Con las manos ocultas en los bolsillos de sus bermudas, Logan se mantuvo lo más lejos que pudo de los demás. Quería estar tranquilo, sin acusaciones ni bromas respecto al animal que llevaba por dentro, quería compartir un momento de paz y alegría con los gatos.
Quería, por un momento, dejar de ser el lobo, el perro, el intruso, el enemigo del que los adultos se defendían, la amenaza de la que los cachorros huían.
Y mientras contemplaba la alegría del clan Ice Daggers por sus nuevos miembros, Logan, por primera vez, extrañó estar en casa.
Quizá era su aislada posición o la emotividad que significaba este tipo de celebraciones, pero él lo sentía así, la nostalgia agolpándose alrededor de su corazón, y el anhelo por volver a sentirse parte del clan otra vez. Aquí no era nada más que un huésped tratado como un intruso, oscilando alrededor de los leopardos que le rechazaban a pesar de que no pretendía nada malo. Aquí, rodeado por gatos recelosos, se sentía de nuevo como el mismo lobo traidor, aquel al que sus propios compañeros de clan despreciaron.
—Ivan, cachorro, ¿qué te he dicho de mascar el calzado de los demás?
Logan dirigió la mirada a un rostro conocido, el cocinero de acento ruso que preparaba una deliciosa comida. Alexei avanzaba hacia él con sus ojos claros que iban y venían del suelo a él y de regreso, Logan bajó la mirada a sus pies y notó con gran asombro y ternura, a un peludo y esponjoso cachorro que mordisqueaba sus zapatillas nuevas con sus pequeños dientes.
—Ivan...
Al parecer, el pequeño era el hijo del cocinero, pues parte de su aroma lo identificaba, también lo hacía su actitud alerta.
—Déjalo —dijo Logan en medio de una sonrisa, quería coger al pequeño en brazos, sentir el pelaje esponjado y suave, le dio ternura al humano, y despertó el instinto protector del lobo—. No está haciendo nada malo.
Alexei sonrió de lado y se detuvo unos pasos a su derecha. El cachorro soltó su zapatilla para mirarlo y gruñó azotando el suelo con su cola, luego regresó al importante asunto de destruir su zapatilla.
— ¿Qué edad tiene? —le preguntó.
—Cumplió tres años el mes pasado.
El cocinero se cruzó de brazos y dirigió su mirada hacia donde sus compañeros, familiares y amigos, celebraban.
— ¿Qué te ha parecido la ceremonia, lobo?
Logan le miró, tenía que admitir que a veces el leopardo le confundía cuando le hablaba, porque siempre hacía un ligero énfasis en la última palabra, y él quedaba sin saber si había amabilidad o un tono despectivo en su trato.
—Ha sido bastante... Interesante, su ceremonia es diferente a la nuestra.
Era un tanto especial, más abierta, en su clan, los vínculos de sangre se hacían antes de integrar a los nuevos miembros, el momento era restringido al alfa y al iniciado. Logan jamás había presenciado la realización de un vínculo de ese tipo, supo que era doloroso, pues cuando Liam puso su mano sangrante en las heridas de los tres jóvenes, sintió la emoción del dolor enredada con el miedo en el aire.
—Déjame adivinar... ¿Se hace bajo la luna llena?
Logan rió, eso era demasiado trillado.
—Eso es tan cliché —respondió en medio de una sonrisa—. Los Moon Fighters integramos a los nuevos bajo la luz del sol.
Alexei se le quedó mirando fijo, el gato era casi de su estatura, de complexión fuerte, ancho, tenía cicatrices irregulares y largas en un hombro. Logan pasó un instante por los cuatro puntos rosados en su cuello que marcaban su piel pálida. Cuatro. No tardó en relacionarlo, estaban en la posición exacta de una mordida.
—Colmillos de lobo —dijo, de manera tosca—. De un idiota que decidió llevarse algo que era mío.
La mirada de Alexei gritaba poder y peligro, aunque en el exterior permanecía tranquilo.
—Seis lobos quisieron llevarse a mi compañera —continuó, el felino en su voz, ese acento se marcó con el sonido—. Por supuesto, no lo lograron, yo y mis amigos los vencimos, uno por uno, el maldito líder casi me mata. Aria se encargó de hacerlo pedazos por mí.
Pura satisfacción, Alexei giró su cabeza y le sonrió a una mujer rubia que sostenía a un cachorro.
Logan comprendió, que él era el hombre que se enfrentó a los lobos de Martin en defensa de su mujer, y que aquella rubia era la supuesta loba que quería llevarse para formar un nuevo clan.
— ¿Cómo fuiste capaz de sobrevivir? —Su pregunta hizo al felino alzar una ceja, Logan se explicó—. Estamos capacitados para aniquilar, y seis lobos...
—Que mi puesto como cocinero no te distraiga —su voz se oscureció—. Soy tan hábil y capaz como cada uno de ellos. También vigilo las fronteras y patrullo en el territorio, también peleo. Esto —palpó con sus dedos las cicatrices del cuello—. Es un recordatorio de mi tránsito a través de la muerte.
Alexei estiró sus brazos hacia adelante entrelazando sus dedos, luego hizo girar sus hombros, y se agachó para tomar en brazos al cachorro que protestó al perder su juguete. Logan miró las pequeñas hendiduras, rasguños y puntos en el plástico de sus zapatillas.
#22277 en Fantasía
#8876 en Personajes sobrenaturales
#46868 en Novela romántica
hombre lobo mujer leopardo, accion drama suspenso y misterio, romance saga moon fighters
Editado: 24.01.2019