Quiero existir

X. Cosas encontradas

Habían pasado algunos días y Ellie no había recibido noticias de David. Todo parecía haber vuelto a la normalidad, no lo veía en la escuela y muchos menos sentía su presencia. “¿Dónde estará?” se preguntaba anhelando que pudiera haber partido. Sin embargo, aquello estaba muy lejano de ser cierto.  Y sin siquiera imaginarlo, David estaba nuevamente en su hogar. Aquel extraño suceso en la casa de Ellie había pasado por su mente de manera tan fugaz que lo había olvidado completamente y sin darse cuenta del paso del tiempo, siguió creyendo que era un día normal como cualquier otro.

Se tendió en su cama, pensando en los cambios que se habían llevado a cabo en tan poco tiempo y poco a poco miles de preguntas comenzaron a posicionarse en sus pensamientos. “Ese dolor” se dijo recordando un dolor agudo y fuerte en su pecho, mientras alzaba su mano colocándola sobre este. Luego de unos segundos una nueva duda tomó posesión de su mente: "¿Será  que ya no existo?” dijo intentando aguantar la respiración en busca del latido de su corazón. “Eso es imposible, está fuera de todo razonamiento." Gritó comenzando a perder la cordura. Respiró hondo, guardó silencio, y extendió sus brazos sobre la cama en señal de descanso. Aun no estaba 100% convencido, y poco a poco comenzaba a dudar de su real existencia. 

Dylan llegó como de costumbre a la casa de David. Ingresó tranquilamente y caminó hacia la cocina. Susan lo esperaba con una taza de té recién preparada. 

-¡Hola! Tía. -dijo tenuemente, manteniendo la cabeza baja en señal de respeto.

-¡Dylan! –respondió esta al verlo ingresar a la cocina. -¡Llegas temprano! 

-Justo a tiempo. Son las 16:00.- dijo Dylan observando el reloj que colgaba en la pared.

-Cierto.- respondió Susan guiando la mirada hacia donde Dylan le indicaba.- Dime ¿Cómo has estado?

-Bien. ¿Y usted? La veo cansada. 

-Estoy bien dentro de lo que se puede. Y sí que estoy cansada. Creo que me estoy volviendo loca.-añadió bebiendo un sorbo de té. 

-No diga eso. Es muy difícil lo que está viviendo. Para todos ha sido difícil.

-Sí, pero yo estoy viendo cosas. 

-¿A qué se refiere?

-Siento que David está aquí. -respondió Susan temblando. 

-Eso es porque es muy reciente. En ocasiones igual siento su presencia. 

-¿Tú crees?

-Sí. Todos sabemos que no era necesario que nos hablara para saber que estaba allí. Es por eso que cuando hablo siento que ahí está escuchándome. 

-Quizás tengas razón y yo le estoy dando demasiada importancia. ¿Puedo pedirte un favor?

-¡Claro! 

-¿Podrías revisar sus cosas? Solo para ver si dejó algo pendiente.

-¿Está segura?

-Sí. Tú eras al que le tenía más confianza. Si estuviera aquí, le molestaría verme hurgando en sus cosas. 

-Está bien. 

Dylan caminó hacia la habitación de David. Recordaba las miles de veces que había recorrido ese camino y pensaba en las extrañas ocurrencias de su primo dibujándose una leve sonrisa en su rostro. Se detuvo frente a la entrada y dando un hondo suspiro ingresó. Se armó de coraje y avanzando a paso lento se acercó hasta el escritorio sentándose en él. David lo observaba atento, no perdiendo detalle de cada uno de los movimientos de Dylan.  

-Veamos. –dijo resignado. -Espero no te moleste.-añadió tomando algunos libros. 

-¿Qué haces?-preguntó David sin recibir respuesta. -¡Lo sé! ¡Lo sé! ¡Todos han optado por ignorarme!

Dylan tomó uno a uno los libros que se encontraban perfectamente apilados en el escritorio, ante la mirada atónita de David. Los revisó, hojeándolos con delicadeza y los colocó nuevamente en su lugar.

-¡Así no estaban!- gritó David, al ver que la perfección se le había escapado de entre los dedos.

Dylan sintió como una suave brisa rosó su nuca y se volteó a mirar. Los ventanales estaban cerrados y recordando las palabras de su tía, miró a todos lados con grandes ojos, sintiendo que el miedo se apoderaba de él. “Imposible” se dijo y volvió a su labor. Abrió cada cajón, buscando algo que pudiera ser un posible pendiente, hasta que encontró un informe de ciencias que debía haber sido entregado. Lo miró detenidamente pensando en que quizás hubiese tenido puntaje perfecto. 

-Aquí tenemos algo pendiente.-dijo suspirando.- Aunque no tiene caso entregarlo. 

-¿No entregué el informe? ¿Qué diablos está pasando?- dijo David sorprendido. 

Con el informe en mano, se levantó para dirigirse a la salida cuando algo lo detuvo. Volvió atrás y miró hacia una percha cercana al escritorio.

-¿Y la mochila?- dijo.

David realizó la misma pregunta, percatándose que su mochila no estaba en el lugar asignado a ella.

-¿El tío la habrá dejado en el armario?- se preguntó Dylan de pie frente a este.

David se acercó rápidamente provocando una reacción en Dylan. Mientras este estaba de pie allí, una ráfaga de aire frío pasó a su lado haciéndole temblar. “¿Qué sucede?” se dijo mirando a su alrededor. Estaba tan distraído pensando de donde provenían las corrientes de aire que un extraño golpe lo asusto, haciéndole saltar y querer correr a toda velocidad. Se volteó rápidamente, y grande fue su asombro y terror al notar que las puertas se sacudían estrepitosamente. Cayó de espaldas al suelo, sentado sobre la alfombra de color beige mientras las puertas seguían sacudiéndose.

-¿Qué está pasando? –dijo mirando con terror el espectáculo.

David con las manos en la manilla del armario, intentaba con todas sus fuerzas abrirlo, pero algo se lo impedía. Las sacudió, las pateó, aplicó más fuerza, pero nada conseguía que las puertas se abrieran.

-Esto me está frustrando.-dijo dejando de lado la tarea, volviendo a la cama. 

Dylan, inmóvil miraba aterrado como las puertas se sacudían. Volvió a pensar en lo que antes le había mencionado su tía y por primera vez sintió o creyó realmente en la presencia de David.




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