Cuando el viernes como de costumbre apareció Pitu, se encontró con que en el ingreso no estaba Facho ni Santiago, seguramente a causa de sus pruebas, pero ese hecho por algunos minutos la hizo sentirse algo aliviada,aunquealgo incómoda.
Algunas niñas se acercaron a ella para acompañarla al comedor antes que comenzaran las actividades, luego se entretuvo realizando puzles que había impreso para llevarlos al voluntariado, por lo que no se percató cuando el Fan Club apareció hasta que su concentración fue interrumpida al sentir algo sobre sus hombros.
Miró hacia ambos costados para asegurarse que no fuera algo desagradable y descubrió que era la chaqueta de Facho. Se la quitó como si fuera una bomba nuclear y se apresuró en alcanzarlo para sujetarlo del hombro con fuerza haciendo que se volteara para verla.
―¿Qué pretendes?, ¿qué me maten aquí? ―y señaló parte del Fan Club que los estaba mirando atentamente.
―¿De qué hablas? ―al parecer Facho había olvidado la conversación sobre que ella no confiaba en él.
―Ya me bastó con la mala broma de las admiradoras de Santiago, y ahora vienes tú…
―No te va a pasar nada ―la interrumpió bajando el perfil al asunto con tanta desfachatez que la descolocó―, créeme las admiradoras de Santiago son algo intensas.
¿Intensas?, Pitu se desmayó del susto por una mala broma.
―¡No quiero tu chaqueta y fin del asunto! ―exclamó al mismo tiempo que se la regresó a él.
Ahora resultaba que Facho no recordaba nada y la fastidiaba como antes, a lo que ella se sintió abrumada, por lo que se fue a sentar al lado de Teo.
―Pareciera que no fueran amigos ―comentó Teo.
―Jamás lo hemos sido ―y apoyó Pitu la cabeza sobre su hombro.
―Vamos, tú eres su hermanita…
―¡No vuelvas a decir eso! ―lo increpó al segundo―, solo lo hace para fastidiarme al igual que tu casi pariente.
―Pitu uno, Teo cero ―y la miró de reojo cuando bromeó con su comentario.
De pronto, Pitu se sorprendió al ver a Santiago sentado en una mesa quien parecía realmente enfermo, porque ella creyó que había faltado junto a Facho.
―¡Wow! ―exclamó levantando la cabeza para verlo con mayor atención―, parece que está moribundo.
―Sí, el obstinado de Santiago quiso venir hoy…
―¿Acaso nadie le dirá que vaya a descansar?
―Tú sabes que acá nadie le dice esas cosas a él.
―¡Pero se ve realmente mal! ―se alarmó al observarlo así de mal junto a Facho.
―¿Dónde vas? ―le preguntó al observarla que se levantaba de la silla.
―Iré a un suicidio social, por lo que, si veo que necesito apoyo, te llamaré.
Ella caminó directamente hacia donde ellos estaban compartiendo la mesa y se paró en frente para ver si la notaban, pero el teléfono móvil de Santiago parecía más interesante, ignorándola por completo.
―¿Te acuerdas de que me preguntaste cuando podría confiar en ti, Facho?, bueno, hoy es el día y ya que, si Santiago confía en ti, entonces, yo confío en ti.
Ambos se la quedaron viendo sorprendidos y luego se miraron entre ellos de forma misteriosa.
―Así que tú junto a Yuyu y Consu estarán a cargo a lo que Santiago se recupera ―dijo Pitu quien le arrebató el teléfono a Santiago y se lo entregó a Facho―, los demás los vamos a apoyar en lo que necesiten.
―¡Hey! ―reclamó Santiago.
―Nada de “Hey”, ¡tú estás enfermo!, necesitas descansar y por lo demás nos estás contagiando a todos aquí, salvo que nos quieras en cuarentena infecciosa ―lo miró seriamente ocultando su preocupación al observarlotan enfermo―. Teo, Gael, ¿pueden llevárselo para que descanse Santiago, por favor?
―¡A mí nadie me llevará a ninguna parte! ―la interrumpió oponiéndose a tal sugerencia.