Nunca me he sentido querida, solo necesitada. Como muchos de vosotros, me he planteado en más de una ocasión, ¿Qué pasaría si mañana ya no estuviese?. Claro que sí, en algún momento se me ha pasado por la cabeza la idea del suicidio, pero, al parecer tengo otro problema, una especie de trastorno y es que ahora todo tiene un nombre, cualquier cosa tiene una explicación médica.
Se dice que, todo aquello que sufres en tu infancia, se refleja en tu edad adulta y que hay varios tipos de heridas que provocan que tu actitud o carácter respecto a las relaciones con la gente que te rodeas sea de un determinado modo. Se clasifican en cinco categorías: abandono, rechazo, humillación, traición e injusticia.
Rechazo: Enfrentamiento u oposición a una idea, acción o situación.
¿Fui una acción o situación opuesta a lo que mis padres deseaban? Totalmente, fui un accidente, algo inesperado que trastornó sus vidas. Fui rechazada en más de una ocasión, puede que ni ellos sean conscientes de eso, pero fue así. Seguro que mi madre en algún momento se paró a pensar en que, si no se hubiera quedado embarazada, si no hubieran existido en ella esas ganas de salir de su casa y ver el matrimonio como una salida, no se habría casado. Posiblemente ella estaría casada con otro hombre, habría llevado otra vida, pero el destino tenía otros planes. Mi padre, era un hombre muy atractivo en su juventud, tenía a las chicas del barrio locas por él. Seguro que si no hubiera dejado embarazada a mi madre, no se habría planteado casarse con ella, para empezar, mis abuelos no lo aceptaban, decían que el, era una mala influencia. Eso en cuanto a rechazo inconsciente, porque de manera consciente cuando yo ya tenía doce o tres años, escuchaba como le decía a mi madre que no me quería ni ver. ¿La razón de ese rechazo? Animaba a mi madre a dejarlo, le decía que podía tener una vida mejor y que no era más que un parásito.
-Respeta a tu padre.- me dijo ella una vez.
-Que se respete él y que luego pida respeto.- respondí.
La rabia me consumía por dentro, una rabia incontrolable que pagaba con mala actitud hacia mi madre, ella siempre pagaba los platos rotos. ¿Porqué teníamos que andar cambiando de casa constantemente? ¿Porqué ella quería quedarse a su lado? Mi casa era una guerra continua, siempre andaban discutiendo, malas caras, portazos...
Dicen que el padre del sexo contrario, es el que enseña a sentirse amado, enseña a recibir amor. El padre del mismo sexo, es el que enseña a amar, enseña lo que es el amor incondicional.
El individuo que ha sido rechazado por uno o ambos progenitores, no se permiten ser niños, se fuerzan a madurar rápido pensando que así serán menos vulnerables. Son niños que viven en un mundo imaginario, calmados que no hacen demasiado ruido y prefieren pasar desapercibidos. No quieren molestar, crecen sintiendo que no tienen ningún valor e intentarán ser perfectos para ganar ese valor que creen que les falta. De baja autoestima, no saben que hacer cuando alguien les presta atención, pues esas muestras contradicen la percepción que tienen sobre ellos mismos. Se comparan con todos aquellos que les rodean y dudan de que alguien sea capaz de enamorarse de ellos, pues no se sienten merecedores. Como tienen dificultad para reconocerse como “alguien”, a menudo tratan de llegar a ser como otra persona.
La herida del rechazo genera un comportamiento esquizoide, desprendido de lo material, perfeccionista e intelectual. Pasa por fases de gran amor y por fases de odio profundo. No cree en su derecho a existir. Busca la soledad y posee la capacidad de hacerse invisible y huir de la realidad y la vida.
Humillación: Hacer que una persona se sienta ofendida en su orgullo o su honor.
Sobrepeso, siempre me ha acompañado el problema de los kilos. A partir de los cinco o seis años, empecé a llevar una talla superior a la que me correspondía. Llevo toda la vida escuchando comentarios respecto a mi físico. A partir de cierta edad, dejé de lado esos comentarios, me acostumbré a ellos aunque nunca dejen de molestar. Dejé de responder a la ofensa aunque en mi interior, aún me pregunto ¿Por qué no tuve ese cuerpo de muñeca que se acepta en sociedad?
La situación en mi casa como os he dicho, con mi padre era bastante "inestable" por lo que para que yo tuviera un ambiente menos hostil, me enviaban algunas quincenas a casa de mis abuelos maternos. Ellos ayudaban a mi madre con el pago del alquiler, cuando venían a casa traían bolsas de comida y cuando me quedaba con ellos, me compraban ropa. Y es aquí, cuando me humillaban... Recuerdo como mi abuela, criticaba mi sobrepeso con cada prenda de ropa que me probaba.
-Sácale una talla más...- le decía a la dependienta- Estás gordísima.
Crecí escuchando una y otra vez comentarios de esa índole. Por parte de extraños y por parte de mi familia. "Con lo guapa que eres, si estuvieras más delgadita..."
Pero el comentario que jamás olvidaré, el que fue detonante de esta herida de humillación fue cuando con 13 años mi abuelo me dijo:
-¿Quién te va a querer así de gorda?.-
Efectivamente... ¿Quién me iba a querer? Habían abusado de mí y aquello no fue amor. Ni la primera vez, ni la segunda, ni la tercera... Ni por parte de aquello chicos del barrio, ni mi tío, ni mi prima... Ninguno de ello lo hizo por amor, no era una muestra de afecto, quiénes se acercaban no lo hacían para mostrar cariño, era otra cosa, algo más oscuro y visceral. Cuando decidí separarme del padre de mis hijas mayores, retumbaba en mi cabeza la voz de mi abuelo con esa frase lapidaria, pues mi cuerpo no menguó con los años, ni con dos partos encima. A esa frase, sumamos otra "¿Donde vas a ir gorda y con dos niñas?" Me paralizaba, continuaba con mi vida como si nada, dando la espalda a lo que realmente quería, ser feliz.
Para no sentir la herida de humillación, el niño desarrolla la máscara masoquista. Con esa protección, el niño aprenderá a castigarse a sí mismo (humillarse) antes de que lo hagan otros.