Mayo 01 del 2020
Querida Marie
Realmente nunca te termine de conocer, pero joder fuiste tan inmensamente importante para mí. Lamento no haber estado cuando tu más me necesitabas, si no fuera por mi maldita terquedad no hubiera pasado nada de esto y tu estarías justo a mi lado. Pero ¿Por qué no me dijiste lo que te pasaba?, ¿Cómo fue que cargaste con todos estos problemas tu sola?, solo me queda imaginarme que donde sea que tu estés, tú eres muy feliz.
Aun te hecho mucho de menos, sigo visitando a Lucia tu madre, ella logro conseguir un trabajo estable donde le pagan muy bien y además tiene a un buen hombre a su lado, creo que ya sabes de quien te estoy hablando, exacto del señor Peter, ese de cara de matón resulto ser muy dulce y vulnerable ante los encantos de Lucia, así que no te preocupes por ella, que él y yo la cuidamos, sigue siendo tan agradable como el primer día que la conocí, me habla mucho de ti y cada vez se algo nuevo , y enserio ¿te puedes ver tan adorable?, Lucia me mostro algunas fotos de ti cuando eras pequeña, nunca pensé que te podrías mirar así, pero creo que así eras realmente, solo que no querías demostrarlo.
Se me hizo costumbre visitar tu tumba todos los domingos, ¿los recuerdas?, íbamos a cualquier lugar y enserio la pasábamos muy bien, no sabía que los extrañaría tanto hasta que te perdí y no encontré ninguna razón para disfrutarlos.
Me costó mucho acostúmbrame a tu ausencia, el primer año fue muy difícil para mí, a pesar de recibir apoyo de toda mi familia y amigos, en especial de Celina y Dorian, que estuvieron ahí para mí en cada momento, me ayudaron a levantarme cuando yo ya no podía, preocupe a todos los que me rodeaban y no me daba cuenta del daño que estaba haciendo. Me estaba destruyendo, pero es que no podía vivir sin ti, me hacías mucha falta, me culpaba todo el tiempo por lo que te sucedió y eso me atormentaba día y noche.
Mi madre ya no soportaba verme más de esa manera así que me llevo con un psicólogo que me detecto depresión severa, era tan evidente, tenía todos los síntomas, sentía culpa constantemente, problemas de sueño, pensamientos suicidas, un trauma, cambios de humor. He tenido varias sesiones hasta ahora con Julian así es como llama el psicólogo, tenemos charlas que suelen ser muy interesantes, y me pregunta de todo, sobre qué es lo que me gusta, cuales son mis pasatiempos, y demás.
Aun me cuesta un poco poder verme al espejo sin sentir odia hacia mí, pero es algo que el psicólogo no puede arreglar, claro que no estoy diciendo que no me hallan ayudado sus terapias porque no es así, de hecho, me ayudo a ver ciertos aspectos de mi vida que desconocía, me hizo crecer como persona, pero hay cosas que siguen ahí y que son imposibles de olvidar, como tú, por ejemplo, o ese día en el que te perdí para siempre el cual intento superar.
Pero aún recuerdo tu cuerpo frio y mojado sobre mis brazos, en aquel día lluvioso. Tu suéter favorito estropeado por todo el lodo que había, o tu cabello revuelto, pero lo que no puedo olvidar es tu rostro, que parecía estar feliz, sin ese nerviosismo que te caracterizaba.
Me haces mucha falta, me acostumbre tanto a tu compañía que no sé qué hacer estando solo. Te extraño todos los días del año, y te sigo amando inmensamente. Y sé que nos volveremos a encontrar en otra vida y en las siguientes, así que espérame que esta vez no te volveré a soltar de nuevo.
Con cariño, tu fiel amor Azael.
Azael: Debería dejar de escribir, mis manos están comenzando a temblar - murmuro, llevándose ambas manos a su nuca- Aun después de 2 años se me complica poder escribir sobre ti sin que esto me pase.
Había estado encerrado en mi habitación por algunas cuantas horas, pensando en muchas cosas que no debería de pensar, recordando cosas que no debería recordar y escribiendo cartas que debería dejar de escribir. Me pare inmediatamente de la silla buscando uno de los tantos sobres que tenía en el cajoncito del escritorio.
Azael: Una carta más para ti, cariño-había dicho sonriendo- Pero que no podrás leer.
La había colocado en una cajita que se encontraba debajo de mi cama donde había más de ellas, a Marie le gustaban ese tipo de detalles, me decía constantemente que tenía talento para escribir, y que eso impresionaría a quien lo leyera, pero a la única persona que quería impresionar era a ella, quería que sintiera cada palabra como un gesto de amor, buscaba transmitirle mis sentimientos en palabras ya que me resultaba difícil poder expresarlos.
Le había escrito tantas cartas que ahora, me resultaba difícil no hacerlo me era imposible, ya que se volvió parte de mí. Y aún tengo la esperanza de que algún día las leerá de nuevo y me volverá a dedicar una gran sonrisa con un par de hoyuelos.
Azael: Pero sé que no pasara, sé que no volverás y que solo es una esperanza perdida-me lleve ambas manos a mi cara para después tumbarme en mi cama-Mis antidepresivos aun no hacen efecto, tal vez por eso te estoy recordando. -dije sarcástico-
Mirar el techo ya era parte de mi rutina de cada noche, ya había contado varias veces los tablones de madera que había una y otra vez, eran 20 en total. Pero los seguía contando sin importar que, tal vez tenía la ilusión de que cambiaría en algún momento el resultado. Pero, ¿cómo sería posible eso?, el resultado no cambiaría, sería el mismo aun que las contara otras 100 veces más, ¿Por qué seguir aferrado?,¿Por qué?,¿Por qué debería ser diferente?, ¿Por qué no solo aceptarlo? solo eran unos estúpidos tablones de madera. Pero el problema no eran los tablones, era yo que aun buscaba una razón de todo lo que había pasado, no lo entendía, pretendía que sí, pero ¿a quién engaño? Hubiera seguido así, si no fuera por mi mama que llamo a la puerta.