Capítulo I: El dibujo.
—¡Cállate de una maldita vez! —Grito con irritación, llevándose las manos a la cabeza en señal de frustración.
—Deja de hacer eso... es, es perturbador — dijo Pamela en defensa de lo que vio y aun estaba en sus manos.
—Claro que no lo es... —su hermana no dice nada. El niega con la cabeza y le mira poniendo los ojos en blanco, bajando sus manos a los costados. —Es como dibujarte a ti.
—Ancel. —Llamo lentamente —, este dibujo es resiente.
—¿Y? —contradijo, sin importar volver a pelear con su hermano.
—¿Cómo que "Y"? —Dijo Pamela. Harta del comportamiento infantil de su hermano —. ¿Acaso vas a su casa de... noche?
Pamela dirigió sus ojos al dibujo que Ancel estaba tocando hace unos minutos. El dibujo estaba pintado con una tina no común -No era normal, no usando la sangre como tinta -. Las sombras que tenía en todo lugar, la chica parecía pasivamente dormida. Y todo con esa estúpida tina anormal para todo pintor, e incluso un aprendiz.
¿Qué tipo de sangre llevaba esa tina? ¿Acaso era de Ancel?
Volvió su vista a su hermano, que no dejaba de pasar su mano por su tatuaje que tenia entre el dedo índice y pulgar.
—Ella me lo pidió. — Esas palabras a Pamela no le sonaban ciertas, mas bien sonaban a mentira. Además, ella no podía pedir ese dibujo. —Antes de terminar.
—Te creo.
Él se quedo callado y no quiso agregar nada. Y solo con eso le dio a Pamela la respuesta que no le buscaba.
Le hizo una señal para que le devolviera el dibujo, a lo que su hermana le devolvió el dibujo algo titubeante. Y él no dice nada, para subir las escaleras e ir a su habitación.
Ya dentro de su habitación, sonrió para si mismo al ver el dibujo. La pregunta de su hermana era un caprichoso si. Después de que rompió con ella hace unos quince días, aun así no la iba a dejar a ir así como así. Lana era de su propiedad, ella le tenía que pertenecer.
•~•~•
Se sentía realmente incómodo al tener que soportar todos los murmurios de las personas que le rodeaban, en toda su vida había odiado que las personas hicieran eso y le llegaba a irritar a horrores.
Con Pamela a un lado de que estaba igual que él, confundidos por todo el murmuró que se acercaron a Camila.
—Hola, Cam. —Saludo Pamela dándole un beso en la mejilla. —¿Por qué tanto alboroto hoy?
Camila miro a todos los lados y solo tomo su collar de búho (que tenia los ojos verdes) en sus manos. Él era muy observador y sabía que con ese movimiento ella estaba nerviosa.
—Lana desapareció hace dos días, y unos agentes vinieron acá —explica. Viendo a todos lados como si alguien la estuviera viendo.
—Pero es normal que se desaparezca por días, así paso hace dos meses. —interviene él, a lo que Camila niega.
—¿Hay algo más? — interroga Pamela.
—No contesta teléfono, su madre siempre le sabe donde esta, y ahora, no sabe nadie de su paradero —explica.
Él da un suspiro de frustración ante todo. Y vuelve su vista a su hermana que le da una palmada en la espalda.
—Se pelearía con su madre — sugiere encaminándose a su casillero.
—Tal vez, después de todo a ti si te presento como novio formal, y con en que duro más.
Da una sonrisa algo amarga y solamente asiente. Toma la puerta de su casillero para sacar sus libros e irse a su clase de Literatura.
Lana desaparecida. ¿Quién lo diría? Un catálogo que en ella jamás sería catalogada, y ahora tenía el honor de llevarlo.
Mira la rosa aplastada que estaba en su libro y la toma para depositarla en la basura, porque donde era que debía estar.
—¿Y esa rosa?
Mira con detenimiento a la chica que le pregunta. Y solo hace una mueca.
—¿Acaso te gustan así? —indica con disgusto. La chica que realmente se llama Cecy y era una de las amigas de Lana. —Ya entendí, te gusta las migajas.
—¡Solo quería entablar una conversación! —Grita desquiciada. —Y preguntarte por Lana.
—Tú mas que nada, sabes que terminamos hace quince días. Tú estuviste presente.
—Oh, lo siento. Eras uno mas de la lista de corazones rotos —Dice. Él la fulmina con la mirada y suelta la flor en el bote para seguir mirada. —Eres de los primeros que tomas la noticia bien.
—¿Y qué? —dice extasiado. Se llega a ir por todo el pasillo hasta llegar a su salón.
—¿Si te calo?
—Mira, Cecy... ¡A ti que te interesa!
—Eso responde todo. —Y con ello se fue a su salón dejándolo ir al suyo.
Dejó que las clases pesaran mientras él dibujaba en su cuaderno con los marcadores, miro que la profesora le hablaba, pero no le hizo caso. Hasta que la profesora grita y la hace hacer una raya.
—¿Los movimientos de la literatura?
Pone los ojos en blanco y solo contesta para que le dejen de molestar.
—Barroco, Romance, contemporáneo y Modernista.
La profesora asintió.
—Excelente, pon atención Leyva. —El asintió sin darle fe a su acción.
Al estar ya fuera miró a su hermana que sonreía con alegría a su dirección.
—Vamos a McDonald's ¿Vienes? — Hizo una mueca de fastidio.
Sabía su gemela que a él no le gustaban las hamburguesas.
—Sabes la respuesta Mel —Indico. Dándose media vuelta e irse de ese lugar que llamaban colegio.
—¿A dónde vas? —Che-chino sus dientes y sin voltear le responde.
—Estaré en mi lugar dibujando.
Pamela hizo una mueca.
—No deberías estar siempre ahí.
Necesitaba estar ahí.
—Sabes que me gusta estar en ese lugar.
—Sólo no vuelvas a casa tan tarde — Ruega Pamela.
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Editado: 30.07.2020