—Hermione y Ron, los dos juntos caminaron hasta . . .—mi hermana entrando a mí habitación interrumpió mi lectura.
—¿Otra vez leyendo ese libro? —preguntó sentándose en mi cama.
En ese momento recordé cuando mi madre venía en las noches a leerme cuentos. Era algo tierno, siempre soñaba que yo era la protagonista y encontraba el amor en mi Príncipe azul. Todo esto lo mandé a la mierda cuando ella murió.
La muerte de mis padres me afectó mucho a mi hermana y a mí. Fue algo horrendo ver como tus padres son asesinados de la peor manera posible. Ellos fueron asesinados a mano armada por dos de sus enemigos. Mis padres eran tan famosos por su crecimiento de su empresa, esto los llevaron a tener varios enemigos, que terminaron triunfando con su asesinato. Desde su muerte Sky y yo no hemos vuelto a ser iguales, es difícil aprender a vivir sin esas personas que admirabas tanto. Al principio nos sentíamos extrañas pero con el tiempo tuvimos que acostumbrarnos y aceptar la realidad. Ese asesinato me dejó un fuerte trauma, desde ese momento no tolero ver la sangre. Puede que sea algo estúpido pero es la verdad. Cada vez que veo sangre corriendo por el cuerpo humano, recuerdo la vez de su muerte. Mi hermana me ha llevado a varios psicólogos, pero todo fue en vano ya que aún sigo teniendo ese maldito trauma.
Suspiré.
—Si. Amo el libro, deberías leerlo -comenté, marqué el capítulo donde me había quedado y cerré el libro, prestando más atención a mi hermana.
—¿Yo? ¿Leyendo? Claro que no. Sabes muy bien que eso de leer no es lo mío —me reí.
—Eres rara.
—Y tú fea —le di una de mis mejores sonrisas —Ya, ahora si, a dormir.
—¿Perdón?
—Perdonada, pero no lo vuelvas a hacer.
—¡Lily! —protesté.
¡Es injusto que te manden a dormir a las 10:00PM!
—A dormir —repitió —Eres demasiado dormilona, mejor dormir temprano y levantarse temprano.
—O tal vez . . . ¡Dormir tarde y levantarse temprano!
—¿Dormir tarde y levantarse temprano?. Eso no suena algo que Emma Parker pueda hacer.
—¡Bien! —hablé derrotada —Dormiré temprano.
—Me parece perfecto.
Mi hermana se levantó de la cama y salió de mi habitación.
Al parecer tendrás que dormir temprano.
¡Aún sigo buscando tutoriales en YouTube para poder sacarte de ahí, insufrible voz misteriosa!
.
.
.
¡Beep! ¡Beep! ¡Beep!
—Buenos días a ti también, asquerosa alarma.
Nuevo bimestre. Más tortura.
Me levanté renegando de mi cama. Al parecer Lily está en lo correcto 《odio levantarme temprano》. Me dirigí al baño e hice lo que se hace todos los días. Salí de la ducha y pude ver a través del espejo, mi cuerpo. No soy una chica con buenas curvas o cuerpo de modelo. Nada de Eso, yo soy una universitaria de cabello rubio y ojos azules. Para mis compañeros de facultad piensan que por ser rubia, sería esas estúpidas plásticas que tienen sexo con cualquier tipo que se le cruza por enfrente. Por esa razón es que no tengo amigos, esos idiotas solo hablan de un físico que no es perfecto. No se dan el tiempo de acercarse a mí a conocerme y ya andan hablando sin saber la realidad.
En fin. Salí de la ducha y me coloqué la típica ropa holgada que estoy acostumbrada a usar gracias a mis inseguridades de no tener un cuerpo perfecto.
—¡Ya era hora que te levantaras, dormilona! —gritó mi hermana, ingresé al comedor y pude ver como pequeños panqueques quemados adornaban la mesa.
—¿Y eso? —señalé los panqueques.
—Inventos de tu querida hermana —me reí.
—Bien, ahora a esperar que sean las 7:00AM —me tiré en el sofá.
—¿Qué? ¡¿Sabes que hora es?! —negué.
