¿quién mató a Paulina?

10

El sábado amaneció con una lluvia intensa que parecía haber empapado a toda Eden Hells. Aida, con su paraguas en mano, caminaba por las calles mojadas hasta llegar a su cafetería de todos los días, Eco. El aroma del café recién hecho y el acogedor ambiente del lugar la reconfortaron al instante.

Al entrar, Aida no pudo evitar notar la animada celebración que ocurría en una de las esquinas del café. Era Tony, quien ahora ostentaba el título de capitán del equipo de fútbol. El bullicio de los chicos riendo y brindando llenaba el lugar mientras él sonreía orgulloso.

Por otro lado, Lara estaba en una mesa cercana, compartiendo un momento con su padre, el sheriff encargado del caso de Paulina. Aida se sintió momentáneamente incómoda al cruzarse con su mirada.

Justo cuando Aida tomó asiento en una mesa apartada, la puerta del café se abrió con fuerza, revelando a Liam, empapado por la lluvia. El chico corrió para refugiarse de la tormenta y, al ver a Aida, le sonrió agradecido. Aida se fijo automáticamente en el moretón de Liam en su cachete.

- ¡Qué día tan lluvioso! - exclamó Liam, quitándose la chaqueta y sacudiendo su cabello húmedo. - ¿Te molesta si me uno?

Aida asintió invitándolo a sentarse. El camarero se acercó para tomar sus órdenes y en menos de un par de minutos volvió de nuevo con ellas sobre una bandeja. Mientras esperaban la lluvia empeoró, convirtiendo la tormenta en un espectáculo escandaloso en el cielo. 

- Creo que estaremos aquí bastante tiempo - comento Liam mirando hacia afuera con una sonrisa.

Aida asintió y luego suspiró, mirando su café con gesto pensativo. Finalmente, decidió abrirse con Liam, compartiendo sus pensamientos más profundos y oscuros.

- ¿Sabes? Siento que todo lo que está sucediendo es de alguna manera mi karma - dijo Aida con honestidad. - Siempre me he portado como una perra con los demás, especialmente con Paulina. Recuerdo que una vez le dije que nadie nunca la querría, y si mis cuentas no fallan para ese momento ya se estaba revolcando con mi novio.

Liam la miró con comprensión - Aida, todos cometemos errores. Es parte de ser humano. 

Aida asintió, agradecida por la comprensión de Liam. - Supongo que tienes razón. Pero eso ahora me atormentara hasta en mis sueños.

La charla entre Aida y Liam continuó durante horas, mientras la lluvia seguía cayendo afuera. 

A medida que la tarde avanzaba, la tormenta parecía aumentar, al igual que la carga emocional que Aida llevaba consigo.

Por un momento Aida sintió un dolor leve de cabeza, y sintió que necesitaba una pausa,  se dirigió al baño. Justo cuando Aida entro al pequeño cubículo al final de un corto pasillo, en el espejo del baño, vio el reflejo de Paulina parada detrás de ella, con el cabello alborotado y los ojos llenos de dolor. Aida tragó saliva, intentando convencerse de que solo era su imaginación jugándole una mala pasada, de nuevo.

Regresó rápidamente a la mesa con Liam, quien notó su nerviosismo.

- ¿Qué pasa, Aida? ¿Estás bien?

Aida no pudo confesar la verdad, temiendo que Liam pensara que estaba perdiendo la cordura. Intentó ignorar el escalofriante reflejo de Paulina y desvió la mirada hacia la ventana, tratando de mantener la compostura.

Sin embargo, la presencia de Paulina parecía intensificarse. Aida vio a la chica sentada al lado de Liam, mirándola fijamente y repitiendo una y otra vez: "Todos ustedes me mataron". 

La tensión y el terror se apoderaron de Aida mientras intentaba bloquear las palabras de Paulina. Para empeorar las cosas, Paulina mostró su mano con un cuchillo y se lanzó sobre Aida, quien no pudo evitar gritar. Todos en la cafetería se giraron para mirarla, desconcertados por su reacción.

Cuando Aida volvió a mirar junto a Liam, Paulina ya no estaba allí. El corazón de Aida latía desbocado y se sentía agitada. Tomó sus cosas rápidamente y salió corriendo del recinto, sintiendo cómo la mirada de todos seguía clavada en ella.

Liam, Tony y Lara la siguieron afuera a pesar de las intensas gotas de lluvia. Aida se detuvo unos metros fuera de la cafetería, tratando de recuperar el aliento y calmar sus nervios.

- Aida, ¿Qué te pasa? - preguntó Liam, colocando una mano en su hombro con cariño. Aida se sintió apenada y confundida, sin saber cómo explicar lo que acababa de experimentar. 

- Nada Liam, en serio nada. Adiós chicos.

Aida se giro y empezó a caminar bajo las gotas de lluvia.

Aida llegó a su casa con el corazón aún palpitando por lo que había experimentado en la cafetería. Al abrir la puerta, se encontró con su madre, quien la recibió con una cálida sonrisa, pero pronto notó la palidez en el rostro de su hija.

- ¿Estás bien, cariño? Te ves un poco pálida - preguntó su madre con preocupación.

Aida asintió con fuerza, tratando de mantener la calma. 

- Sí, mamá, estoy bien. Solo ha sido un día largo y agotador.

Su madre la miró con cariño, pero algo en la mirada de Aida la hizo sentir incómoda. Aida notó algo aterrador, detrás de su madre, en un rincón de la sala, estaba parada Paulina, con una expresión enigmática y silenciosa.

El corazón de Aida se aceleró, y una sensación de opresión invadió su pecho. No podía creer lo que veía. Tragó saliva y decidió disimular, temerosa de que su madre notara algo extraño.

- Estoy bien, mamá, de verdad - repitió Aida, intentando ocultar su turbación.

Su madre la miró con inquietud, pero al final decidió no insistir. 

- Si necesitas algo, estaré aquí, ¿de acuerdo?

Aida asintió y subió rápidamente a su habitación. Al cerrar la puerta, se sintió aliviada de estar a solas, pero también aterrada por lo que había visto. Miró a su alrededor y, para su sorpresa, allí estaba Paulina de nuevo, sentada en una silla frente a su escritorio.

Aida empezó a sentirse mareada, y su corazón empezó a latir con mas con fuerza. Se tambaleó y finalmente cayó al suelo, perdiendo el conocimiento. 




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