Pasé la noche sin poder pegar un ojo, el peso de los descubrimientos del día provocó que mi mente maquinara la noche entera.
A la mañana siguiente me levanté más temprano de lo normal, preparé el desayuno, coloqué todo en una bandeja y fui hacia el cuarto de Sam para golpear suavemente su puerta.
-Pasa.
Su voz fue suave pero audible.
Entré con cuidado de no derramar el café o el jugo, me dirigí a su cama, ella se encontraba tapada hasta la cabeza por las mantas, siempre me causó gracia esa manera tan suya de dormir.
-Pequeña, te he traído el desayuno.
Automáticamente salió de su escondite sentándose de golpe frente a mí.
-No quieras ablandarme con esto.
Dijo señalando la bandeja.
-Con nada en el mundo te perdonare el despertarme tan temprano un domingo Di... por nada!!
Dijo molesta, me dolió ver que sus ojos se encontraban hinchados, señal de que se había dormido llorando aquella noche.
-No seas tan gruñona ni amargada, ¿no valoraras ni siquiera que las tostadas están al punto justo que tanto te gusta, que la mermelada es tu favorita, que el café está bien cargado y que he exprimido este jugo especialmente para ti?
Me llevé una mano a mi pecho fingiendo indignación mientras ella evaluaba mis palabras.
-Solo porque tengo mucha hambre y esto tiene una pinta tremenda, pasaré por alto la hora que es.
Dijo mientras comenzaba a atacar su desayuno como si no hubiese comido en días, así era ella cero delicadeza o vergüenza.
-Aunque queramos posponer este momento, nos ha quedado una charla pendiente Sam.
-Lo sé Di... créeme que lo sé.
Dijo en un susurro, mirando la bandeja ya casi vacía.
-Yo no soy quién para juzgarte, ni para reprocharte nada... pero quiero que sepas que puedes confiar en mí, no estuve a tu lado cuando quizás más lo necesitaste, pero estaré para ti siempre, no voy a obligarte a contarme algo que no quieras, respetaré si no te sientes preparada aún.
La noche me había ayudado a poner en orden mis pensamientos, pude centrarme y comprender que Sam ya no era una niña pequeña, yo no podía exigirle sinceridad cuando he sido siempre quien más ha ocultado cosas.
Ella me veía con una pequeña sonrisa, mientras sus ojos brillaban, con un sentimiento que no pude descifrar.
-Se que siempre estarás para mí Di, aunque te vuelvas el más grande de los idiotas, siempre serás la persona que me complementa... yo lamento haber sido brusca contigo anoche, pero me sorprendiste mucho.
-Lo sé, aunque creo que el más sorprendido aquí he sido yo.
Dije riendo para tratar de alivianar el ambiente.
-Creo que mereces una explicación, me siento preparada para hablar de ello.
-Soy todo oídos Sam.
-Todo empezó cuando comencé a frecuentar la casa de Emma, éramos dos adolescentes de 15 años, nos gustaba divertirnos, solíamos ir a fiestas, meternos en algún que otro lío.
Me miró con diversión por mi expresión.
-Si Di, no me veas así, no creas que eres el único al que le gusta meterse en problemas, no heredaste todos los malos genes.
Dijo riendo mientras tomaba aire para seguir hablando, al ver que yo no acotaba nada a su comentario, aunque estaba muy en desacuerdo con el, ella era luz y bondad, no había nada de maldad en Sam, solo era una adolescente comenzando a conocer el mundo, probando límites y queriendo atención, pero no le discutiría nada, solo quería seguir escuchando su relato, sabía por experiencia propia, que, al contar lo que a uno más le duele, parece como si aquella carga y tristeza, se dividiera, siendo compartida por alguien más que esta dispuesto a cargar contigo ese sufrimiento, yo quería ser ese alguien para ella.
-Nos hicimos grandes amigas, las dos nos encontrábamos muy solas, y descubrimos que la compañía entre nosotras era tan buena que llenaba los vacíos que cada una tenía...
...Por aquel entonces Bruno no pasaba mucho tiempo en la casa, la universidad y los asuntos de las empresas de su familia ocupaban todo su tiempo, habíamos coincidido un par de veces, amaba la manera en que trataba a Emma, él la adoraba tanto, la mimaba y consentía en todo, siendo sincera sentía envidia de esa relación tan cercana que tenían, ya que tú te habías alejado tanto de mí, ya no compartíamos nada, no estabas nunca en casa, nos preocupabas muchísimo...
Hizo una pausa, mientras bajaba la mirada algo avergonzada.
-Yo en secreto anhelaba recuperar nuestra relación Di, pero tú no hacías más que alejarte de tu familia sin dejarnos opción, aunque ya superé todo aquello...
Hizo un ademán con su mano para restar importancia al asunto, mientras mi corazón se estrujaba con aquella revelación. Tomó aire y siguió con su relato.
-Bruno era alguien tan maduro, responsable, educado y amable, sin contar lo guapo y buen mozo que era.
Llevó sus manos a su cara para tapar sus mejillas, que se habían sonrojado por aquel recuerdo, algo que causo risa en mí, Sam seguía siendo tan infantil en algunas cosas.
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Editado: 12.03.2020