Querida Rose

Capítulo 26.

Bajé a ver quien tocaba, era viernes. Pero se me hacía raro ya que no invité a nadie a mi hogar, tomé el pómulo de la puerta. 

 

–¿Quién es?–Pregunté sin abrir. 

 

–Soy Tom.–Dijo.

 

Uhm, Tom. Okey un poco raro para empezar. ¿Tocando casi a las 10:00 pm? Bueno, era viernes. Que más da. Le abrí... 

 

–Tom, ¿Cómo estás?–Le sonreí. Jesús, María y José. Estaba tan sexy con esa vestimenta. Mis hormonas hacían una fiesta en mi interior. Me estoy comportando como una puberta de 15 años. ¡Dios! 

 

–No tan hermosa como tú.–Me sonrió. Tom, me estaba empezando a causar cosas extrañas aparte del deseo. 

 

Reí avergonzada.–¿Gustas pasar?–Pregunté haciéndome a un lado. Aquel hombre pasó sin prisa, besando mi mejilla como forma de saludo. De hecho besó la comisura de mis labios y por Dios que sentí una corriente eléctrica recorrer mi cuerpo, fue raro pero agradable me gustaba su toque. 

 

Caminamos ambos a la sala, sentimos como unos pasos se acercaban. Era Jonathan. 

 

–¿Qué hace...?–Lo interrumpí dándole una mirada de advertencia. No quería una discordia nuevamente, él entendió perfectamente lo qué le quise decir... 

 

–Buenas noches Tom.–Rápidamente dijo, no era su mejor cara ni el mejor tono. Pero con tal de evitar un show como el pasado era mejor. 

 

–Hola Jonathan. Buenas tardes.–Le sonrió, mi hermano solo subió a su habitación.–Espero no molestarte, estaba un poco aburrido y quise venir a verte preciosa. Quería invitarte también en a un lugar...–Se acercó a mí con una hermosa sonrisa. 

 

–No, para nada. Eres bienvenido aquí cuando gustes.–La chica le devolvió la sonrisa con un poco de nervios, su cercanía le producía nervios y ahora lo veía de una forma diferente; ahora se le hacía guapísimo.–¿Sí? ¿Qué lugar Tom?–Preguntó mirando a sus hermosos ojos color avellana, y juró qué eran los más lindos qué había visto. Pero aquellos la penetraban sin pudor alguno, bajó la mirada la cuál era rojiza ahora. 

 

–Me atraes mucho Roselyn.–Se acercó un poco más a ella, la adoraba muchísimo y la quería conquistar como fuera. Total, ya sabía toda su vida.–Quiero llevarte a una cena, y luego a ver un espectáculo de fuegos artificiales.–Explicó mirando los labios de aquella. Y quizo volver a besarlos, pero... ¿Porque no?–¿Qué dices?–Esperó impaciente la respuesta de la fémina. 

 

–Eres muy lindo conmigo Tom. Acepto, ¿Cuándo nos vemos?–Aquella estaba feliz de ir a una especie de cita con su precioso vecino y ahora jefe. Jefe... ¡Jefe! Mierda. ¿En qué se había metido? Él le parecía hermoso y muy lindo con ella. Pero tenía un poco de miedo por su trabajo... A la mierda, iría con el. Total no es como si se fueran a acostar en un Motel. 

 

–Dame tú número, linda. Te avisaré–Aquellos intercambiaron números. Reían viendo películas de comedia, y Rose no podía evitar mirarlo de vez en cuando y detallar sus facciones tan precisas y hermosas, no sabía si era bueno sentir "cosas" por su jefe, vecino y ahora amigo. Un poco complicado... Le estaba gustando Tom. 

 

Él la cachó mirándolo y le devolvió la mirada, una sonrisa se asomó por sus hermosos labios. Y tomó la mano de la chica, la besó levemente. Atribuciones un poco atrevidas pero ella tampoco se oponía al cariño. Ésta se colocó roja al notar qué aquel la pilló y para rematar le sonrió tan angelical qué sintió un revoltillo de emociones extrañas en su ser, pero lindas. Sus manos unidas y ella estática ante la situación, no es qué le molestará, es qué sus nervios le comían viva. El se fue acercando, y ella lo notó rápidamente y ¡joder! La iba besar. ¿Ella quería eso nuevamente? Pues sí. Y así fue, sus labios se compajinaban con los de él. Eran tan dulces, sabor a menta fresca. 

 

–Tom...–Se separó un poco, le estaba gustando Tom. Pero parecía una chica fácil haciendo esto por segunda vez. Debía darse su lugar, y aún qué no quería parar, debía.–No debemos abusar del momento. Yo no soy tú juguete tampoco.–Le miró seria. 

 

–Pero serás mi hermosa novia.–Le sonrió, y quizo abalanzarse sobre su chica y hacerle el amor allí mismo. 

 

–¿Qué?–Aquella quedó estufecta ante sus palabras. 

 




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