A la mañana siguiente, era domingo 23 de abril del 2019.
—Muy bien Maia, tu entrenamiento está siendo, un verdadero aburrimiento—Decía mientras veía como esos lápices y estuches levitaban a su alrededor. —Necesito retos más altos, pero con mis amigas en casa no puedo hacer mucho.
—¡Maia! —Gritó Kelly yendo hacia la puerta, la cual estaba cerrada.
—Oh no, a bajo, a bajo—bajó los lápices de repente. —¿Sí? —Preguntó al verla abriendo la puerta.
—¿Qué haces?
—Nada. Dime.
—Te toca ir a comprar.
—¿Ah sí? ¿El qué? —Preguntó levantándose de su cama.
—El pan y el arroz.
—Muy bien, ahora voy—Dijo bajando las escaleras del piso, llegando al vestíbulo. —Buenos días señor Lander.
—Lo serán para ti—Respondió sin mirarla. El señor Lander era un anciano viudo que andaba siempre con su bastón, era un arrogante y malhumorado señor que solo salía para comprar el pan. Nada más.
—¿Muy bien…? —Susurró y salió a buscar el pan y el arroz. Cerca del piso había un supermercado que habían robado varias veces antes, así que las cámaras estaban duplicadas por la seguridad de todos y sobre todo de los productos.
Entró dentro y se fue a buscar el pan, que para su mala suerte estaba al fondo. Llevaba una sudadera blanca con la capucha puesta.
—El pan…—De camino hacia las barras de pan, encontró a una mujer que no llegaba al producto que quería, por lo alto que lo habían puesto. Y tuvo una idea. —Los poderes pueden ayudar a las personas y eso es lo que voy hacer—pensó. —¿Le puedo ayudar?
—Quiero ese detergente, pero no llego, está muy alto para mí—Explicó la señora.
—Esperaré a que no mire para cogerlo—Pensó. La señora vio algo en la estantería de delante así que tuvo su oportunidad, y sin tener conciencia de las cámaras, Maia utilizó su poder moviendo el detergente hacia sus manos. —Tome señora.
—Muchas gracias joven. ¿Pero cómo ha…?
—No hay de que—Respondió. —Sienta bien ayudar a las personas, más si puedes hacerlo—Pensó. —Bien, ya esta, el pan. Qué bien, el arroz también está aquí, me estoy jugando mi tranquila vida por hacer estas cosas—Mientras iba por el pasillo, se paró al ver unas galletas, las cuales eran sus favoritas. —Galletas…
En ese momento un carro de la compra iba directo hacia una niña quien estaba mirando las galletas, el cual Maia tuvo su instinto de protegerla. Así que sin tener mucho tiempo lo condujo hacia otro lado con un solo movimiento de manos.
—Mamá, quiero estas—La niña cogió las galletas y se las enseñó a su madre, mientras que Maia la miró con una sonrisa en su rostro.
En la sala de control del supermercado, había las pantallas conectadas a las cámaras de seguridad y ahí había un hombre de guardia que lo vio todo.
—No puede ser, imposible—Alucino al ver esas escenas.
Maia volvió del supermercado. —Ya estoy aquí, el pan y el arroz—dijo dejándolo encima de la mesa de la cocina.
—Gracias Maia. Ya he hecho la comida—Dijo Iris.
—¿Para qué era el arroz si no ha sido para hoy?
—Es para mañana, tendremos invitados—Dijo Kelly sentándose.
—¿Invitados?
—Es que no escuchas, mañana vendrán los empresarios de mi futuro trabajo, espero. Y me he enterado que el plato favorito del jefe es el arroz blanco, así que lo haremos para tener más posibilidades.
—Ah… pues no me acuerdo de haber escuchado eso.
—No tienes remedio.
—Lo siento, pero ya me he enterado.
—La comida se va a enfriar, vamos a comer—Dijo Iris poniendo las noticias.
—Dale voz, ha vuelto a pasar algo en el supermercado—Dijo Kelly.
—¿En el supermercado? —Pensó Maia.
—Pues sí, aquí estamos otra vez, esta es la quina vez en este mes que algo pasa en este supermercado de Valle Turquesa. Aquí tenemos al guardia que aviso a las autoridades, ¿qué ha pasado?
—Bueno, sé que va a sonar algo raro, pero por las cámaras de seguridad vi a una persona hacer algo inexplicable.
—¿Que hacía esa persona? —preguntó la periodista.
—En una cámara, vi como esa persona bajo un detergente con su mente, quiero decir lo movía sin tocarlo.
—Suena un poco a fantasía ¿no? —Al escucharlo, Maia se encogió de hombros.
—Sí, lo sé, pero tengo pruebas, las cámaras de seguridad lo grabaron todo, ahora se están pasando a un archivo para darles la grabación.
—¿Y cuánto suele tardar en guardarse un archivo?
—Dependiendo del contenido, este en concreto estará listo mañana ya que es una grabación grande.
—Pues muchas gracias. Así lo ha vivido el guardia de seguridad de este supermercado, esperaremos a las pruebas.
—Gracias Laura. Continuamos con las noticias, el campeón de tiro con arco, Dan Ágora, un joven de 23 años recién cumplidos celebra su cumpleaños con un espectáculo de su deporte, Marina, ¿estás ahí?
—Así es, estoy en su casa Carla, está llena de gente como podéis ver y ahora hablaremos con él, si nos permite preguntarle algunas cosas. Dan ¿podrías responder algunas preguntas para TV5?
—Claro—Dan Ágora era un joven con el cabello negro azulado oscuro con ojos misteriosos.
—Una de las preguntas más típicas que se pregunta la gente sobre ti es ¿Por qué llevas siempre las gafas de sol? Me han dicho que, aunque no haga sol las llevas igualmente.
—Si bueno, desde pequeño me han gustado las gafas, así que mi madre me compro varias de diferentes colores, entre tú y yo mis favoritas son las azules.
—Las que llevas ahora ¿no? Oye y otra pregunta que me han dicho ¿Cómo lo haces? ¿Tienes algún secreto o truco para no fallar ni una sola vez?
—Solo puedo decir practicar mucho, como muchos seguramente saben, el practicar, perfecciona a la perfección, lo que estés haciendo, cuanto más practiques, más posibilidades tienes de hacerlo bien sin ningún error—Mientras explicaba, Maia se ponía cada vez más roja dibujando una sonrisa en su rostro.