EPíLOGO

Los primeros rayos del sol empezaban a iluminar el bosque cuando Aida Baker abrió los ojos. Tenía la boca seca y un dolor de cabeza terrible. Trató de recordar cómo había llegado allí, pero su mente estaba en blanco.

Miró a su alrededor y vio que no estaba sola. Había otros cuatro adolescentes allí, durmiendo alrededor de una hoguera apagada. Recordó a algunos de ellos de la fiesta de la noche anterior, pero solo reconoció a uno, Tony uno de los mejores amigos de su novio.

Aida se levantó con cuidado para no despertar a los demás. Se sintió incómoda allí, no estaba acostumbrada a dormir en el suelo, mucho menos en medio del bosque.

Mientras se alejaba, vio algo que la hizo detenerse en seco: un cuerpo. Era Paulina, una chica de su clase, que siempre había sido tímida y amigable con todos. Paulina estaba tirada en el suelo, inmóvil, con la ropa rasgada y un charco de sangre alrededor de su cabeza.

Aida sintió una oleada de náuseas y horror. ¿Cómo había llegado allí el cuerpo? ¿Qué había pasado la noche anterior? Ni siquiera recordaba que Paulina hubiera estado la nohe anterior en la fiesta. ¿Desde cuando Paulina iba a fiestas?

Intento retroceder, quería correr hacia el lado opuesto. Se detuvo al ver que los chicos que antes encontró durmiendo junto a ella también se estaban despertando y viendo a Paulina. Parecían tan asustados como ella.

- No podemos decir nada de esto a nadie - dijo Liam luego de un par de minutos de un pulcro silencio, un chico con aspecto de rebelde, en voz baja. - Nos meteríamos en un lío.

Aida asintió, sin estar segura de que estuvieran haciendo lo correcto. Se había despertado en medio del bosque, con una resaca horrible y sin saber cómo había llegado allí. Pero el cuerpo de Paulina era real, y eso significaba que algo terrible había pasado la noche anterior.

Los cinco adolescentes se miraron en silencio, sabiendo que habían visto algo que nunca podrían olvidar. No sabían que esta experiencia los uniría de una forma que nunca habrían imaginado.