis sentimientos logra aquello, entonces lo haré a pesar de que a veces duele no poder tocarlo, no poder besarlo, ni sentirlo y conformarme con mirarlo a lo lejos, tomando a veces nuestras tontas discusiones como excusa para poder hablarnos.

 

Quizá sea tonta, pero no puedo evitar hacerme ideas de los problemas que puede surgir entre los dos, los mismos que al final nos pueden alejar. Son esas mismas ideas que me hacen retroceder y cuestionarme si lo que voy hacer es lo correcto. Y a veces solo prefiero no pensar, ignorar lo que siento llenando mi cabeza con la Universidad, el trabajo, los libros o cualquier otra cosa que no me lleven hacia a él.

 

Doy un respingo y volteo a ver violentamente cuando alguien jala uno de los audífonos, paralizándome.

 

—¿Te asustaste? —pregunta Liam con una sonrisa burlona.

 

A veces también existe estos momentos en los que quiero golpearlo.

 

—Noooo —le digo con un movimiento de mano —. Solo sentí que mi corazón se paralizó por un momento, pero nada de lo que preocuparse.


Él suelta aire, como si realmente mis palabras lo tranquilizarán.
 

—Me alegra escuchar eso. —Asiente para luego echarse reír mientras camina, dejándome atrás con el ceño fruncido —. ¿Nos va ha venir? —pregunta al percatarse que no lo sigo.

—No tengo otra opción —respondo arrastrando mis pies junto él —. ¿No pensaste que cabía la posibilidad de que reaccionara mal y te golpeara?

—Si, pero tengo buenos reflejos y te conozco. Eres el tipo de persona que se paraliza en este tipo de situaciones.

—Si, y también el tipo que es propensa a tener un paro cardíaco —digo con reproche en la voz.

 

Él regresa a verme.

 

—Para tu suerte, soy bueno reanimando.

—Voy a golpearte. —Le amenazo levantando mi mano en un puño. Aunque claramente eso no sucederá.

 

Liam solo ríe al mismo tiempo que envuelve mi puño con su palma para luego bajarla y soltarla.

 

—A mi defensa, puedo decir que te estuve llamando varias veces, pero al ver que no me contestabas recurrí a eso.

—Podías tocar mi hombro.

—Pero te hubieras asustado de igual forma.

—Pero en menor medida.

—No lo creo —dice seguro —. Parecías estar pensando demasiado, lo que me hace preguntarte cuáles son esas razones.

—¿Importa?

—Me importa.

 

Me quedo callada por unos segundos. Estamos por entrar en zona roja, pero con Liam es mejor hablar que guardar silencio.

 

—¿Y se puede saber por qué?

—Quiero ser parte de tus preocupaciones.

 

Aplano mis labios con la intención de que no se forme una sonrisa. Puedo sentir como el latir de mi corazón empieza a precipitarse. Odio y amo en la misma medida cuando ese tipo de palabras salen de él; de esa manera tan espontánea y libre y, sobre todo sincera.

 

—¿Eso no puede ser mucha carga para ti? —pregunto.

—No si las compartimos. —Nuestros dedos se rozan por un momento. Ahora mismo siento que me estoy ahogando —. Compartir nos puede ayudar a dar una nueva perspectiva de la situación y por ende hallar más soluciones.

—¿Y si no las hay?

—Haremos que las haya, además, técnicamente eso es imposible.

—Como nosotros.

 

Cierro mis ojos y hago una mueca al darme cuenta de que las palabras se han escapado de mi boca. La solución que encuentro es apresurar mis pasos, dejándolo atrás. Me planteo la idea de correr, pero eso vería extraño y también se convertiría en una razón para que Liam se burlé de mí, así que solo camino más rápido incluso cuando me duelen los pies.

 

Al llegar a la casa subo directamente a mi habitación. Estoy siendo muy infantil, pero no me importa. Mi plan es esperar hasta mañana y fingir que nada ha pasado. Ha resultado todas las veces en las que nos hemos dejado llevar por el momento, justo como sucedió hoy en la tarde en la que casi nos besamos, así que esta no será la excepción.

 

Me dejo caer en la cama y entierro mi cara en la almohada ahogando un grito. ¿En qué estaba pensando?... ¿Como nosotros? Repito nuevamente las palabras en mi cabeza y suena peor, pero de nada sirve lamentarse ahora y tampoco tengo tiempo para hacerlo, por lo que me levanto y voy hacia el baño asearme.

 



#48650 en Novela romántica

En el texto hay: amor amistad juvenil

Editado: 21.06.2022

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