Capítulo 1

Hoy me mudo a un pueblo muy poco reconocido, pero visitado por algunos turistas que deciden descubrir nuevos lugares. Este es un pueblo que es tan tranquilo que podrías ir caminando por las calles a altas horas de la noche y no podría pasar nada. O bueno, eso es lo que dice mi madre, quien en este momento está muy sonriente. ¿Cuál será el causante de su sonrisa? No lo sé, solo sé que de un momento a otro dijo: "Samantha, nos mudaremos". Traté de refutar en ese momento, pero me dirigió una mirada tan fulminante que decidí que lo mejor era poner un cierre y un candado a mi pequeña boca para no soltar palabras que al final terminarían en una pelea entre madre e hija.

Y aquí estoy yo, terminando de empacar con cuidado en unas cajas las pequeñas pero valiosas jarras que mi madre guarda como una gran reliquia. Nunca entendí por qué siempre que trataba de coger alguna de ellas me daba un manotazo en las manos y decía: "Mirar y no tocar". Algo que siempre me ha llamado la atención es que cada jarrón tiene unos símbolos demasiado extraños, que se me hacen familiares. Sí, sé que es algo loco, pero siempre he sentido esa familiaridad con cada una de esas jarras que en total son tres.

Decido no ahondar en ese tema y termino de empacarlos con cuidado.

-Sam, ven aquí –escucho a mi madre llamarme y me dirijo hasta ella.

-Dígame, señora Lewis –muestro una sonrisa burlona.

- ¿Cuándo dejarás de hacer eso, ¿eh? –me dirige una mirada fulminante que hace que mi sonrisa se ensanche-. Me vas a sacar dolores de cabeza.

- Si, como digas, ahora dime.

-No me hables así, quería comentarte que se que esta mudanza es muy abrupta y espontanea, pero quiero que sepas que iremos a un lugar muy hermoso, la gente es amigable, todos se tienen respeto, son personas muy amorosas y son gente de confiar- hizo énfasis en la palabra amorosas.

- ¿A qué quieres llegar con eso madre?

-Quiero contarte algo que he estado guardando por un tiempo, quería posponerlo, pero ya no lo podre hacer.

- Ve al grano mamá- la miro esperando su respuesta.

-Hija, yo... estoy con alguien- suelta un suspiro pesado.

Mi cara no demuestra nada, sé que quiere una respuesta, pero solo estoy pensando y analizando la confesión, mi cara comienza a relajarse y mis labios le dan una sonrisa.

- Ah, eso, ya lo sabía, de hecho, presentía que lo que ibas a decirme era eso. - su cara en este momento es un poema, su boca pareciera que se le fuera a caer- mamá cierra la boca se te puede meter alguna mosca y sé que no quieres que una de ellas entre te plante su huevito y tengas hijos mosca, además no me agradaría la idea de tener hermanos mosca.

- ¿Cómo lo supiste?, es decir ¿Cuándo lo descubrirse? – su cara de incredulidad lo demuestra todo.

- Ay, mamá, todas las señales estaban claras. Tus salidas nocturnas, las notas diciendo que no volverías, esa vez que llegaste hecha un desastre en un auto negro a medianoche... vamos, era obvio.

- ¿Y no estas molesta?, es decir, entiendo que pueda ser una sorpresa- dice mientras masajea sus manos con nerviosismo.

-Mamá, pensaras que estoy enojada por esto, pero en realidad no lo estoy, eres una mujer muy hermosa y evitar que alguien se te acerque es imposible- le digo soltando una risita que ella no duda en acompañar- Se que soy celosa cuando de hombres se trata, pero si te hace feliz lucha por ese amor.

-Estaba preocupada como reaccionarias, pero veo que te e subestimado, mi niña ya es madura. - dice abrasándome a su pecho.

-Bueno madre, ¿cuéntame quien es ese hermoso galán? - le digo en una sonrisa cómplice.

Mi madre comienza a relatarme como se conocieron, el brillo en sus ojos es tan impresionante que me da gusto ver que aquel hombre misterioso le saca sonrisa y risitas bobas al hablar.

(...)

El claxon de un camión se escucha en el exterior, salgo de mi habitación y bajo las escaleras en el camino encuentro a mamá llevando algunas cajas afuera de la casa.

Termino de llevar las cajas faltantes al camión y me dirijo a mi madre.

-Bueno hija ya es hora de partir- me dice con una sonrisa

Entro a casa y me dirijo al cuarto donde tuve buenos recuerdos que solo quedaran en mi mente, así como viejos recuerdos que alegraron mi vida. Una lagrima baja por mi mejilla y sonrío, porque sé que, así como tuve buenos recuerdos aquí los tendré allí en aquel pueblo.

Recojo mi mochila y cierro la puerta de mi habitación, bajo y mamá me espera en el carro, antes de ir hacia ella cierra la puerta de la casa con llave y corro hacia ella.

-Próxima parada Whispering Woods- dice mamá y el auto arranca dejando la casa atrás.

(...)

Seis horas pasan y no hemos llegado mis piernas piden que las estire, el dolor en mis nalgas es insoportable y las ganas de ir al baño se intensifican así que le pido a mi madre que pare en la siguiente gasolinera donde según veo en el mapa hay una cafetería y otros almacenes.

Salgo del auto y miro hacia arriba donde el cielo esta triste las nubes están grises y el olor a lluvia impregna mi nariz, así como el aire que agita mi cabello volviéndolo una maraña.

-Sam iré a llenar el auto ve y compra algunas cosas allí- señala donde están los pequeños almacenes.

Me dirijo a la cafetería donde pregunto si me podrían prestar el baño y me señalan que es al fondo ala derecha (lo habitual), entro hago mis necesidades y salgo a comprar un panecillos y capuchinos.

El chico que me atiende es un moreno de ojos café, alto podría decir que mide unos 1.75, me sonríe y su sonrisa es tan blanca que me recorren las ganas de preguntarle donde se hizo la dentadura.

-Hola ¿Qué necesita? - dice el moreno.

-Hola, quiero 10 panecillos y dos capuchinos por favor- le digo con una sonrisa.

-En un momento le entrego su pedido- se va.

Comienzo a detallar la cafetería, esta construida como en estilo cabaña y las luces color amarillo pálido le da un ambiente cálido, miro la ventana y veo que a comenzado a llover.