Raabta

Capítulo 23

UN DESEO CUMPLIDO

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    «La inauguración de algo que lleva escaso un buen tiempo suele ser un gran motivo de alegría y celebración. Ahora imaginen una biblioteca donde las letras cobran vida para hacernos vivir miles de historias y aprendizajes. Donde miramos lo que otros escriben para aprender, soñar y tener miles de perspectivas distintas.

     Hoy inauguramos esta hermosa biblioteca en Umutla, para que les sirva de apoyo a todos los que deseen estudiar, leer y aprender sobre la vida».

    Cuando Zeynep terminó de decir aquel discurso, Kerem cortó las cintas blancas que colgaban en la puerta. Los aplausos y las risas no faltaron.

    Todos los vecinos parecían felices con aquel avance. Kerem, quien se encontraba junto a Zeynep, fotografiaba con una gran sonrisa y grababa todo lo que sucedía. 

—Se te da muy bien eso de hablar en público—susurró Mert en el oído de Zeynep, mientras que las personas entraban a la biblioteca.

—Practiqué mucho para que saliera bien—rio.

—Es mentira. Hace presentaciones muy buenas siempre—comentó Kerem que escuchaba la conversación—. ¿Entramos?

—Entraré cuando esté vacía—mencionó Mert mirando hacía Zeynep—. Si entro ahorita no lo disfrutaré.

    La biblioteca estaba repleta de niños y adultos mirando y tocando los libros. 

—¿Onur te comentó que haremos algo para celebrar la apertura de la biblioteca?

—Sí.

—¿Sí vendrás, cierto?

—Ya veremos—soltó entre suspiros—. A veces llego cansado.

—No seas así, Mert—bufó—. Te divertirás. Solo seremos Samira, Khan, Onur, Kerem, tú y yo. Además, estos últimos días no hemos tenido tiempo de conversar.

—¿Extrañas pasar tiempo conmigo?

—¡Eres insoportable! —rodó los ojos con una sonrisa.

     Onur le había comentado a Mert en la mañana que haría una reunión en su casa al anochecer, con la excusa de celebrar la inauguración de la biblioteca. También le dijo que Samira cocinaría muchas comidas deliciosas.

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    Al anochecer, Mert cerró el taller; y Onur pidió permiso para salir temprano con la excusa de arreglar su casa y prepararse para la reunión. Le recalcó que viniera varias veces durante la tarde, además que Khan parecía de lo más feliz.

   Se dirigió a una panadería en las afueras de Umutla. Compró bebidas y una caja de galletas para no llegar con las manos vacías, pero antes de ir a la casa de Onur, fue a su casa para darse un baño y perfumarse un poco.

    Mientras abría su puerta observó la casa de Samira apagada, así que supuso que ya estaba en la reunión.

   Mientras tanto, en la casa de Onur se encontraban todos reunidos a excepción de Kerem, quien avisó que no podría venir. La casa del muchacho era bastante agradable, aunque pequeña. Sin embargo, había espacio para todos, pues estaba organizada muy bien.

   Tenía una mesa de comer para seis personas. Y una televisión que Khan aprovechaba muy bien mientras ellos preparaban la comida.

—¿El pastel está en la nevera?

—Sí, lo puse en la nevera—replicó Onur, mientras colocaba los cubiertos sobre la mesa—. Siento que no vendrá.

—¡Sé que vendrá! —dijo Zeynep por cuarta vez, mientras ayudaba a Samira a poner la comida en los platos—. Vi en su mirada que sí quería venir.

—¿Qué más viste en su mirada? Cuéntanos, Zeynep —inquirió Onur, vacilante.

—Ella solo ve lo que quiere ver—mencionó Samira, negando con la cabeza.

—¿A qué viene todo esto? —preguntó Zeynep haciéndose la desentendida.

—No puedes decir que no te has dado cuenta de cómo Mert te mira —juzgó Onur terminando de organizar los cubiertos.

   Zeynep sonrió con nervios, pero no contestó. Siguió decorando el plato de Kebab con delicadeza, mientras veía a Khan sentándose en la mesa.

—¿No podemos gritar «sorpresa» cuando llegue? —preguntó el niño, emocionado.

—Sería divertido ver su cara—apoyó Onur—, y podemos sacar el pastel y colocarlo en la mesa de una vez.

—No creo que a Mert le gusten esas cosas—alegó Zeynep, llevando el plato de Kebab a la mesa—. Sé que lo conocen más que yo, pero no se ve del tipo de persona que se sienta cómoda con esas cosas.

—Zeynep tiene razón, niños—se sentó la mujer al frente de Khan en la mesa—. Mert es muy discreto; eso lo hará incomodar. Mejor cenemos primero y luego le decimos que hicimos esto por su cumpleaños.

—Si viene—expresó Onur con pesimismo.

     En ese momento el timbre sonó, dejando ver a Mert con el cabello húmedo, y bolsas en las manos..

—¡Sabía que vendrías! —dijo Onur.

—Qué mentiroso—susurró Zeynep, riendo con Samira.

—Hueles rico—susurró Onur mientras Mert se quitaba los zapatos—. Acércate a Zeynep para que lo note.

     Mert fulminó a su amigo con la mirada y entró a la sala. Observó una mesa llena de comidas deliciosas, sus favoritas. Y, alrededor de la mesa, las personas que más le importaban. Khan estaba sentado frente a Samira.

     Y junto a la anciana estaba Zeynep.

—Buenas noches—saludó mirando a todos—. Disculpen la demora, fui a comprar algunas cosas—alzó las bolsas.

—No te preocupes, cariño—se levantó y le quitó las bolsas de las manos—. Siéntate en mi puesto, anda.

     La mujer sirvió las bebidas que Mert había traído y guardó las galletas para el postre, igual que el pastel y otros dulces que había preparado.

      Él abrazó a Khan primero, y luego se sentó junto a Zeynep regalándole una sonrisa. Onur fue a la cocina para ayudar a la señora.

—Hueles muy rico, Mert—mencionó Khan con una gran sonrisa.

—Gracias—rio. Zeynep sonrió también.

—Sabía que vendrías.

—Esperaba un «pensé que no vendrías»—bromeó detallando la mesa—. ¿Mamá Samira preparó todo esto?




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