Why when do our darkest deeds do we tell?
They burn in our brains, become a living hell
'Cause everybody tells, everybody tells
Blair Waldorf.
Mi padre siempre me decía, "no camines tarde por las calles de Shellbey". Pero siempre fui demasiado terca como para seguir esa simple regla.
Nadie me creería si digo que todo empezó con un mensaje en mi móvil "equivocado", pero fue así. Así lo encontré a él, así entre a su mundo.
~°🎭°~
Desconocido:
¿Hola?
¿Estás allí?
Miré mi móvil con el ceño fruncido, ¿Quién era? No lo sabía, estaba tratando de ignorar aquel mensaje sentada en una banca de la plaza de Shellbey. La piquiña de algo llamado curiosidad me empujó a responder el móvil, y antes de darme cuenta ya estaba contestando al número que desconocía.
Yo:
¿Te conozco?
Desconocido:
No lo sé.
Da igual como lo diga, es una locura.
Lo he repasado tantas veces.
Espera un momento.
Llamada entrante: Número desconocido.
Miré con confusión la pantalla de mi móvil. Me lleve el móvil a mi oreja contestando la llamada y supe enseguida que era un mal error. Escuchaba una respiración sin que nadie rompiera el silencio.
—¿Hola? —escuché el doble eco, estaba detrás de mi sea quien fuera.
Lo siguiente que supe es que tenía una bolsa en la cabeza y a pesar de los gritos. En Shellbey, todos hacen oídos sordos por la noche. En Shellbey no pasa nada grave y aunque lo pasará, aunque se escucharán mis gritos ahogados por el costal que tenía en la cabeza. Nadie salió, nadie hizo el mínimo intento de salir a ver qué pasaba.
Lo último que supe, me metieron en un coche y el dolor agudo en la parte trasera en mi cabeza por un golpe.
~°🎭°~
Lo único que siento es que la cabeza me duele mucho en la parte de atrás, tal vez por el golpe, tal vez porque parece que llevara durmiendo mucho tiempo sentada, pues tengo un horrible dolor con punzadas en el cuello. Mis párpados se sienten pesados, pero voy abriendo los ojos poco a poco.
Lo poco que veo están borroso y la luz directa que cae en mi cara me obliga a cerrarlos de inmediato. Estoy confundida, pero solo agachó mi cabeza para que no me de la luz de manera tan directa en la cara. Dándome cuenta que mis piernas están atadas a una silla. Intento moverme pero es en vano.
—Hola —dice una voz femenina o eso supongo. Estoy muy desorientada para esto.
—Buenas —dice ahora una voz masculina, que me hace levantar la mirada al notar que la luz ya no me apunta directamente.
—No vas a hacerlo ahora...—se queja otra voz, más profunda que la anterior mientras escucho una puerta cerrarse a mis espaldas.
—Mikael, cállate. —resuena otra voz masculina. Esto era una mala señal. Estaba jodida.
Jalo mis muñecas contra el material, en vano pues solo me duelen las muñecas al final y no he tenido avance en soltarme.
—Estoy confundida. —suelto en un susurro apenas audible con mi voz ligeramente ronca, pensé que no me escucharían pero lo hicieron quedándose callados todos.
—Vaya, lo hicieron —dijo la misma voz hostil de antes. Ese tal Mikael.
—Ah, ¿Es ella? —otra mujer, dos mujeres hasta ahora. Voy contando mentalmente. Cinco personas hay en lo que sea que esté metida.
—Oh, eh, que tal chicos —escuchó una voz un tono suave, diferente al resto. Acaba de llegar ¿Como lo sabía? La puerta rechinaba cada que se abría, chirrido que me molestaba.
—Bueno, ya estamos todos.
Estoy tan confundida que apenas puedo ver, todo estaba demasiado oscuro y la única iluminación estaba en el centro de la habitación, y no iluminaba mucho que digamos, pero sé que hay seis personas al menos por ahora.
—¿De qué va todo esto? —me atrevo a preguntar finalmente, no entiendo nada.
—Bueno, a ver, como lo digo sin que suene tan loco - una voz masculina me contesta.
—Vaya, genial, nos lleva el orto —interviene Mikael con el mismo tono hostil.
—¿Quién eres? ¿Cómo conoces a mi hermana? —me pregunta una chica rubia mientras daba un paso adelante, de rasgos maduros, tal vez tenía treinta o más, que se mantienen en seriedad. Cada vez dejándome más anonada.
—¿Perdona?
—Liana...—se interpuso otra chica, era castaña y llevaba lentes. Le estaba poniendo una mano en el hombro a la rubia para detenerla.
—¿Qué has hecho con ella? —me vuelve a preguntar la chica llamada Liana.
—Quería preguntarte de dónde conoces a Keira —habla el hombre que tenía se coloca al lado de Liana, hablando de manera directa.
—¿Por qué lo queréis saber?
Empecé a detallar aquel hombre de barba; apenas rondaba por los treinta años o eso aparentaba. Por otro lado, el ambiente estaba cargado de ese misterio que existe en películas y libros. Eso empujaba mi curiosidad a entrar en ese misterio. En lo que me preguntaban.
—Buena pregunta —Me habla Mikael y yo ni siquiera se en donde estoy. Apenas recordaba que había cenado ayer.