Debería haberle rasguñado el pecho con sus garras para cambiar la sonrisa de satisfacción en su rostro, pero de alguna forma le parecía demasiado reconfortante el calor de su cuerpo, los latidos de su corazón, tal vez se debería a la fiebre que hacía más lento su metabolismo. Sí, debía ser eso.
—Ya, déjame bajar al suelo —protestó—. No soy de cristal, soy fuerte maldita sea.
Logan rió y su pecho tembló contra su mejilla que casi de manera inconsciente ella había dejado reposar ahí.
— ¿Por qué te molesta tanto? —preguntó—. No es como si estuviera haciendo algo realmente malo.
—No es algo importante, tenemos cosas que hacer.
—Sugar...
— ¡No me digas así! —refunfuñó, pero la verdad era que le gustaba el maldito apodo y eso le aterraba a la vez.
—Acordamos que solo lo diría entre los dos —Logan admitió—. Y recién se me escapó, lo siento, culpa a la preocupación del lobo por verte al borde del desmayo.
Emmy movió su cabeza del fuerte y cálido pecho para mirarlo a los ojos. De cerca veía el asomo de una barba oscura bordeando su barbilla afilada, esos labios gruesos, moldeados en una amable sonrisa, hacían que su rostro fuera atractivo para sus sentidos.
—No iba a desmayarme.
Logan le dio una mirada severa.
—Tu piel arde Emmy, algo afecta tu salud y yo no voy a quedarme tranquilo hasta que regreses a la normalidad.
Ante ese tono demandante, rastrilló sus garras contra la piel del cuello donde se aferraba mientras la cargaba en brazos.
—Aquí está tu pulso —dijo tratando de amenazarlo al colocar una garra en el punto exacto donde se encontraba su carótida—. Hacen falta cinco centímetros de presión para rasgarla.
—Olvídalo, eso ya no funciona conmigo.
— ¿Seguro?
Dientes afilados se mostraron en una sonrisa que le provocó un ligero temblor en su estómago. O tal vez eran las náuseas, sí, tenía que ser eso.
—Oh Sugar, si me quisieras matar yo ya estaría metros bajo tierra, tuviste dos oportunidades y me dejaste vivir, ¿por qué será?
—Quise evitar una guerra, no valía tu pellejo en mis manos si terminaba con mi clan enfrentándose al tuyo.
Logan volvió a reír, esta vez de una forma más fuerte, el sonido era rico y a ella le agradó, demasiado, eso significaba peligro.
—Ambos sabemos que eso no es verdad.
Logan disminuyó la velocidad de su paso al llegar a la zona de malezas, las hierbas cubrían la mayor parte de la tierra y eran muy altas, para caminar sobre ella se tenía que levantar los pies y cuidar cada movimiento para evitar quedar atorado, o enredado.
—Sería más fácil si me bajas, ya no estoy tan débil.
—Mientes.
Emmy gruñó bajo.
—Solo es una reacción corporal ante la temperatura, nos pasa todo el tiempo, y no deberías saberlo —eso último lo dijo en un tenso murmullo, pero estaba cansada de sentirse débil así que tomó aire y aclaró su voz—. Mientras más rápido nos movamos más rápido se solucionará el problema, necesito un poco de frío y todo regresará a la normalidad.
—Bien, solo unos metros más.
Al llegar a un área despejada, Logan le bajó al suelo y todo tembló bajo sus pies. Ya era demasiado, no podía existir un peor momento para sufrir los estragos del calor, ella tenía una misión que cumplir, no quería terminar en un hospital.
— ¿Puedes avanzar? —Logan le preguntó sosteniendo su cuerpo por sus hombros.
—Sí, lo haré lento.
Sus piernas pesaban mucho y el aire le era escaso y caliente, el leopardo bajo su piel estaba adormecido, sus sentidos fuera de alcance, Emmy se encontraba en desventaja.
Y por ninguna razón deseaba estar así más tiempo.
Al llegar a la acera, el reconocible aroma humano sobrecargó todavía más el aire viciado, las personas iban y venían, Arklow era un pueblo activo cuya población disfrutaba de salir al exterior durante el verano.
Los murmullos se oían en cada una de las parejas y grupos que pasaban cerca del espacio baldío, rumores sobre el asesinato, los culpables y la víctima, algunos eran tan locos que costaba imaginar que surgieran de una persona con cerebro, otros, simplemente eran indignantes y ofensivos.
Emmy quería salir lo más pronto posible de ese pueblo.
—Nos queda un tramo más largo hasta la siguiente calle —afirmó Logan, el brillo del sol le dio en el rostro haciendo cerrar sus ojos—. Tengo una idea, espera a la sombra junto a la pared del edificio.
Emmy retrocedió hasta que la tibia pared de ladrillo le detuvo, mientras sentía el sueño en sus ojos y el cansancio sobre su cuerpo, ella vio a Logan entrar al comercio abierto del otro lado. Bostezó, el verano daba asco y ella no podía negarlo.
—Sugar no te duermas.
Emmy hizo un esfuerzo por abrir los ojos, encontrándose con su rostro preocupado, Logan sostenía en sus manos dos helados de chocolate en paleta.
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Editado: 24.01.2019