Ramé

21; Bambi

Esᴛᴀ́ sᴏɴᴀɴᴅᴏ Dᴜᴀ Lɪᴘᴀ ﹣ Bʀᴇᴀᴋ ᴍʏ ʜᴇᴀʀᴛ

Martes 5:08 pm

 

Miro a mi hermana con la mascarilla blanca puesta y sé que yo no luzco mejor que ella. Tenemos la tarde libre y hemos aprovechado para cuidar un poco nuestra piel.

Cuando fuimos a la ciudad, aprovechamos para comprar todo lo necesario para hacernos una limpieza facial. Tenemos un pequeño ventilador cerca de nosotras y mi hermana lee un libro mientras yo estoy con mi teléfono viendo las fotos que nos hemos hecho durante estas semanas.

— Pasas mucho tiempo con leo.

Eso me coge de sorpresa y el móvil deja de tener toda mi atención. La miro con los ojos bien abiertos porque no sé a qué ha venido eso.

Hemos estado hablando de cosas sin importancias, como por ejemplo: dónde vamos a comer cuando volvamos a Kansas. Mi hermana se muere por una hamburguesa, yo por una pizza.

— ¿Qué?

— Con Leo —se sienta en la cama con los pies en ella

— Oh, es muy simpático. Nos llevamos muy bien —me apresuro a decir.

— ¿Y Diego no?

Frunzo mi ceño porque mi hermana está examinando cada palabra que estoy diciendo. Mi hermana tiene su pelo corto recogido en un pequeño moño y yo en una coleta alta para evitar que el pelo se nos llene de mascarilla. Sus ojos me miran, esperando una respuesta y sonrío.

— Diego también, pero supongo que tengo más afinidad con Leo —me encojo de hombros restándole importancia.

— Más afinidad con Leo... —Murmura.

— ¿Cómo está Asher? —Cambio de tema y dejo el móvil en la cama.

— Bien, está bien —ella sonríe juntando sus labios en una fina línea y alzo mi ceja.

Conozco a Barb, sé que quiere decirme algo pero no sabe cómo. Siempre nos contamos todo, pero yo he decidido no hacerlo esta vez y guardarme mi romance con Leo.

— Quiero a Asher.

— Lo sé.

— Pero me besé con Charlie en la playa.

— ¡¿Qué?! —Abro mis brazos y la miro con los ojos bien abiertos porque vaya, eso sí que no me lo esperaba.

— ¡Fue un error! —Se apresura a decirme— Había bebido y él es tan... No lo sé, no lo sé.

— ¿Por eso no has querido quedar hoy con ellos?

— Así es, aunque imagino que algún día tendré que verlo —hace una mueca—. No sé si contárselo a Asher, me siento muy culpable, ni siquiera puedo dormir.

Bueno, eso es totalmente mentira, mi hermana ronca todas las malditas noches. Duerme profundamente, como un bebé. Está mordiendo su labio inferior tan fuerte que creo que va a hacerse sangre. No sé lo que decirle, sinceramente, no soy buena en estos temas.

— Bueno, mientras no pase otra vez... Fue un beso tonto, ¿no?

— Sí, bueno, hubo lengua —ruedo los ojos—. Y fue caliente, malditamente caliente —la miro con una de mis cejas alzadas—. Nos metimos mano, eso también.

— ¡Bárbara!

— ¡Lo sé! Soy una mala persona —jadea—. Él confía en mí y yo lo he traicionado.

Oh, Oh... Se va a poner a llorar. Golpes en la puerta de la cabaña nos hacen mirar hacia ella y la cabeza de Diego aparece. Miro a Bárbara, que aguanta sus lágrimas y los gemelos entran en la cabaña.

— Pero... —Diego suelta una carcajada y Leo sonríe divertido— ¿Qué tenéis puesto en la cara?

— Se llama mascarilla, Diego. Sirve para purificar e hidratar la piel —le sonrío.

— ¿Quieres purificar e hidratar tu piel? —Mi hermana le enseña el bote y Diego mira a su hermano, negando con la cabeza.

— ¿Tienes algo mejor que hacer? —Le pregunta Leo acercándose a nuestras camas.

— ¿En serio?

— Los hombres también deben cuidarse —dice Bárbara.

Leo no es mu disimulado, viene directamente a mi cama y se sienta en ella, haciendo que Diego se siente en la de Bárbara. Mi hermana nos ha estado observando aunque yo haya creído que no.

— Se llama limpieza facial —explica Bárbara— y necesitáis una urgentemente.

Me pongo de rodillas en la cama y Leo se sienta mirando hacia mí. Bárbara tiene puesta música en su teléfono que llena el ambiente. Aplico en el rostro de Leo el desmaquillante y lo retiro con un algodón.

— ¿Qué era eso? —Pregunta.

— Desmaquillante.

— No voy maquillado.

Sonrío y Bárbara responde por mí. — Pero te quita la suciedad que tienes en el rostro. Ahora va el tónico.

Mi hermana me da el bote cuando termina e impregno el algodón del líquido para pasarlo por el rostro de Leo mientras una sonrisa se forma en mis labios. Sus labios se curvan un poco hacia arriba y no hace falta que sonría más porque me lo está diciendo todo con su mirada.

— ¿Y para qué sirve esto?

— Prepara el rostro para el tratamiento —digo.

Me gustaría ponerme más cómoda y pegar mi cuerpo al suyo, que él me tocara o incluso subirme a su regazo. Él hace que las mariposas revoloteen en mi estómago con solo una sonrisa.

No sé cómo es de bueno eso porque nunca he sentido esto por nadie y estoy un poco asustada. Asustada porque me estoy dejando llevar sabiendo el riesgo que puede suponer poner mi corazón en juego.

Siempre he oído que si estás enamorada, lo mejor es dejarse llevar y que suceda lo que suceda, pero no quiero pasarlo mal.

Paso el algodón por su rostro y lo dejo en la mesita de noche cuando termino. Cojo el bote del peeling y lo hecho sobre mis dedos mientras mi hermana lucha con Diego porque no le gusta el olor del tónico y no deja que le pase el algodón por la cara.

— ¿Y eso? ¿Para qué sirve?

Su voz es tan profunda que casi hace que me tiemblen las piernas. No puede mirarme de la forma en la que lo está haciendo en este momento porque no puedo besarlo, ni abrazarlo, ni tocarlo.

— Para conseguir una piel joven, hidratada y luminosa. También para el acné —doy con mi dedo en un pequeño granito que tiene en el lateral de la frente y él sonríe. Me alejo de él y sigo de rodillas en la cama. — Apoya tu cabeza en mi regazo —le digo—, es más cómodo si te lo aplico así.



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En el texto hay: comedia, romance, juveniladulto

Editado: 12.09.2021

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