¿quién eres? - Observación

Capítulo 11.

De pronto, quedaron en absoluto silencio los tres mirándose algo perplejos, a lo que Santiago dejó de sujetarla del brazo y Facho comenzó a reírse fuertemente causando que todos se voltearan a verlos.

 

Pitu se sintió algo incómoda de principio, pero luego la risa de Facho la empezó a contagiar y al mirar a Santiago, ya estaba sonriendo y golpeando a su amigo para que se detuviera. Era la primera vez que lo veía sonreír en todo lo que había llegado a compartir con él, pues la mayoría del tiempo la miraba molesto y se lo hacía saber.

 

Los demás universitarios amigos de Santiago se integran a la mesa, pero a los segundos Pitu recibió una llamada a su teléfono que no podía pasar por alto, al levantarse de la mesa, extendió su mano como si esperara que alguien fuera a pasar por algo.

 

―Requisados los guantes ―dijo Facho quien se los adueñó.

 

Pero ella se mostró aburrida con el asunto, y caminó lejos para hablar con más tranquilidad, mirándolos de reojo de vez en cuando, notando que se empujaban como niños de primaria.

 

―Parece que se le hizo predecible tu juego, Facho ―dijo Gael bajando la voz.

―Espera y verás ―aseguró el implicado.

 

Pasaron algunos minutos para que Pitu regresara a la mesa, pero fue interceptada por Consu quien quería conversar algo, y en el camino estaba Facho revisando algo en el teléfono.

 

―Requisado ―dijo Pitu quien le arrebató el teléfono.

―Ah, así que en el fondo tú quieres salir conmigo.

―No, pero si lo quieres de regreso tengo una condición.

―Salir juntos.

―¡No! ―lo interrumpió―, mi condición es que dejes tu juego de estar requisando mis cosas.

 

El revés en su propio juego no lo vio venir, menos de esa chica, por lo que esto se estaba convirtiendo cada vez más en un desafío interesante que no dejaría pasar, pero si ella quería jugar, bien, él aceptaría el juego, y eso significaba una sola cosa: la determinación de Facho para ser el único ganador.

 

Mientras ella conversaba con Consu sobre el asunto del asado, el teléfono de Facho comenzó a sonar con llamadas entrantes y causando que se asomara cerca para señalarle que lo haría hasta que se cansara.

 

―No te va a responder ―dijo Gael a su lado.

―Entonces que se dé por enterada que soy yo llamándome ―y le mostró a ella quien llamaba.

 

Su sonrisa solo indicaba que no se rendiría tan fácilmente, pero Facho lo interpretaba como que vendría en cualquier momento para regresarle el teléfono.

 

―¡Enano!, ¡pásame tu teléfono! ―le ordenó Facho a su hermano menor.

―¿Qué pasa con el tuyo?

―¡Solo pásame tu teléfono!

 

Se consiguió cuanto teléfono pudo para llamar al suyo y así de paso fastidiarla, pero se encontró con que la llamada lo lanzaba directo al buzón de voz.

 

―¿Qué pasó con mi teléfono? ―preguntó Facho.

―¿Qué teléfono? ―y mostró Pitu sus bolsillos vacíos.

―¡Yo cuido tus cosas!, más te vale a ti…

―Ah, ¿tu juego tiene reglas? ―simuló inocencia―, últimamente, todo por aquí tiene reglas.

―No bromees así.

―Te noto desesperado ―sonrió como si sus suposiciones fueran ciertas.

―¡No lo estoy! ―aseguró él.

―Entonces, ahora quizás lo estés ―y le quitó el cuaderno que llevaba consigo―, requisado.

―¿Me dejarás sin mis cosas o acaso quieres dejarme en ropa interior?, porque si es así, solo me desafías a…

―Podríamos repartir el dinero cincuenta y cincuenta.

―¿Eh?, ¿qué dinero? ―preguntó al no saber a qué se estaba refiriendo.

―Ya que tienes Fan Club y todo eso, subastaré tus cosas por internet, ¿qué tal?

 

Si antes no estaba algo preocupado, ahora solo le causaba asombro e intriga en saber si sería o no capaz ella de hacer algo así, por lo que Facho se fue caminando a paso firme, porque sin teléfono y el cuaderno, tendría que buscar alguna forma de recuperarlo.

 

―Aun no entiendo cómo no le quitaste tu cuaderno ―comentó Gael.

―Me desencajó, no creía jamás posible que ella tomara la iniciativa así ―se refregó su cara algo frustrado―, ahora me vine a dar cuenta que en ese cuaderno tengo unas guías para estudiar, tendré que hablar con Santiago para que me preste las suyas.

―Ya, ya, capaz que no sea necesario, mañana en el asado…




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