Me fijé la hora en mi reloj que llevaba en la muñeca y apareció mi peor pesadilla.
—¡Mierda!
¡Llegaba tarde!
Guardaba, rápidamente, todas las cosas necesarias en mi maleta mientras escuchaba las carcajadas provenientes de mi hermana.
—¡Listo! —me dirigí a la puerta de salida cuando mi hermana me agarra de la maleta y me detiene.
—¿Que sucede? —pregunté confundida.
—Te olvidas de tu almuerzo —dijo enseñando una bolsa que supuse que era la comida.
—En la Universidad hay cafetería —le recordé.
—La comida preparada por los demás está envenenada —repitió las palabras de mamá.
Mi madre siempre decía que lo preparado por las demás personas tienen sustancias que te llevarán a la muerte. Decía esto ya que ella siempre cocinaba saludablemente.
—Bien —agarré la bolsa.
—Adiós fea.
—Adiós boba . . . ¡Y ponte sujetador! —grité viendo como sus pezones se transparentaban desde su camisa.
—¡Maldición! —la escuché gruñir.
Me subí a mi coche y prendí camino a la universidad. La universidad no quedaba tan lejos pero tampoco se encontraba tan cerca.
Paré en un semáforo que marcaba el rojo.
Observaba la gente pasar lentamente, cuando alguien me choca por detrás. Me volteo para observar y veo a un chico saliendo de su carro.
—¡Demonios! —gritó viendo la parte delantera de su coche, que se había malogrado.
Me bajé del carro y me acerqué hasta a él.
—¡¿Que te pasa, estúpido?! —él solo se fijó en el daño que se ocasionó en su carro. ¡¿Pero y el mío qué?!
—¡Mira lo que le hiciste a mi bebé —besaba su carro.
Está loco.
—¿Yo? ¡yo no le hice nada a tu carro! ¡fuiste tú el que hizo todo esto!
—¡Claro que no!
Seguíamos gritando, mientras que la gente que se encontraba ahí, observaba todo.
—No peleen en centro público —nos regañó un policía de tránsito.
—¿Señor cara de plato? ¡señor cara de plato, dígale que no me grite!
Al parecer el pelinegro conocía al policía.
—Ya cállate Ethan. Señorita por favor no siga gritando.
—¿Escuchaste? ¡no grites, rubia!
—¡No me digas así!
—¡A mí no me grites!
—¡Cállate, asquerosa sangre sucia inmunda!
—¿Como me llamaste?
—Sangre sucia inmunda —repetí.
—¡Mi padre se enterará de esto! —subió a su carro y arrancó.
—¿Sabe señor? —me dirigí al policía —Nunca he deseado la muerte de alguien. Pero en este momento quiero que se choque y no vuelva a abrir los ojos, ese asquerosidad de humano.
—A veces deseo lo mismo, señorita.
—Lo entiendo.
Subí a mi carro, olvidándome el pequeño inconveniente con el chico, el cuál estaba atractivo. Ojos marrones, cabello negro, labios carnosos y un completo idiota. En fin, me dirigí a la universidad, la cuál se encontraba bastante cerca de donde me encontraba.
—Llegó la rarita —hablaban mis compañeros de facultad. Se comportaban como unos niños de kínder, que no tomaba mucha importancia. Me dirigí a mi aula y el profesor me recibió con cara de muy pocos amigos. Pues es algo normal, llegaba tarde.
—Señorita Parker, ¿otra vez llegando tarde?
—Lo siento, prometo que no se va a volver a repetir.
Caminé hasta mi mesa, la única de al fondo, todos estos idiotas me guardaban la silla de al final y siempre me sentaba sola porque según ellos contagio《gérmenes》. Que imbéciles.
—Bien alumnos. Hoy hare . . . —el profesor fue interrumpido por el golpe de la puerta.
—Lo siento. Soy alumno nuevo. Ethan Evans.
Abrí mis ojos al ver que era el mismo chico de hoy en la mañana. Esa asquerosa sangre sucia.
—Si, bien. Siéntese al lado de la señorita de al fondo —ordenó el profesor señalándome.
¡Mierda!
