Quiero Creerte

DUDAS...

 Decir que nuestro primer encuentro fue increíble, no llegaría a explicar lo vivido.

Nos entregamos completamente sin barreras ni reparos, la necesidad que teníamos el uno por el otro no llegaba a ser saciada con nada de lo que lográramos hacer, la habitación se inundó de incontables gemidos, el placer desbordaba por cada poro de nuestra piel.

Me convertí en un adicto, mis sentidos se nublaron con cada caricia, con cada roce de nuestros cuerpos, nuestras almas se conectaron a otro nivel.

El calor que emanábamos nos dificultaba la simple tarea de respirar, aunque siendo totalmente sincero, no me hubiese molestado dejar de hacerlo, con tal de tenerla a ella de esa manera.

No hablamos, no había necesidad de ninguna palabra, nos comunicamos a través de movimientos y sensaciones, no nos hacía falta nada más.

Fue verdaderamente perfecto, memoricé cada relieve o marca de su cuerpo, dejé grabadas a fuego en su piel, cada caricia, cada beso, cada emoción y sentimiento.

Déjenme decirles que esta mujer, logró sacarme de mi propio infierno, para llevarme al mismísimo cielo, fue magnifico y a la vez aterrador, porque después de probar aquello, quería más… no sería capaz de detenerme nunca.

Pero en contra de nuestras voluntades debíamos hacerlo, con mucho, mejor dicho, con demasiado esfuerzo, nos detuvimos.

No pudimos distanciarnos por completo, entre caricias y más besos, haciendo acopio de toda nuestra fuerza de voluntad, nos levantamos de aquella cama para darnos un baño.

Después de volver a hacer el amor en la espaciosa bañera, traté de mantener alejadas mis manos del cuerpo tan delicioso y adictivo de Emma.

Traté, pero nadie dijo que lo logré, porque no pudimos salir de la habitación nuevamente.

Como castigo se me impuso bañarme solo y rápidamente, en otro baño del apartamento, mientras ella lo hacía en el de su habitación, para poder salir a cenar de forma decente, ya que el sudor de un buen maratón de sexo, no era exactamente agradable para cenar en un lugar lleno de gente.

Salí a la sala a recoger mi ropa, no tenía otra cosa que ponerme más que el uniforme, pero pensándolo bien debían de ser las únicas prendas de clase que tenía en mi armario, sin darle mucha vuelta me vestí.

Mientras esperaba a Emma revisé mi teléfono, encontré un mensaje de Robert, preguntándome como me fue con la demostración de su trabajo, sin borra la gran sonrisa que se formó en mis labios le contesté animadamente, agradeciéndole por todo.

Emma salió poco después de su habitación, con unos Jeans rotos que le quedaban como una segunda piel, marcando esas excelentes curvas que adornaban su cuerpo, y una blusa de mangas tres cuartos, verde agua, muy delicada, combinada con unos zapatos cerrados de tacón alto.

Se movía con tanta gracia y delicadeza en aquellos zapatos, a pesar de que parecía difícil llevarlos durante todo un día.

La tomé de la cintura y la pegué a mí, mientras besaba sus labios, no podía tener suficiente de ella.

Cuando la idea de volver a meterla al cuarto, o a cualquiera de las otras habitaciones del apartamento, paso por mi mente, ella lo notó y se apartó entre risas.

-Ehh tranquilo, no lograremos salir de aquí si no te controlas.

-Es que eres tremendamente besable, tu no lo entiendes, pero tus labios me gritan que los devore, ¡cómo no hacerles caso!

Una gran y sincera carcajada salió de Emma, mientras trataba de hablar.

-Trata de ignorarlos, no sabía que eras tan obediente, voy a tenerlo en cuenta.

Dijo con un deje de picardía que me hizo estremecer.

Salimos del apartamento, pero nuestros intentos por mantenernos separados no funcionaron en aquella caja metálica, que nos invitaba a continuar con nuestra pasión y entrega, pero el sonido que realizó antes de abrir las puertas nos obligó a separarnos abruptamente.

Caminamos tomados de la mano hasta el coche.

No tenía idea a donde llevarla a cenar, no conocía ninguno de los restaurantes que ella solía frecuentar, sabía que ningún sitio al que pudiese llevarla competiría con todo aquello.

Pero en aquel momento una idea cruzó por mi mente, decidí seguir mi corazonada, me dirigí rumbo a un cálido lugar donde servían la mejor comida italiana que había tenido el placer de probar, era un local hermoso cerca de una pequeña playa, recuerdo que solíamos ir allí en familia.

Serviría para la idea de romanticismo y detalles, tenía mesas de madera esparcidas por el lugar al azar, iluminadas por velas, el suelo era de madera y las paredes de un amarillo pastel muy suave, la música que sonaba en una vieja rocola era romántica, todo acorde con lo que recordaba de aquel bello lugar.

Emma se sorprendió mucho al entrar, vi como su rostro se iluminaba de la emoción, se veía tan alegre, sin estrés o preocupaciones, parecía una chica de su edad, por primera vez la vi divertirse, sin la carga de las obligaciones o preocupaciones que a su corta edad tenía que afrontar a diario.

Fue una increíble noche, que de verdad no sería capaz de olvidar.




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