DEBAJO DE LAS ESTRELLAS
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Las canciones románticas abrazaban la noche, y la luna resplandeciente acompañaba a las personas que cantaban entre rimas las canciones románticas que sonaban en la plaza Ortaköy.
—¿Dónde está tu chico? —susurró Nisan en el oído a Zeynep al notar que lucía dispersa.
—Dijo que llegaría un poco tarde, tuvo algo que hacer en su trabajo antes de venir.
Había alrededor de cincuenta personas reunidas en la plaza. Cada uno había llegado con un amigo o su pareja. Los vendedores locales aprovechaban la vida nocturna y el evento para vender sus bebidas calientes y comidas rápidas.
El ambiente se sentía bastante cálido; las luces de los proyectores detrás de la banda estaban tenues, y las personas se susurraban entre ellas con discreción para no estropear el ambiente.
Nisan estaba con un chico alto, de cabellos negros y duras facciones. Se lo presentó a Zeynep con el nombre de Berat. Parecía un buen chico, aunque Zeynep no lo sintió muy divertido para ella, quien amaba que la hicieran reír.
Al parecer, Nisan disfrutaba apreciar su belleza, porque no lograba quitarle los ojos de encima en cada canción, y cantaba cada frase romántica mientras lo miraba. Zeynep deseó tener la valentía de su amiga y cantar con Mert aquellas canciones mientras se miraban fijamente; pero ella ni siquiera lograba detallar al muchacho más de veinte segundos sin entorpecer y escapar de los nervios.
—¿En quién piensas? —susurró una voz detrás de ella que la sacó de sus pensamientos.
—Pensé que no vendrías—comentó, detallando a Mert.
—¿Por qué siempre dices eso? —se acomodó a su lado izquierdo—. ¿Tengo cara de mentiroso?
—No—rio divertida—, es que te demoraste.
—Aquí estoy.
—Te luce bien ese color—dijo Zeynep, volviendo su mirada hacia la banda que tocaba.
Mert sonrió. Llevaba puesta una chaqueta gruesa con bolsillos rústicos y un cierre negro grueso. La había comprado ayer de regreso a casa.
—El cabello recogido te luce muy bien.
Zeynep se sonrojó: pero la iluminación de la noche estuvo a su favor, ocultando el color de sus mejillas. Ella vestía una hermosa gabardina, que hacía un nudo enmarcando su cintura; y botas negras que combinaban con el cuello de la blusa que sobresalía del cálido abrigo.
—¿No me presentarás a tu amigo? —intervino Nisan sin contenerse.
La muchacha reaccionó; y Mert dirigió la mirada a la chica y su acompañante. Entonces se mostró reservado, pues aún no los conocía y le costaba ser abierto a mi primera instancia.
—Nisan, él es Mert—dijo, mirando a su mejor amiga—. Mert, ella es Nisan, la amiga de la que te hablé.
Los chicos intercambiaron unas miradas fugaces.
Ella, sin embargo, extendió su mano para saludar a Mert.
—Es un placer.
—Y él es Berat, un amigo de Nisan —agregó Zeynep integrando al muchacho.
Los aplausos sonaron interrumpiendo su charla, y los cuatro dirigieron su vista a la banda nuevamente. Estaban parados en fila, uno al lado de otro, en la parte delantera.
Y unos segundos más tarde, una canción romántica sonaba suavizando la noche. El ambiente estaba siendo grato; la música resonaba entre frases profundas. Zeynep le lanzó unas cuantas miradas a Mert, y todas las veces que se giró para observarlo, él la estaba viendo desde antes.
Para él, detallar a Zeynep en medio de aquel espectáculo de colores reflectando sobre su rostro, mientras sonaban canciones que hablaban de amor, fue el regalo de la noche. Detalló su hermosa sonrisa bajo la luz de las estrellas, mientras el viento jugaba entre ellos, inquieto.
—¿Por qué me ves así? —reclamó entre nervios.
—Eres hermosa, Zeynep.
Ella se quedó mirándolo unos segundos, helada. Parpadeó unas cuantas veces, preguntándose si había escuchado correctamente; y luego desvió la mirada con una sonrisita de satisfacción.
En medio del espectáculo nocturno, Nisan recibió una llamada que al parecer era importante, pues le susurró a Zeynep en el oído que debía contestar, y pronto se alejó unos cuantos pasos buscando huir de la música y el alboroto.
La chica adoptó una postura rígida y preocupada apenas contestó el celular.
Luego se llevó la mano a la boca temblorosa.
—Nisan no está bien—alegó Zeynep sin quitarle la mirada de encima a su amiga.
—Tienes razón—dijo Berat arrugando la frente—. Iré a verla.
El chico se apresuró y con pasos grandes caminó hacia donde estaba Nisan. Zeynep permaneció inquieta y con una actitud temerosa estirando su cuello para no perder de vista a su amiga.
—¿Quieres que vayamos también? —preguntó Mert al verla ansiosa.
La muchacha asintió suplicante.
Escucharon que entre lágrimas la chica le contaba a Berat que su hermano había tenido un accidente y que ahora se encontraba en el hospital.
—Pero ¿está bien? —preguntó Zeynep, abrazándola.
—No lo sé—gimoteó entre sollozos—. Mamá dijo que estaba consiente, pero igual debo ir al hospital.
—Iremos contigo—dijo Zeynep mirando a Mert y este asintió sutilmente con la cabeza.