Este se acercó a mí y al instante me reconoció, colocando una sonrisa en su horrorosa cara.
—Malfoy —susurró tomado asiento.
—¿Malfoy? —pregunté confundida.
Sabía muy bien a lo que se refería. Draco Malfoy, personaje de la obra cinematográfica Harry Potter y mi personaje favorita de la saga.
—En la mañana me dijiste "sangre sucia inmunda". Eso es cien por ciento Draco Malfoy.
—¿Y qué?. Me gusta la obra —me encogí de hombros.
—A mí igual.
—No recuerdo haberte preguntado.
—Cien por ciento Slytherin.
Tiene razón.
—Cien por ciento Griffindor.
—¡Señorita Parker y joven Evans! —nos regañó el profesor.
—Viejo miserable. Arruina vidas —susurré.
—¡Señorita Parker!
Al parecer mi querido profesor me había escuchado.
—¿Lo siento?
—¡Examen sorpresa! —gritó.
—¡¿Qué?! —nos quejamos.
¿Quién carajos manda un examen en el primer día de clases?
¡Solo el asqueroso de mi profesor!
Empezó a entregar las hojas que supuse que era el examen. Viejo canoso, lo único que quiere es vernos sufrir.
—Muero por que desapruebe —susurró cuando llegó a mi asiento.
—Yo también lo quiero, profesor —comenté sarcástica.
Siguió entregando los exámenes mientras marcaba pausadamente las reglas.
—Prohibido copiar. Prohibido tirarse papelitos. Y por último —hizo una pausa —Prohibido aprobar.
¿Prohibido aprobar?
¡¿Enserio?!
—Empiecen . . . ¡Ya!
Agarré un lápiz y me dispuse a rellenar el examen. Notaba constantemente como . . . ¿Ethan?, si así se llamaba, en fin, ese idiota cada vez alzaba su cabeza para poder observar mi hoja, claramente yo me di cuenta y tapaba mi examen.
—Quedan cinco minutos —informó el profesor.
—¡¿Cinco minutos?! —grité llamando la atención de todo el salón.
—Correcto, señorita Parker.
¡Viejo de la puta madre!
¡¿Quién demonios da solamente cinco minutos para un insufrible examen?!
¡Nadie!
Intentaba resolver todo rápidamente, mientras escuchaba el reloj marcando la hora, ese "toc toc" ya me estaba jodiendo.
—¡Entreguen sus exámenes! —anunció el viejo.
Me puse de pie y caminé hasta el escritorio del profesor. Este al verme sonríe maliciosamente.
—No creo que sea necesario revisar su examen.
—No juzgue un examen si ni siquiera a verlo revisado —esta vez la sonrisa se colocó en mi rostro.
Iba a salir del salón cuando siento que me tiran un papel, me volteo buscando al responsable y me encuentro con la mirada de Ethan pidiendo ayuda. Este escribió algo en su libreta y después me lo mostró desde su asiento.
《¡Dame las respuestas!》
Esas palabras se encontraban escritas en su libreta. Sonreí ligeramente y salí del aula ignorando su petición.
Eso le pasa por idiota.
Caminaba hasta el salón de limpieza, estaba acostumbrada a almorzar ahí, en las mesas de la cafetería están esos sin cerebro.
Iba a entrar al salón cuando me jalan del brazo y me cubren la boca, la persona la cuál se encontraba a minutos de morir, me entra al salón vacío de la universidad.
En la universidad hay un salón vacío porque años anteriores hubo un incendio que dañó gran parte del aula, y también se llevó varias vidas de estudiantes. Todos piensan que está embrujado, para mí eso es una estupidez, teorías falsas que crean para llamar la atención.
—¡¿Que te pasa, estúpido?! —grité viendo a Ethan.
—¡Por tú culpa voy a desaprobar! —se quejó.
—No es mi culpa que seas un idiota sin cerebro ni neuronas.
—¡Te dije que me dieras las respuestas!
—Yo no soy quién para ayudarte.
—¡Hija de pu . . . ! —lo interrumpí.
—Adiós Potter —salí del salón.
—¡Te derrotaré, Malfoy!