SKYLAR BANNERMAN
Camino por la calle entretenida con mi teléfono celular, de pronto mi cuerpo impacta con el de otra persona, haciendo que caiga de sentón y que mi celular salga volando por no sé donde. Murmuro una maldición y al escuchar la voz de la persona que chocó conmigo me hace abrir mucho los ojos.
Conozco esa voz.
Esa perfecta voz.
Levanto la vista y mi corazón empieza a latir frenéticamente, casi me quiero echar a llorar.
Justin Timberlake.
Él. Está. Frente. A. Mí.
¡Dios santo!
Él pregunta algo acerca de si me encuentro bien pero no puedo salir de mi ensoñación.
Él es tan hermoso, mucho más que en las fotos.
Y lo tengo frente a mí.
Abro un solo ojo y tanteo bajo la almohada hasta encontrar mi celular. Una vez que lo tengo en mi mano restriego mi puño libre en mis ojos para quitar las lagañas, y el maldito celular no para de sonar, veo el verificador y es una llamada de Daniel.
¿Quién mierda llama a las 3:25 de la madrugada?
Acepto la llamada y llevo el aparato a mi oreja. Frunzo el ceño al escuchar mucho ruido al otro lado de la línea, se escuchan gritos, voces y música, que si no estoy equivocada es Hip - hop.
—¡SKYLAR! — Aparto rápidamente el celular de mi oreja cuando escucho el grito efusivo de Daniel.
—¿Daniel? — Mi voz suena demasiado ronca por el sueño.
—¡Skylar! Estoy en una fiestaaaaa — Alarga las palabras —. ¡Una fiesta, si! — se escuchan más gritos a fondo, como si Daniel fuera el alma de la fiesta.
Me siento en la orilla de la cama murmurando mentalmente miles de maldiciones en contra de Daniel.
—¿Qué quieres, Daniel?
—Es-estoy boracho — Ríe tontamente —.¡¿Escuchaste?! Boracho... — se suelta a reír y ruedo los ojos —. Y nnno puedo majar.
—¿No puedes manejar? — Corrijo con voz irritada.
—Ven por mí — Respiro hondo —, estoy en una fiesta — eructa y hago una mueca.
—No iré por ti — Espeto tajante —. Estaba dormida y me despertaste. No me dijiste siquiera que irías a una fiesta Daniel.
Daniel responde algo pero no logro escuchar nada por el ruidazo que se oye allá. —¿Qué?
—¡Ándale, poooooor favoooorrrrrr! No puedo volver a casa así — Hipa y eructa al mismo tiempo para después echarse a reír como foca retrasada.
Ay, no.
Gimo quejumbrosa.
Daniel se escucha muy ebrio y de seguro no puede ni manejar. No puedo dejarlo solo en ese estado, aunque Dios no lo quiera puede tener un accidente y si pasa eso mi conciencia no me dejará en paz.
Suspiro. —¿De quién es la fiesta?
—¡No sé! — Ríe —. Pero esta genial.
—¿Dónde. Es. La. Fiesta. Daniel?
—Qué no sé, es color naranja la casa — Daniel susurra mi nombre tan bajo que pienso que fue mi imaginación —. Ah, no... Es azul y está a dos cuadras de donde vive la perra de la rubia.
—
¿La perra de la ru...? — Asiento con la cabeza al saber a quién se refiere —. ¿Con quién estás? ¿conoced a alguien de allí, Daniel? Respóndeme rápido. ¿Con quién fuiste a la fiesta? ¿con los demás? — lo bombardeo con miles de preguntas.
—Skylar no entiendo que dices — Dice riéndose.
Jadeo.—No te vayas a ir de allí, Daniel.
Termino la llamada sin esperar su respuesta y me levanto de la cama.
Son las 3:35 de la madrugada y tengo que ir por Daniel a una estúpida fiesta. ¿Genial, no?
Me despertó y eso no tiene perdón. ¡Estaba soñando con Justin! Prendo las luces de mi habitación y camino hacia al armario.
Un problema.
Mierda, mierda, triple mierda y más mierda.
¿Cómo haré para ir por él?
La idea de irme en taxi queda totalmente descartada. Nunca he tenido la confianza suficiente de irme en un taxi de noche y además sola.
Saco un short de mezclilla del armario y de forma rápida me despojo del pantalón de pijama, prosigo a abrocharme el botón del short y dejarme la blusa blanca de tirantes puesta. Dejo mi cabello suelto y en el baño lavo mi cara y cepillo mis dientes, para después buscar mis converse blancas.
Jodido Daniel, como te odio. Maldito, estúpido e idiota Daniel. Estaba tan a gusto soñando con mi segundo amor imposible y me llamas, despertándome del sueño.
En serio que jamás le vuelvo a dirigir la palabra, es un maldito.
Pero el verdadero problema es qué, ¿cómo mierda iré por él?
Sé manejar, aprendí hace algunos meses, el problema es que no estoy segura. Aún no sé como pueda tomar las calles y los semáforos, ¡mierda! ¿y si la que tendrá un accidente soy yo? ¿y si muero? ¿por qué me estoy imaginado yo con un charco de sangre y mi blusa empapada de la misma?
Meneo la cabeza despejando mi mente de esas imágenes tan sádicas de mí.
¿Qué haré?
Papá no querrá prestarme el auto, desde luego que no. Ahora mismo debe de estar por el quinto sueño, como lo estaría yo.
Puto Daniel.
Abro la puerta de mi habitación lentamente, para no hacer el más mínimo ruido, el pasillo está a oscuras y en total silencio, de puntitas camino escaleras abajo, conteniendo la respiración para que papá no me agarre con las manos en la masa.
Termino de bajar las escaleras y camino hacia la puerta de entrada, y del llavero saco las llaves del auto, apretándolas contra la palma de mi mano para que no choquen entre ellas y hagan ruido.
Vuelvo a subir las escaleras con el mismo cuidado con el que las bajé, y una vez estando en mi habitación suspiro con alivio y apago las luces.
Tomo mi celular de la cama guardándolo en el bolsillo del short y dejo dos almohadas bajo el cobertor, para que parezca que es mi cuerpo si es que a papá se le ocurre venir a mi habitación.
Abro la ventana y muerdo mi labio inferior, saco primero una pierna y luego la otra. Cuando mi cuerpo ya está fuera cierro la ventana pero no del todo, para cuando regrese la pueda abrir de nuevo. Echo las llaves del auto en mi sostén y me trepo en las ramas que cuelgan de la barda, y bajo con mucho esfuerzo para no caer y romperme la madre, cuando estoy más o menos a un metro del suelo me suelto de las ramas y consigo caer de pie, y hago una mueca al sentir dolor en mis tobillos. Escucho como la cadena de Beni empieza a moverse y el pánico se hace presente.
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Editado: 29.05.2023