El sol de la tarde se filtraba a través de las hojas de los árboles, pintando destellos dorados en el campus del instituto Eden Hells. Luego de una intensa clase de gimnasia Aida caminaba por el campus mientras jugueteaba con su cabello.
El sudor aún perlaba su frente cuando se acercó a Jackson, su novio, para darle un abrazo. Pero en lugar de sentir el consuelo familiar de sus brazos, Aida fue recibida por un aroma dulce y penetrante de perfume barato.
- Jackson, apestas - Aseguro Aida con una voz cargada de desconfianza.
Jackson se separó rápidamente de ella con una expresión llena de sorpresa.
- ¿De qué estás hablando, Aida? No sé a qué te refieres.
El corazón de Jackson se acelero. Por un momento, Aida se sintió desolada y confundida, pero dejó el asunto de lado.
Detrás de Jackson emergió Paulina, una chica tímida y amigable que siempre parecía estar presente en los momentos más inoportunos.
- ¿Nunca te enseñaron que espiar a las personas es de mala educación, Paulina? - Inquirió Aida con desdén, sin percatarse de la conexión que existía entre ella y Jackson.
Paulina bajó la mirada, sintiendo el peso de la acusación en las palabras de Aida.
- Lo siento, Aida. No quería espiarlos.
- Seguro vernos a Jackson y a mi es lo más cerca que has estado de ver el amor - Se burla Aida - Dulce y estúpida Paulina. No te preocupes, algún día alguien te querrá - Dice Aida con una intensidad maliciosa antes de darse la vuelta y desaparecer por el pasillo tras su novio.
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Sobre Eden Hells las nubes grises que se arremolinaban en el cielo presagiando la tormenta que estaba por desatarse. Aida avanzaba con determinación por los pasillos con la mirada fija en el objetivo que se encontraba en la cafetería. Sentía un nudo en el estómago, una mezcla de dolor y coraje que la impulsaba a hacer lo que debía. El susurro de los murmullos crecía a su paso, las miradas curiosas y expectantes se clavaban en su espalda. Todos sabían lo que estaba por suceder, y no podían apartar los ojos de la escena que estaba por desplegarse.
Al llegar a la cafetería, Aida divisó a Jackson rodeado de sus amigos, riendo y bromeando como si no hubiera un mañana. Pero hoy, su mundo se vendría abajo. Con paso firme y la cabeza en alto, Aida se acercó a la mesa donde se encontraba Jackson. Un silencio tenso se extendió a su alrededor.
- Jackson - Aida pronunció el nombre con una voz que traspasaba el dolor y la decepción acumulados. Los ojos de Jackson se encontraron con los suyos, la sorpresa reflejada en su rostro. Aida no podía permitirse flaquear en ese momento. - Hasta aquí llegamos capullo, no te quiero volver a ver.
El silencio en la cafetería era palpable, como si el tiempo se hubiera detenido por un instante. Los rostros de los estudiantes mostraban una mezcla de sorpresa, curiosidad y algo de morbo. Las palabras de Aida resonaban en el aire, desnudando una verdad incómoda que todos intuían pero que nadie se atrevía a pronunciar.
- No voy a seguir tolerado está farsa, Jackson - continuó Aida, su voz temblando ligeramente pero cargada de determinación. - Ya se que te acostabas con Paulina.
Un murmullo se desató entre los presentes, una mezcla de asombro y curiosidad por saber qué secretos guardaba ese romance que parecía perfecto desde afuera. Jackson intentó articular palabras, pero su boca parecía seca y sus labios apenas se movían. Aida, sin esperar una respuesta que sabía que no iba a llegar, dio un paso atrás y se alejó de la mesa, alejándose de la sombra de una relación que ya no tenía sentido.
Mientras Aida se detenía junto a su casillero, su mente estaba inundada de emociones encontradas. La reciente ruptura con Jackson había sido un paso necesario, pero el dolor aún latía en lo más profundo de su ser. Intentando distraerse, abrió su casillero y comenzó a acomodar algunos libros y cuadernos.
Fue entonces cuando sus ojos se posaron en un pequeño frasco de perfume que yacía en el fondo del casillero. La sorpresa se dibujó en su rostro mientras lo levantaba con cuidado. El frasco tenía una nota.
"Aveces lo bueno viene en frasco barato"
Aida abrió el frasco, el olor dulce era inconfundible. Era el mismo aroma que había sentido en Jackson en más de una ocasión.
El corazón de Aida empezó a latir con fuerza, mientras las piezas del rompecabezas comenzaban a encajar en su mente.
En ese preciso momento, Louis apareció junto a ella, con su característica sonrisa amigable. Sin embargo, Aida no podía contener la necesidad de compartir su descubrimiento. Lo miró directamente a los ojos.
- Louis, ¿alguna vez has percibido este aroma? - preguntó, sosteniendo el frasco de perfume en sus manos.
Louis frunció el ceño, intentando recordar. Pero sus ojos se iluminaron de repente - Aida, ese perfume... lo recuerdo. Paulina... también lo llevaba puesto... Lo sé porque ella era mi compañera de química...
La revelación golpeó a Aida como un rayo, dejándola sin aliento. Paulina, Jackson y el perfume. La primera vez que Aida había olido ese perfume en Jackson había Sido hace meses ¿Desde hace tanto la engañaba Jackson? ¿Cómo había sido tan estúpida para no darse cuenta?
Por otro lado, Jackson, envuelto en una mezcla de ira y confusión, buscaba a Liam por los pasillos de Eden Hells. Su mente estaba turbada por la imagen de Aida rompiendo con él. No podía soportar que Liam hubiera revelado su amorío con Paulina a Aida, poniendo en riesgo su relación e incluso su implicación en la muerte de Paulina.
Finalmente, Jackson encontró a Liam en un rincón apartado del instituto. Sin pensarlo dos veces, se abalanzó sobre él, lanzando un puñetazo que impactó con fuerza en el rostro de Liam. El sonido del golpe resonó en el pasillo, llamando la atención de algunos estudiantes que se apresuraron a alejarse de la escena.
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Editado: 22.11.2023