«Deveria ser ley no fingir amar»
•A s t r i d
Caricias suaves y delicadas sobre la piel de mi cuello me obligan a cerrar los pies por instinto, las manos de Aleix bajan por mi vientre sin preocupaciones, siento que navego en un mar de fuego cargado de emociones y sensaciones que estuvieron profundamente intactos hasta ahora. Me dejo llevar por lo que percibe mi cuerpo permitiendo que el chico alto y de piel morena me sumerja en un volcán a punto de jactarse.
Abro los ojos para detallar lo que sucedía a mi alrededor; Aleix estaba sobre mí en la cama, desvistiéndome, besándome, acariciándome y próximamente sumiéndose en un solo conmigo. Era poco justo que estuviera debajo de él, siempre solía estarlo yo, pero estaba vez le permití sentirse "al mando".
—Di que estás loco por mi —exijo interrumpiendo mis gemidos desembocados.
Él muestra una sonrisa ladeada que se me hizo traviesa y a la vez curiosa, aunque Aleix siempre ha sido tan fácil de descifrar, pero yo siempre logro saber lo que piensa o un aproximado, y cuando no lo comprendo tengo miedo... miedo de perderlo y quedarme sola, miedo de que nadie pueda quererme de verdad como lo hace él, que nadie pueda entenderme como lo hacía él.
Miedo.
»—Di cuanto me amas —agrego acariciando la comisura de mis labios con mi lengua.
Sus ojos negros dejan de mirarme fijamente, se queda un momento mirando mi cabello rubio mientras sus manos se apoyaban a los costados de mi cabeza para mantenerse equilibrado. Esperé expectante y ansiosa por su respuesta, deseando saber qué sentía ya que era lo único que jamás lograba descifrar.
—Yo ... —no pudo finalizar ni la mitad de la oración cuando la puerta de mi recamara rezumba en un sonido más que escandaloso.
Los dos volteamos unánime hacia esa dirección, los ojos furiosos de mi madre me sacan de todo pensamiento y sensación placentera. Aleix se baja rápido de mí intentando ponerse los jeans a nivel Dios, sin embargo, mamá lo obliga a irse semi desvestido a la salida.
Veo como el chico corre sobre un pie mientras procura vestirse los pies.
—¡¿Qué haces?! ¡mamá! —intento detenerla cuando lanza la polera de Aleix afuera, arrugo la frente —¿Qué hiciste? ¿Por qué...
—¡Basta ya As! —grita tomándome de las manos para literalmente arrastrarme hasta el interior de la sala y soltándome sobre el mueble sin mucho cuidado.
—¿Basta de qué mamá? ¿Qué es lo que quieres ahora? —abro los ojos parpadeando rápido —¡solo eres un fastidio!
—¿Qué acabas de decir? —ella coloca sus manos sobre sus caderas examinándome, nunca le había hablado con ese tono, por lo mismo su reacción me asustaba. Nunca hemos tenido una buena relación, ella siempre me juzga incluso antes de que comenzara a ser como soy ahora —. No permitiré que me hables de esa forma, ¿Qué te crees? ¿supones que no eres un fastidio para mí? ¡todo el tiempo estás causando problemas como si no hiciera todo para que no te falte nada!, pero claro, no lo valoras.
Mi ceño fruncido no deja de permanecer mientras me obligo a no evadir su mirada, hago un puño con mis manos intentando mantenerme calmada.
Hace tres años me juzgaba por ser asocial, distante, fría e incluso por cosas con menos sentido, siempre lo ha hecho, no importa que haga, sea bueno o malo para ella siempre habrá un problema mayor, por eso decidí darle verdaderas razones para enojarse conmigo. Antes quería hacerlo todo para merecer su cariño y su orgullo, pero eso es imposible.
Todos llegan a ese momento en el que ya no pueden continuar insistiendo, y yo llegué al punto en el que no me interesa agradar a nadie.
Me pongo de pie encarándola.
—Y nunca lo valoraré —escupo apretando con más fuerza mis puños.
Olivia no duda en abofetearme.
Bajo la mirada tan solo unos minutos asimilando lo que acababa de pasar y solo la vuelvo a mirarla cuando escucho su voz decir las palabras a continuación.
—Ya está decidido, iras con tu padre a Nashville —réplica sin mirarme a los ojos.
Mis labios se abren levemente sin entender bien lo que dijo.
¿Acaso acababa de manifestar que iría a Nashville... con mi padre?
No, imposible.
No es que odiara estar con papá, incluso era mucho mejor su compañía, pero... Nashville he escuchado rumores, cosas raras que no me apetece descubrir, pero sobre todo estaría lejos de todo lo que me había costado construir; amigos, una vida social y Aleix, el chico al que amo.
Mi mente inicia un sinnúmero de pensamientos de todo lo que no quería dejar atrás.
—No iré, no iré a ningún lado.
—Esto no está en discusión, hace tiempo quería enviarte... —mira detrás de mí — no debí confiar en las palabras de Martin — regresa su vista a mi persona—, no mejoraste.
Ella camina lentamente hacia un cajón en la pared de nuestra izquierda, comienza a buscar desesperada hasta encontrar un sobre, me lo extiende y tomo dudosa. Cuando al fin desdoblo el papel lo que encuentro es un boleto de tren.
La sangre fluye con más rapidez por mis venas, siento que todo mi cuerpo tiembla y solo quiero huir, desaparecer de la vida de Olivia para que así ya no tuviera problemas ni preocupaciones, para que pudiera ser feliz porque al parecer lo único que le traigo son desgracias.
—Hoy te enviaría de vacaciones hasta el lunes, pero te irás y terminarás la escuela allá.
Al parecer ella ya había arreglado todo.
No me quedaría a llorar en mi cuarto, eso jamás.
Mi pecho sube y baja con una fuerza anormal, muerdo mis labios hasta el punto de causar un pequeño corte, no puedo dejar de ver el papel que sostenía. Asiento como si estuviera conforme, aunque esa expresión era totalmente lo contrario. Suelto el papel, me vuelvo hacia la salida y me quedo mirando la puerta hasta cierto punto perdido en el que no escuché nada y salí sin dirigirle la palabra.
El viento me golpea el rostro, los pasos son largos, los ruidos escandalosos que hacían los autos en la carretera se hicieron silenciosos, casi inexistentes.