Querida Rose

Capítulo 05.

Desperté de golpe, ¡Señor Jesucristo! Había sido una pesadilla. Me dediqué a mirar la hora... 2:57 AM. Me tumbé otra vez a la cama cansada de esta situación. ¿Porque me tenía que pasar esto a mí? A Roselyn Prescot. Me iba a disponer a reconciliar el sueño nuevamente hasta que siento algo en la plata de abajo. 

 

Extrañada por la situación bajé. Miré hacia la sala pero no era nadie, entre a la cocina y vi una pequeña caja y la ventana abierta. Rápidamente la cerré. Tenía miedo, ¿Que era todo esto? Me dispuse a abrir la caja, en cuanto vi su contenido grité fuertemente dejando caer la caja al suelo espantada. Habían dos ratas muertas en ella. Con un sobre al lado en el mesón. 

 

"Querida Rose, no podía dejar que durmieras sin antes dejarte mi regalo de las buenas noches. Disfrútalo, espero que te gusten las ratas al orno."

 

Grité aún más fuerte.

 

—¿Que- qué pasó Rose?—Jonathan entró disparado hacia la cocina agitado. Mirándome, buscando una respuesta.

 

—Na-nada...—Tartamudeé. No quería que el supiera nada. Así que me coloqué adelante de la caja que se encontraba en el suelo, tapándola.

 

—No me mientas Roselyn te oí gritar algo tuvo que pasar.—Dijo preocupado buscando con la mirada lo que ocultaba.

 

—No... Nada, solo vi una cuchara voladora.—Reí nerviosa. —Vete a la habitación a dormir de nuevo, disculpa por despertarte hermanito.—Lo alenté a que se fuera a dormir.

 

—¿Seguro?...—Preguntó dudoso. Yo estaba estática sin moverme tapando la caja con mis pies.

 

—Vete ahora mismo a la habitación Jonathan Prescot.—Sentencie. 

 

El me miró extrañado por mi forma tan bipolar de hablarle.

 

—Perdón, solo estoy... Cansada.—Suspiré realmente cansada de la situación.

 

Se fue a su habitación y yo suspiré de alivio.

 

Me reincorpore a una posición recta. Cuando sentí mi teléfono vibrar. ¿Era él? 

 

—Ho-hola...—Dije muy asustada y nerviosa.

 

—Te gustó tu regalo, Rose?— Dijo emocionado, su voz no la pude reconocer al parecer usaba un codificador de voz.

 

.—Eres un ¡Maldito asqueroso! ¿Quién eres, enfermo?—Escupí molesta.

 

—Yo te recomendaría tratarme mejor, por cierto esa camisa transparente hace que se vean tus pechos. Y me excitaria mucho más si los cortaras tus pezones para mí y bebieras tu sangre.—Dijo fascinado. Yo miré a todos lados buscándolo pero nadie... ¡Nadie! Yo lloré.

 

—Oh Dios sí, me estoy masturbando imaginando tus pechos rotos. Llora más para mí, eso me estimula como nunca.—Gimió el hombre.

 

—Déjame en paz por favor...—Le supliqué llorando.

 

—Casi me vengo Rose, sigue así. Llora más.—Dijo en hombre en un susurro completamente en éxtasis.

 

—Para por favor, ¿Que quieres... De mí?—Lloré como un bebé buscando respuestas.

 

—¿Que quiero de ti Rose? ¡Todo! Quiero que seas mía.—Susurró posesivamente. —Oh mierda, ¡Oh mierda! Me estoy corriendo.—Dijo en un tono de alivio. Lloré aún más y le corté no quería oírlo más.

 

Miré las ratas en la caja en el piso. Tomé la caja y la introduje en la basura. Al mirar esas cosas tan asquerosas me dió repugnancia, y más ganas de llorar.

 

¿Yo me merecía esto? ¿Merecía que un loco me estuviera persiguiendo? Estoy segura de que no.

 

Miré la hora, 3:25 AM. Necesitaba tratar de conciliar el sueño de una vez por todas, me dispuse a subir al segundo piso hacía mi cuarto. Me acosté nuevamente, le envié un mensaje a Christopher...

 

"Hola Chris. Estoy preocupada por tí, por favor respóndeme en cuanto veas este mensaje. Perdón por la hora, besos." 

 

Enviado.

 

En cuanto cerré mis ojos sentí algo filoso tocar mi mejilla.

 

—No sabes que es de mala educación cortar las llamadas sin avisar.—Dijo amenazantemente susurrando en mí oído. Yo ya estaba llorando, el tapaba mi boca para que nadie me escuchara.

 

Yo estaba con el corazón en la boca él estaba a mi lado, en mi cama y yo ¡No lo podía ver! Tenía las luces de mí cuarto apagadas.

 

—Abre las piernas.—Me ordenó aquel hombre. Yo negué rotundamente con mi cabeza llorando aún más.

 

—Abre las malditas piernas.—Me amenazó. Yo volví a negar rotundamente. —Muy bien, será a mí modo. —Abrió mis piernas de golpe.

 

Sentí sus dedos moverse en mi intimidad rápidamente. Yo solo lloraba más y más. ¡Quería gritar pero él no dejaba de tapar mi boca! Sentí como se pocionaba encima de mí sin sacar sus dedos.

 

¿Que iba ha hacerme? ¿Me iba a violar? 

 

 

 




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