Quimera (libro#1- Saga Destino)

Capítulo I

CAPÍTULO I

 

— ¿Vas a tomar tu Frugos?

— ¿Ah?

—Rita, despierta hijita, te pregunté si vas a tomar tu cajita de Frugos.

Agarrando la pequeña caja, mira a su amigo que tiene una cara de anhelo. Si, a Julián le encanta el Frugos; a ella, no. Y no entiende por qué lo había comprado. Sonríe y se lo entrega.

—Eres un ángel. Por cierto, ¿ya dejaste de mirar como tonta a Sebastián? —Ante lo dicho Rita se mueve en su asiento algo incomoda y avergonzada. Le lanza una mirada ácida—. ¿Qué acaso no es cierto?

Abre la boca para responder, pero la cierra al instante al no encontrar una respuesta.

—Aja. Entonces te gusta. No te culpo, siendo el un pelirrojo en peligro de extinción las chicas lo acaparan para ver quién tiene suerte de quedárselo. —Rita suelta una risita burlona—. Hey, no te rías. Los comunes y silvestres como yo no tenemos oportunidad.

— ¿Eres gay o qué?

—Claro que no.

—Como dijiste que no tenías oportunidad, pensé…

—Me refiero con las chicas.

—Debiste ser más específico.

—Lo fui. Ya, pero dime desde cuando te gusta el Sebastián.

—Solo Sebastián—lo corrige.

—El que tiene plata habla como quiere—su amiga solo rueda los ojos—. Me parece extraño que te guste el rojo. Desde que empezamos el año no mostraste síntomas de enamoramiento hacia él como las demás. Pero ahora parece que te desvives por saber de él.

—N-no es eso.

La risa ronca y fresca de Sebastián llama la atención de ambos que inmediatamente voltean hacia él. Está rodeado por grupo de alumnos ­–la mayoría mujeres– que dejan relucir su afán por estar más cerca de él. Es como si Sebastián fuera el pastor y ellos las ovejitas. Como si él fuera la reina abeja y sus obreras. Como el perro y sus pulgas. Como…

Al percatarse de que lo observan, Sebastián voltea hacia ellos y le muestra una sonrisa algo coqueta a Rani. Solo a ella.

—Oh rayos. Creo que le gustas.

—No, no, no. Qué asco. Voltea maldita sea.

—Ya no nos está mirando.

—Esto es lo último que me faltaba.

—Pensé que te gustaba.

—Pues pensaste mal—suelta con un resoplido ocultando su rostro entre sus manos—. Él de todas las personas que he conocido me da mala espina. No entiendo cómo es que no se dan cuenta de que él solo está jugando con todos. Su sonrisa, su risa, su cabello, su personalidad son falsas. Te apuesto que hasta su caca es falsa.

Otra vez, la risa de Sebastián se hace escuchar logrando que Rani frunza el ceño más de lo que está.

Dejando de lado que él tiene la risa más falsa jamás vista. Rani estaba cien por ciento segura de no haberlo visto nunca dentro de la academia. Todos y cada uno lo conocía, todos, menos ella. Cuando se lo dijo a Brenda, esta solo se río y la miró como si estuviera loca o haciendo un chiste. Eso le dolió, obviamente. Que tu mejor amiga no te crea era para Rani un golpe duro puesto que ellas se volvieron intimas desde el primer día. Ni siquiera con sus compañeros de promoción, que había estudiado junto a ellos por 11 años, contaba con la sinceridad y confianza que la relación de Brenda y Rani tenían.

Intentó con Diego, pero él la miró igual que Brenda. Lo mismo pasó con Juan. Y dejó de intentarlo con Julián y Nico; él primero porque no quería que él la tratase igual de loca; y el segundo, aún seguía sin hablarse.

Pero ahora tenía ganas de contarle a quien sea su verdad sobre el pelirrojo. Que no lo conocía. Jamás lo había visto. Y no era posible que nadie más la apoyase en eso. Antes de caer enferma él no había compartido salón con ellos. Tampoco había estado en otro salón. Ella lo hubiera recordado, de eso estaba segura.

¿Julián le creería?

— ¿Algo más?

—Te apuesto que ni siquiera hace la tarea—agregó.

—Aja. Claro.

¿No me crees?

—Lo de su caca falsa. Por supuesto. Pero así les gustan a las chicas.

—Eso no es cierto.

—Por favor. Dime que él no te gusta al menos un poco.

—Es guapo, lo admito. Pero…

— ¿Vez? Ahí está tu respuesta.

—Eso no es suficiente. Las chicas les gusta alguien divertido, educado, sincero y maduro.

—Yo soy todo eso.

—Excepto la parte de maduro.

—Me lo dice la chica que tan solo ayer se mechó con casi medio fandom del #TeamDamon. Solo para defender a su adorado Stefan —dijo arrastrando las últimas palabras con un timbre agudo.

—Ellas empezaron. Y tú ni hables que ayer te peleaste con medio fandom de LoveRitmo por defender a Audition.

—Bueno, en mi opinión y de muchos tú eres más loca.

El chirrido de las patas de la silla con el suelo los estremeció a ambos. Brenda con una sonrisa como la del Guasón, se sentó al lado de Javo. Puso sus cuadernos en la mesa. Ni uno sabía por qué su amiga había demorado tanto para bajar al tercer piso, puesto su salón estaba en el quinto. Tenían un break de 20 minutos, ya habían pasado como unos quince y recién Brenda decidió aparecer. Ambos la miraron con los ojos entrecerrados, sin duda debería haber una buena razón para que demora en bajar y traer consigo esa estúpida sonrisa.

— ¿Y a ti qué te picó? —Preguntó Julián. La notaba impaciente por querer contarles lo que sea que le pase o haya pasado, pero a la vez parecía que no iba a abrir el pico.

— ¿Brenda? ¿Por qué demoraste? Ya casi acaba el recreo…

—No estamos en el colegio para llamarlo de esa forma. Repite después de mí… B-R-E

—No seas payaso, que nosotros llamando break al recreo nos vemos tontos. Más tú, por supuesto.

Julián le lanzó una fingida mirada herida. Volteó hacia su otra amiga que seguía sonriendo como ida.

—Me estás preocupando Brendita. Habla o calla para siempre.

Soltó un suspiro y empezó a hablar.

— ¿Recuerdas que me dijiste que había algo en Sebastián que te parecía raro? —Rani arqueó una ceja. —Entonces… adivina qué. —se reclinó un poco más en la mesa, juntando a sus dos amigos y susurro lo más bajo que pudo—. Hablé con Manuel, el que se sienta a su lado y me contó que al parecer a él que le gustas.




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