Capítulo 36: Noche De Lágrimas.
ROSIE.
Rosie
Cinco minutos más tarde, nos encontramos dirigiéndonos frente a la longitudinal barra en la que preparan sushi frente a nuestros propios ojos. ¡Cocinan frente a nosotros! Parezco niña pequeña emocionada por subirse a algún columpio. Los nervios han ido apaciguándose a medida que el tiempo avanza; sin embargo, la tensión entre nosotros sigue siendo tan pesada como cuando se enteraron de que debían compartir una noche, juntos.
Oh, vamos.
Reconozco que ha estado mal no informarles antes sobre la verdad detrás de nuestra “cita” pero compartir una cena entre amigos por una noche, no va asesinar a nadie. ¿No?
Solo espero que no.
Mecha ha cogido asiento a mi lado, y ambas nos encontramos en medio de la barra mientras que los chicos se han sentado al lado de cada una para estar lo más lejos que puedan. Ruedo los ojos en mi interior pero decido ahorrarme mis comentarios. No pueden ser más infantiles…
Sea lo que sea que haya sucedido entre los Janssen y los Collins, es hora de resolverse esa raja entre ambas familias. No pueden odiarse a muerte por siempre.
El silencio se vuelve abrumador, y por un instante, todos nos mantenemos callados sin soltar una sola palabra hasta que el chef en frente de nosotros decide romper el silencio al preguntarnos qué desearíamos pedir.
Honestamente, agradezco su intervención. No sabía cómo empezar a disipar el silencio cuando las palabras morían de miedo por salir.
El chef nos ofrece cuatro cartillas con el menú, y cada uno procedemos a tomar nuestras cartillas. Bueno, miento al decir ‹‹cada uno››; solo Mecha y yo tomamos las cartillas para echarles un vistazo.
No pretenden comportarse como un par de estatuas de museo durante toda la noche, ¿o sí?
Miro a Micah de refilón. Él mantiene su mandíbula prensada, al igual que sus anchos hombros, y la endemoniada sonrisa de sus labios ha desaparecido como por arte de magia. Sus labios se encuentran apretados en una delgada línea, y un mordisco de culpabilidad me oprime el pecho.
Traslado mi mirada hacia Kevin. Él imita a Micah con sus facciones endurecidas, y gélidas. Casi ni le presta atención a Mecha, y noto la desilusión en las pupilas de la castaña.
Otro mordisco más de culpa me ataca, y vuelvo mi atención hacia Micah. Acerco mi cuerpo unos centímetros más hacia el suyo, causando que su mirada repare sobre mí.
No puedo permitir que arruinen la noche especial de Mecha por sus tonterías y rivalidades.
—¿Puedes fingir al menos? —le susurro con la intención de que solo Micah pueda escucharme. Él no se molesta en responder, y se limita a levantar un labio hacia arriba en una mueca de disgusto—. ¿No vas a hablarme? —lanzo la pregunta, colocando la cartilla a un costado de nosotros.
Micah no dice nada, y se queda evaluando mi rostro durante lacónicos segundos que se asimilan a una eternidad.
—No debería —murmura, pasándose una mano por la barbilla e instalando una expresión de niño enojado en su rostro contorneado por los mismísimos dioses—. Pero me gustas demasiado como para no hacerlo —mis labios se ensanchan con discreción, y avisto el fantasma de una sonrisa ascender hasta sus labios.
Exhalo un suspiro, y muerdo el interior de mi mejilla sin apartar mi mirada de sus chispeantes ojazos verdes. Un ligero rubor empaña mis mejillas, y trato de echar mi cabello hacia el frente para ocultarlo.
Él lo nota, sin embargo. Una sonrisa de suficiencia abriéndose espacio entre sus irresistibles labios.
Mecha nos interrumpe antes que pueda decir algo más, y me giro hacia ella.
—¿Ya decidieron que van a ordenar, chicos? —ella nos mira con esa deslumbrante sonrisa en cara, y la cartilla entre sus temblorosos dedos.
Comparto una rápida mirada con Micah, y asiento. Él alza una ceja, pero no me interesa. Pediré por los dos, puesto a que debido a su inmadura actitud no hemos podido socializar mucho esta noche.
—Podría ser el picante, ¿les agrada la idea? —mi mirada viaja hacia todos los presentes en la mesa, y Mecha asiente, concordando conmigo.
—Sí, picante suena bien —Kevin afloja una sonrisa desinteresada en sus labios, e inclina su espalda hacia la silla.
—No me gusta el picante —apunta, Micah. Una expresión de antipatía ajustándose a su cara.
Suspiro, y Mecha tuerce los labios.
—Bueno… —le echo una rápido escaneo a la cartilla buscando alguna opción adecuada para todos, y reformulo: —. ¿Con guacamole?
—Bueno. —Micah se cruza de brazos, fulminando a Kevin con su mirada cetrina.
—No me gusta el guacamole. —espeta Kevin, devolviéndole las dagas a Micah.
Mierda…
Sacudiendo la cabeza, me apresuro en elegir otra opción que no contenga ni picante, ni guacamole.
—¿Con arroz?
Kevin asiente sin borrar la disonancia en su rostro.
—Sí.
Casi simultáneamente, Micah responde: