El sonido ensordecedor de la campana dio inicio y fin de algo. Los chicos salían en masa por la puerta, como si la puerta de un corral se abrió y las ovejas aprovecharon para escaparse.
Antes de que saliera por la puerta, un grupo de chicos y chicas me rodearon.
— ¿Cómo te llamas?
— ¿De donde vienes?
El dolor de cabeza se estaba intensificando por culpa de ellos, era... asfixiante.
Me rodearon y cuestionaron con varias preguntas al mismo tiempo que no sabía ni que contestar. Solo quería deshacerme de ellos.
— Quítense —soltó alguien y todo el salón se quedó en silencio.
Todos observavan atentamente la situación.
Al fijarme bien, era el chico de al lado, su cara era neutra, pero en sus ojos derrochaba fastidio y aburrimiento
Los chicos y chicas que me rodeaban se dispersaron rápidamente. Parecían ratas huyendo de un enorme gato.
Mi respiración se puso más pesada, había demasiado calor, no creo soportar más.
— ¿Te quitarás o quieres que te mueva? —preguntó borde de nuevo el chico.
Lo miré de arriba y abajo para luego, darme la vuelta y seguir caminando para salir.
Perdida de tiempo, estoy perdiendo tiempo y algo que debería dejar de hacer.
Caminé lejos de todo sonido molesto, caminaba sin parar, el dolor aún seguía siendo insoportable. Lo odio, odio sentir ese dolor.
Me recosté en una banca de flores, ya no escuchaba el sonido de la fuente que tenía enfrente mía, el dolor era tan insoportable que me mareaba cada vez más.
— Fue un error.
El sonido de un pitido apareció poniéndome a mi límite de sentir dolor.
¿Qué... fue un error?
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Cada día siento que mi vida está llegando a su fin, no tiene sentido, mi siquiera soy dueño de mi propia vida, solo soy una marioneta controlada por la avaricia de mi familia. Es lamentable.
Otra vez vengo a resguardarme aquí, es el único lugar donde puedo estar tranquilo, sin ninguna molestia con qué lidiar ¿Cuántas veces no vengo a este lugar cuando estoy mal? Más bien... ¿Cuándo he estado bien?
Desde que naci fui explotado, usado e incluso maltratado, es como si me hubieran puesto cadenas antes de que existiera.
El camino estrecho lleno de árboles arqueados estaban llenos de flores violetas, cada pétalo que caía era un espectáculo para la vista de cualquiera que viera tal acción.
¿Quién?
Me quedé viendo el saco de mierda que estaba en la banca de flores, ¿Cómo diablos sabe de este lugar?
Me acerqué para ver mejor su rostro. Su tez no se miraba nada bien, el sudor se resbalaba de su frente hacia las mejillas, su cabello se había pegado a su rostro, dandole un aspecto horrible; sus labios eran carnosos y complementaban su fino rostro.
Recuerdo sus ojos cafés, con toques negros mirándome fijo como si yo fuera algo nuevo, pero luego cambió su actitud.
— Vaya... sigues causándome molestias, a pesar de que nos conocimos hoy, chica rara —moví el cabello detrás de su oreja—. Tienes fiebre.
¿Por eso se puso arisca? ¿Sentía dolor durante cuatro horas? Wow, ¿Qué es ella? Una clase de robot o qué. Soportó el dolor hasta desmayarse, una persona no duraría tanto tiempo ni con un dolor de cabeza.
Meti las manos a mi bolsillo para sacar el trozo de tela donde tenía bordadas mis iniciales, la remojé en la fuerte, para luego pasarla en el rostro de la chica que me golpeó la mano, podría cobrarsela, pero soy considerado.
Si fuera mi hermano, ella estaría llorando en su primer día de clase e incluso se iría de la escuela.
Un escalofrío escaló por mi columna.
El cielo estaba despejado, el viento quitaba el calor que había, además, hacia que los pétalos cayeran sobre nosotros. El sonido de las hojas junto a la fuente complementaban la escena, era unas de las cosas que más amaba de este jardín, cada momento que pasas, entras en una tranquilidad que te ayuda a procesar cada pensamiento e incluso olvidar todo y solo pasar un bueno momento. Es un respiro de alivio.
Pero ¿Desde cuando se siente bien tener compañía? Aunque esté con alguien casi muerto en un lugar como este, me siento... mejor.
Sonreí y quité un pétalo de su mejilla. Al parecer no va a despertar... No estará muerta ¿Verdad?
Es como un mapache, a parte de rabiosa, su mirada solo demuestra desafío y valentía...
El sonido de mi teléfono me sacó de mis pensamientos.
Lance
No olvides lo que tienes que hacer.
Apreté la mandíbula.
Son un asco.
Me levanté y observé a la chica por última vez, se veía más relajada, su tez mejoró después de una hora.
Ojalá quedarme un poco más, pero, debo hacer algo.
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El sentimiento de que algo tocó mi piel hizo que abriera los ojos. El sonido del agua cayendo despacio y el viento moviendo las ramas llegaron a mis oídos. Me apoyé de mi mano para levantarme lentamente y que dar sentada. Un pedazo de tela cayó al suelo lleno de pétalos violetas.
Recogí el pañuelo algo mojado que tenia en la frente y miré el cielo. Tenía todos rosados y anaranjados.
¿Cuánto tiempo pasó? Y... ¿En dónde estoy?
No recuerdo como llegué, solo sentía que los pies se movían sin ningún aviso.
Me metí en los arbustos para salir del lugar, caminaba recto sin hacer una pausa, pero, no llegaba a ningún lugar. Todo parecía igual, muchos árboles y arbustos del mismo tamaño.
La noche cayó y junto con ella el frío. Sentí un peso en mi cabeza y luego un canto de un búho, pero, deguí caminando por si miraba una luz u otro camino que indicara a donde estaba yendo, aunque ni siquiera conociera el lugar, tenía fe de encontrar algo.
Un destello apareció a 10 metros, apresuré el paso para estar lo más cerca posible, no quería que desapareciera. Al llegar lo único que vi fue un árbol brillando.