Tengo miedo de que la conexión que sentimos se pierda y que en nuestro reencuentro, ya nada sea igual. Vuelves a mi en cada pensamiento, sintiéndote a mi lado, como si nada fuera distinto, "Nada puede serlo de un día para otro" me digo. Hoy has podido llamarme por teléfono, hemos tenido nuestro momento y no te imaginas lo feliz que me hace poder hablar contigo. No soy de callarme nada, tengo la suerte de poder hablar contigo de todo teniendo la oportunidad de exponerte ese miedo.
-¿Crees que se está enfriando la relación?.- preguntaste.
-Puede que la distancia y la falta de comunicación hagan mella, puede que cuando volvamos a vernos, no sea lo mismo, no sé.-
Discrepaste, como siempre haces cuando se trata de negar que no vayamos a durar, no quieres ver la posibilidad de que tarde o temprano nos perdamos en el tiempo, pasando a ser un bonito y posterior doloroso recuerdo.
Luego te recordé que eres tú quién tiene la sartén por el mango, quién tiene que tomar decisiones... Llevamos meses con la espada de Damocles suspendida sobre nuestras cabezas. Bromeé con el tiempo que me duran las relaciones sentimentales, según mi marido no me aguantarías ni dos días, suerte de él que he decidido romper que si no... Tú, que insistes en que tras la primera cita tardaremos un año en vivir juntos. ¡Que loco!
-Yo te dije que mínimo tienen que pasar dos o tres años antes de que vivamos juntos...Por el momento, vamos renovando lo nuestro cada tres meses. Parece un contrato de trabajo, al final tendré que hacerte fijo.-
-Tienes que hacerme indefinido.- respondiste tú.
-Pero sin papeles firmados, por favor. El primero tuvo un contrato verbal y duramos dieciséis años. Ahora con papel de por medio, ocho. Si firmo contigo, por estadística... ¿Qué duraríamos? ¿Cuatro años?
-¿Solo cuatro años? Va, pongámosle cinco, ya sabes que el cinco me gusta más.- seguiste el juego.
Me gusta pensar que imaginas un futuro conmigo, aunque sea en un futuro lejano repleto de interrogantes. Me da la vida cada una de tus llamadas, tus mensajes me arrancan una sonrisa, no lo puedo, ni lo quiero esconder. Aunque sea imposible o esté mal visto, te quiero mío, libre y conmigo.
Por la tarde, forjaste otra oportunidad para volver a llamarme, ganamos unos minutos para refrescar el silencio que en estos momentos nos acecha. Me da la vida, que busques la manera de estar presente aliviando mi miedo, acallando esa voz que vive en mí, esa que de tanto en tanto me escupe la verdad a la cara. Por la noche, te imaginé dando vueltas, subiendo y bajando escaleras para poder enviarme un mensaje antes de dormir.
"Tengo ganas de reencontrarme contigo". escribí.
"Darnos un abrazo piel con piel". respondiste al momento.
"Besarte mucho". continué.
"Pero solo cuatro años, me parece muuuuy poco..." bromeaste.
"Dice mi marido que con este carácter que tengo, no me aguantas ni dos días"
"Solo él..." respondiste.
No sé que estás haciendo, pero los mensajes llegan de manera fluida, estás fabricando un momento para dedicármelo a mí.
"Parece que sí. Por eso...que dices que cuatro años es poco y puede ser que no duremos ni dos días juntos"
"La primera cita, ya serán dos días y un año después..." escribiste tú.
Habíamos hablado, fantaseado más bien, que la primera cita sería una escapada de dos días a algún pueblecito cercano, siendo esa ocasión, la primera noche que dormiríamos juntos.
"¿Realmente crees que no duraríamos ni dos días? preguntaste.
"Creo que daríamos la sorpresa a todos esos que vaticinan que no duraríamos ni 24 horas. Duraríamos más de dos días y más de cuatro años. Aunque creo que estás como una cabra."
"Somos de dar sorpresas" dijiste.
Me preguntaste si yo te aguantaría más de cinco años, la pregunta ofende. Nunca he tenido tan clara la respuesta, aguantaría cinco vidas a tu lado, porque no quiero ir a ningún otro sitio si no me acompañas. Nos queremos por mal visto que esté, eso es así y pase lo que pase, me quedaré con eso. Los augurios no pintan demasiado bien, pero me gustan los desafíos. Dicen que a la tercera va la vencida, serías mi tercera historia y solo deseo que sea, por fin, la definitiva.