ALEX BRUCE
—Ya no te quiero —escupe, sin ningún arrepentimiento y sin piedad, con la seguridad en sus hombros y la crueldad en sus palabras —. Hoy cuando estuve sola me di cuenta que no eres la gran cosa, Alex, te idealicé tanto, ¿sabes? Y ese fue el problema, que esperaba que fuera más, pero no eres para tanto —cada palabra que su boca pronuncia es como un golpe a mi corazón —. Creí que estaba enamorada de ti, pero solo fuiste un capricho que no podía tener, y como ya te tuve, ya no me sirves.
No puedo entenderla, no puedo comprenderla. ¿Mi Skylar diciéndome esto?
—¿Qué tienes, Skylar? ¿Por qué me dices todo esto?
—Ni siquiera he estado con tantos hombres, pero estoy segura que hay muchos mejores que tú —responde, evadiendo mi pregunta, y solo soy capaz de agachar la cabeza, dolido, todo lo que ha dicho se clava en mis sentimientos y mi ego —. ¿Qué creías, Alex?
—¿Por qué este cambio? —le cuestiono, confundido, tratando de acercarme a su cuerpo, pero por más pasos que doy Skylar parece más lejana a mí —. Tú nunca me dirías esas palabras, Skylar, hablamos y dejamos todo claro, y yo te dije que quiero mi vida contigo —una risa que le desconozco emerge de su garganta, no es esa característica y bonita risa, es una muy distinta, una llena de amargura y frialdad—. Aunque te rías, Skylar, mucho tiempo estuve pasándola mal, y hoy por fin puedo decir que estoy feliz a tu lado, ¿y sabes por qué? Porque yo te amo.
Me da la espalda, ignorándome. Es una Skylar que no conozco. —No estaremos juntos, Alex.
Un silencio agonizante se crea entre los dos.
—¿Pero por qué no?
—Porque ya estoy con alguien más.
Despierto del sueño y me siento sobre el colchón de la cama, jadeante y asustado, aún sintiendo todo el sueño real. Navego mi mirada hacia todas partes, activando mis sentidos y despidiéndome de todo rastro de sueño, y caigo en cuenta que nada fue verdad.
Suelto un suspiro y cierro con fuerza mis ojos, tallando mi cara, tocando ligeras gotas de sudor en mi frente.
No es la primera vez que pasa. No es la primera vez que sueño a Skylar dejándome por alguien más, no es la primera vez que sueño que por primera vez le digo que la amo.
Todas las noches sucede, se repite la misma pesadilla, y no solo una vez en la misma madrugada, sino dos e incluso hasta tres. Y no sé porqué, no me acuesto pensando en que también me traicionará, no desconfío de ella, pero las pesadillas siempre están ahí, no se van, no me dejan en paz.
No sé si mi mayor miedo es que me deje, o que le confiese que la amo.
Y es que el sentimiento está en mí, lo siento en mi pecho, y cuando estoy junto a ella esas dos palabras quieren salir sin previo aviso, pero hay algo que las retiene en mi garganta, que las deja solo bloqueadas en mi mente, y no sé qué hacer.
Realmente quiero decirle a Skylar lo mucho que ya la amo, anhelo confesárselo, pero me seca y me quema no poder tener el suficiente valor de decírselo, sé que ella más que nadie merece que la ame, y que se lo repita cuántas veces sean y no puedo. Aún no, pero sigo intentándolo, a más no poder, quiero dejar ese miedo y las mismas dudas de que saldré perdiendo y herido, quiero dejar de pensar en lo negativo y dejar de tomar cada error como una señal de que todo saldrá mal otra vez.
Quiero sentir esa magia de decirle por primera vez que la amo, y me aflige que ya malgasté esa oportunidad con alguien que no merecía la pena.
Me levanto de la cama y camino directo al baño, abro el grifo del agua y me enjuago la cara, queriendo eliminar el dolor en mi pecho por el sueño.
Vuelvo hacia mi cama y me siento en la orilla, estiro mi mano y tomo mi celular de la mesita de noche, mirando la hora.
Son las 2:50 de la mañana.
Una impredecible sonrisa se asoma en mi rostro al encender mi celular y ver mi foto de bloqueo: es una foto de Skylar que le robé de sus historias, saca la lengua en una mueca loca, con su piel blanca y su cabello negro resaltándole.
Dejo el celular sobre el mismo lugar y paso mis manos por las hebras de mi cabello, ya no quiero dormirme otra vez, porque sé que soñaré lo mismo.
Me pongo de pie y busco uno de los tantos pares de tenis que tengo, tomo unos deportivos y me los coloco sin perder mucho tiempo. Tomo mi celular y los auriculares inalámbricos y salgo de casa.
Todas las madrugadas que despierto asustado me decido por salir a correr, me sirve para pensar y despejarme.
Las calles están totalmente vacías, no hay ni siquiera carros pasando, las farolas y la luna son la única iluminación que hay.
Hago crujir los huesos de mi cuello, estirándome por unos segundos y después comiendo a trotar por la desolada acera de la calle.
Skylar es una mujer que hace sobrepasar mis límites, me hace olvidarme de cualquier realidad, y es tan increíble que con solo ver una de sus sonrisas pintadas en su cara yo me sienta lleno y contento. Me bastan solo cinco minutos para imaginarme e idearme toda una vida junto a ella, una vida donde solo haya espacio para felicidad y estabilidad, donde haya un futuro juntos, con una casa, y quizás, unos cuántos hijos después. No me importa que seamos aún muy jóvenes, tengo la certeza de que así pasará.
Y así como tengo la certeza de que eso puede pasar, así como me bastan cinco minutos para imaginar una vida, también solo me basta un segundo para que mi temor no me deje disfrutar. El solo pensar que Skylar me va a engañar y fallar me trauma, aunque sé que ella no sería capaz de hacerme algo así no puedo evitar imaginarme la situación, no puedo dejar de sentirme atemorizado, mi miedo no se va, y por consiguiente mis pesadillas tampoco.
Y no sé si ella igual tenga sus dudas de mí, sé que los comentarios la hacen sentir insegura y que ninguno es verdadero. Yo ya no siento ningún tipo de amor romántico por Carrie, todo lo que un día llegué a sentir se esfumó, tan rápido que no quedó rastro. Solo hay resentimiento. Hay una parte de mí que se arrepiente por haber estado con ella en una relación, porque fueron momentos, palabras y recuerdos que no le pertenecían a ella.
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Editado: 29.05.2023