Capítulo 20

Sin darme cuenta, las horas pasaron y decidí ponerme a limpiar todo aquel desastre. Esto no podía seguir de esta manera y que mi padre llegara y encontrara toda la casa patas arriba.
Preparé todo lo necesario para poder limpiar aquello: bolsas de basura, un paño, productos de limpieza... entre otras cosas.

- Uff...hay mucho trabajo por delante - hablé sola.

Pero, por alguna razón desarrollé aquella característica de hablar conmigo misma. Tal vez, en cierto modo, sea una manera de hacerme auto compañía ya que normalmente estaba completamente sola.

Sin más espera, me puse a colocar cada cosa en su lugar, tiré lo que era completamente imposible de arreglar y limpié en cada rincón de la casa.
Tras esto fui al baño y me di una ducha. Quitar los vendajes y ver cómo se encontraba el estado de mi piel me dio mucho escalofrío y malos recuerdos haciendo que las dichosas lágrimas volvieran a mis ojos, pero esta vez las retuve.

Tras el baño, apliqué todos los cuidados que me dijo el médico antes de salir del hospital, aunque este no estuviera de acuerdo que yo me fuera aún pero, por suerte o por desgracia, el hospital aquí es de pago y puedes decidir si irte o no bajo tu propia  responsabilidad.
Y aquello era otro tema...tenía que pagar la factura de la consulta, mi ingreso en la habitación del hospital y los tratamientos...¿de dónde sacaría el dinero? Tengo una semana para abonar la tasa...y, aunque no fuera una exageración, era un dinero que no tenía.
Estuve pensando que hacer para poder recaudar todo ese dinero y se me ocurrió una simple idea...vender en la calle. 
Hace muchos años yo dibujaba...¡me encantaba dibujar! incluso tengo algunos libro llenos de dibujos que hacía cuando era más pequeña, pero aquello lo dejé y las razones creo que son obvias.
Cogí un lápiz y empecé a hacer varios dibujos que podrían interesarle a las personas tal vez escenas de héroe importantes rescatando a la humanidad, animales, flores... cualquier cosa bonita que pudiera llamar la atención. Puesto que no tenía mucho tiempo hice como tres o cuatro dibujos y cogí mi libreta de dibujo antiguos, pues no me quedaba otra que vender esos también. 
Salí de la casa y me fui al centro de mi ciudad, la plaza.

Una vez allí, se senté en el suelo y puse un cartel en el que decía que vendía mis dibujos. Finalmente fui colocando cada uno de estos...incluidos dibujos super realistas de mi madre tocando el arpa, su instrumento favorito...no pude evitar mirarlos con pena...

¡Hasta aquí el capítulo de hoy!

¡Espero que lo hayáis disfrutado muchísimo!

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AUTORA DE: Kaori, la esfera mágica.

EDITORIAL: Ediciones Arcanas.

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