Su miedo era tan malditamente profundo que le calaba hasta los huesos, había olores ácidos rodeando su figura y sus quejas... Era lo que más le afectaban, dolían en el corazón, los lamentos eran apenas audibles y él sabía lo mucho que se estaba conteniendo.
Se protegía a sí misma haciéndose un ovillo contra la tierra, haciendo falsos gruñidos que se mezclaban con el dolor en su rostro. Ella quería amenazarlo, como un gato, pero la triste verdad era que no podía, ella era humana, y no solo eso, sino que, era la compañera del alfa y estaba sufriendo el parto.
—Por favor, déjame —suplicó—. No nos hagas daño.
—Tranquila, soy Logan, no me conoces pero yo sí, soy... — ¿Cómo le explicaba sin hacerle sentir más miedo? —. Soy el lobo que se ha estado quedando en tu territorio, pero... No te haré daño, lo prometo, solo... Déjame ayudarte.
Ella se arrastró apenas unos centímetros y le miró a los ojos, oscuros y profundos, de donde emanaba el terror y la angustia, emociones que se filtraban en su cuerpo y alteraban al sensible animal que lo único que deseaba era calmarla, protegerla, no importaba que ella oliera como el gato alfa que todavía le veía con desconfianza, no importaba que fuera humana y de otro clan. Él quería ayudarla.
—No... ¿No me harás daño?
Logan se agachó frente a ella, cauteloso miró alrededor, lo que menos quería era que alguien lo viera tan cerca de Shelly y comenzara a armar todo un malentendido entre garras y dientes.
—Por supuesto que no, estás en peligro, tú y tu cachorro, a cada minuto que permaneces afuera. Déjame ayudarte, no me perdonaría si algo te sucede.
Ella dudó unos segundos, y luego el dolor le hizo estremecerse, Logan no esperó más y sin su permiso la cargó en sus brazos. Ella contuvo un grito que le llegó al corazón, estaba sufriendo y el dolor era algo que se filtraba en su cuerpo. Maldita empatía, cada emoción lo desestabilizaba, no le permitía pensar... «No, ellos dependen de mí» se enderezó y elevó su nariz al cielo, captando el rastro de su aroma echó a correr.
—Respira, no te duermas.
—Tengo miedo —Shelly se aferró a su cuello—. No puedo...
—Claro que sí pequeña, tienes a un leopardo alfa ayudándote ¿No estás emparejada con él? Pide su ayuda y no dudará en hacerlo.
—No... No... No siento... Mis piernas...
Oh mierda, eso era peligroso, la perdida de sensibilidad en las piernas de una mujer humana embarazada de un bebé cambiante era un peligroso signo de presión en la columna. Tenía que apurarse, pero la errante dirección del viento acercaba y alejaba el rastro que dejó la mujer en su paseo, eso no ayudaba.
—Oh, mujer, creí que los gatos te habían prohibido salir de tu cabaña ¿por qué desobedecer? ¿Por qué irte tan lejos?
—Quería... Un poco de aire... —Ella cerró sus ojos por unos segundos, que Logan los percibió como eternos mientras su propio miedo trepaba por su sangre.
—Respira, querida, sigue hablando, no te duermas.
Sus ojos oscuros perdían el enfoque de a ratos, Logan se angustió, la desesperación del lobo se hizo eco en su voz.
—No, no, no, Shelly, mira mis ojos, por favor, mira mis ojos, no te duermas, resiste —volvió a elevar la nariz y captó la esencia fuerte del alfa—. Solo un poco más, ya estamos cerca.
—Liam... Él va a matarte.
Oh sí, Logan ya pensaba en eso, no podía eludirlo, pero nada de eso le importaba, tenía que poner a esa mujer a salvo para que pudiera dar a luz a su cachorro, después vería al gato alfa saborear su sangre...
—No te preocupes por mí, hazlo por tu vida y tu cachorro, ese es el objetivo Shelly, tienes que concentrarte en eso.
—Arriesgas tu vida...
Logan le sonrió, su miedo era demasiado para sus sentidos y se sentía tan inútil al no poder calmarlo...
—He estado en riesgo desde que puse un pie en tu territorio, esto no es nada. —Le movió la cabeza cuando ella cerró sus ojos, necesitaba mantenerla despierta—. Y en cualquier caso, los demás habrían hecho lo mismo ¿no lo crees? Ningún hombre le negaría la ayuda a una mujer a punto de tener familia.
Se detuvo para tomar un poco de aire, giró buscando el rastro que se había perdido con la dirección del viento.
—Oh mira, la cabaña está a unos metros, ya encontré el rastro, resiste un poco más, ya casi llegamos.
Subió la inclinación del terreno con la poca fuerza que le quedaba, al llegar a la cima del barranco por poco pierde el equilibrio y cae de espaldas, por suerte había aprendido técnicas de balance. Una vez en tierra firme, sin tantos obstáculos, rodeó la cabaña y se encontró con la puerta cerrada.
—No puedes entrar... Liam...
—No pienso dejarte tirada en el porche como una gata a punto de parir —Shelly le golpeó el pecho—. Okay esa fue una analogía terrible, pero entiendes mi punto, agárrate fuerte.
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Editado: 24.01.2019