No se que hacer, por un lado podría ir a la azotea pero ya no le veo sentido, por alguna extraña razón hoy no quiero quedarme aquí sola así que al final después de darle muchas vueltas decido bajar a la cafetería.
Casi nunca bajo, el ambiente deprimente de este lugar es sofocante, al ser este un centro de urgencias casi siempre hay algún problema que atender y si los pacientes tienen algún familiar o persona que los quiera estos bajan a la cafetería para esperar un milagro.
Como si los Milagros existieran.
En cuanto bajo a la cafeteria me encuentro con el mismo escenario de siempre, todo esta vacio, hoy no hay muchos visitantes, de hecho hace muchos años que no vienen familiares a esperar en la cafetería, es como si los recién llegados hubieran sido olvidados por aquellos que los acompañarían "en las buenas y en las malas" y dejados a su suerte esperando el momento en el que el hospital los llame para notificar su muerte.
Bajo ese concepto los internos del hospital se convierten en la "familia" que necesitan solo para no hacer más real el hecho de que la superficialidad y el egoísmo se a apoderado de las personas haciendo que estas olviden lo realmente importante de la vida y eso son las personas que nos acompañan en ella.
Dany se acerca a mi apenas nota mi presencia y su sorpresa es tan palpable que sonrió un poco al ver su cara.
Pero si es mi bella futura esposa - comenta sonriendo y yo ruedo los ojos ante lo ridículo del comentario, sin embargo me causa un poco de gracia pues Dany siempre ha sido así.
Que tal Dany - saludo y el me responde con un fuerte abrazo que casi me deja sin aire, pese a que no correspondo Dany esta feliz de verme de nuevo.
Casi nunca salgo de mi habitación, y si salgo voy a la azotea, la cual esta prohibida para todos los internos por eso hace mucho que no veo a Dany
¿Ah pasado algo bella? ¿Quien te ha sacado de tu cueva? Digo, necesito la información para hacerle un altar, esa persona sin duda hace milagros - sacudo la mano restando importancia al asunto y me dirijo al lugar donde esta Matías el cocinero y encargado de la cafeteria
Hola Mat ¿Qué tienes hoy de cenar? - pregunto
Hola Eileen, ¿llamo a Clara? Creo que estas enferma ¿te sientes enferma cariño? - su cara de sorpresa exagerada me produce gracia pero no me rio solo enarco una ceja y finjo tener tos.
La verdad que si Mat, me he sentido un poco mal, ¿tienes algo de comida que le des a esta pobre alma hambrienta? - le digo poniendo mi mejor cara de malestar.
Claro que si pequeña, lo que sea para ayudar a estas pobres almas en desgracia - me responde y me da un sandwich el cual me como luego de darle las gracias.
No es que me desagraden mis compañeros, pero los sitios llenos de gente me abruman y decido de nuevo que ya es tiempo de irme.
Justo cuando giro para subir de nuevo las escaleras me encuentro con quien menos esperaba ver hoy otra vez.
Axan esta con su bufanda y gorro de lana negros los cuales le cubren parte de la cara y solo dejan al descubierto sus ojos, los cuales al conectarse con los míos me provoca cosas que no entiendo pero que me asusta por completo.
Cuando trato de rodearlo para subir de nuevo el me toma por los hombros y me saluda con energía bajando su bufanda hasta el cuello para darme una mejor vista de toda su cara.
Pero que gran fortuna volver a verte, Leen - Leen, me ha llamado por un apodo, aunque no es feo me provoca un nudo en la garganta y un profundo dolor de cabeza que no me explico, se me corta la respiración mis ojos se cristalizan por un momento, aunque suene extraño porque los nombres no pueden lastimarnos, lo hace, me duele que me llame así.
No me llames así - le digo brusca mientras me quito su brazo de los hombros de un empujón, el se acomoda como si nada hubiera pasado y con la misma actitud despreocupada de esta mañana me dice:
Ok, entonces ¿como te llamo? - me pregunta curioso mientras mete sus manos en los bolsillos de su pantalón.
No me llames de ninguna forma - digo cortante - solo no me llames ¿si? - no es que me haya ofendido de alguna manera, de hecho fue todo lo contrario, su cariño y delicadeza al nombrarme no me ofende, en realidad eso me... Lastima. Me trae malos recuerdos, recuerdos que llevo reprimiendo desde hace años, cosas que no quiero repetir, que no quiero sentir de nuevo.
Esta bien, no te llamaré así - me dice con calma, como tratando de trasmitirme su tranquilidad y hacer que vuelva a estar bien.
Aunque hace mucho tiempo que no estoy bien.
Eh viejo, pensé que Clara ya te habría encerrado para que no vuelvas a escapar - oigo que lo llaman y ambos giramos al mismo tiempo buscando el origen de la voz.
Eh Tony, que bueno verte de nuevo - se saludan con un choque de manos extraño y se dan un fuerte abrazo.
No me había dado cuenta que estaba quieta en mi lugar observando la escena hasta que Axan se giro a mirarme de nuevo y su amigo le siguió con curiosidad.
Ey ¿que tal? ¿Eres nueva por aquí? No te había visto antes - me dice el chico pelirrojo que me mira de arriba a abajo.
Puede que el no me haya notado, pero yo a él si, se llama Tomás pero todos le dicen Tony y lo conozco porque es el interno rebelde que siempre le saca una cana nueva a Clara, nuestra enfermera.
Me quedo callada como analizando la situación cuando al final encuentro mi voz y le contestó.
No soy nueva, llevo aquí cinco años - respondo con indiferencia mientras el arruga las cejas en sorpresa.
¿Cinco años? Como es que ni te note antes, eso es mucho tiempo, yo llevo aquí tres - me dice y luego me ofrece su mano para que la estreche.
Lo hago pero contrario a lo que esperaba el me jala y besa el dorso de esta.
Pues un placer señorita, soy Tony, y espero que nos llevemos bien - sonríe coqueto y me guiña un ojo.
Yo solo quedo perpleja pero consigo asentir con la cabeza.