¿quién eres? - Observación

Capítulo 33.

Jamás creyó posible que pudiera pasar algo así, solo se había quedado con una versión, la suya y algo la incomodó.

 

—Me parece que no es la misma —y se tragó la sonrisa con dificultad—, ¿podría ser posible?

—Necesito verla para asegurarme.

—Bien, pero solo verla —aceptó porque se sentía confundida—, no puedes fotografiarla ni nada, porque…

—Solo quiero verificar la firma —la interrumpió como si le restara importancia en leer el documento.

 

Buscó en la galería de su teléfono, y ahí estaba el documento. Facho agrandó la pantalla todo lo que pudo, acercándose al detalle de la firma.

 

—¡No lo puedo creer! —exclamó Pitu atónita.

—No soy un experto, pero te puedo decir que esa no es la firma de Santiago.

—Pero, él aparece en ese documento.

—No, no, no —insistió en aclararlo al ver su cara—, él no te expulsó, me lo dijo a mí y a los demás, por lo que esto debe ser un malentendido…

—Lo fue, porque esto —le indicó la pantalla—, ya es pasado, no va a cambiar nada.

—No estás entendiendo, él no…

—¡No!, tú no estás entendiendo, esto no cambia nada, las cosas ya pasaron —y se levantó de golpe—, ¡voy al baño!

 

Se quedó sin poder detenerla, por lo que solo escribió un mensaje desde su teléfono: “verificado, no es la firma de Santiago”.

 

—¡Debería asesinarte! —se encontró frente al dedo índice acusatorio de Romi—, ¿dónde está Pitu?

—Fue al baño.

 

Romi se fue a verificar que su amiga estuviera bien, en tanto, que Gael venía pasos más atrás con cara de mártir, y se sentó en el asiento que parecía haber sido de Pitu antes.

 

—No tienes idea cómo se puso cuando se dio cuenta que la engañaste.

—Era la única forma que me dijera dónde estaba mi hermanita, ahora me surgieron más preguntas que respuestas.

—Considerando su cambio, lo veo posible.

—No, no, no, esto es más allá, porque supongo que ya sabes que no fue al médico, eso era mentira.

—Ya, ahí vienen, compórtate —se lo advirtió.

 

Pero, Romi le señaló a Facho que conversaran afuera.

 

—¿Lo asesinará? —preguntó Gael preocupado por su amigo.

—Es probable —dijo Pitu sentándose como si fuera algo de poca importancia.

—Él quería saber sobre ti.

—Me podría haber llamado por teléfono, aunque suele ser algo impaciente el jovencito —y recién lo miró—, Romi está molesta porque se dio cuenta de su engaño más que la mentira en sí.

—Está furiosa.

—Yo también lo estaría si hubiera sido al revés.

—Eso lo sabemos, pero no conocíamos…

—Lo que sucede es que ustedes suelen subestimar mucho a las personas, solo eso diré —y se mordió el labio.

—Bueno, sí, puede ser, pero yo no pensé que se molestaría tanto tu amiga.

 

Y ella solo levantó los hombros.

 

Romi apareció seguida de Facho que tenía la cara descompuesta.

 

—¿Comiste algo, Pitu?

—Sí, no te preocupes.

—¿Qué quieres comer, Romi? —preguntó Gael amablemente.

—Iré a ver si mi pedido por la aplicación está listo, ustedes dos no se mueven de aquí hasta nuestro regreso —sentenció su amiga seriamente.

 

Él apoyó los brazos sobre la mesa desganado y la miró de forma inquisidora.




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