Al fin, el sueño de mi infancia se cumpliría de una vez por todas. Mi carrera como biólogo marino comenzaba, exploraría parte del fondo del mar en un pequeño submarino de investigación.
La tripulación del barco es amigable pero algo extraña y lo entiendo, al mar debemos respetar si o sí. Las noches pasaban con velocidad y el día que exploraría se acercaba, alistaba mis cosas y me preparaba mentalmente para los seres que podría observar.
El submarino ya estaba listo para bajar y la tripulación ya estaba adentro, el capitán y yo.
Justo antes de bajar el capitán del barco nos llamó por la radio.
-Antes de que comience su corto viaje debemos rezar.
Toda la tripulación hizo caso a las palabras del
capitán, era como si supieran todas las amenazas que existen abajo.
-Dios, cubre nuestra tripulación con tu manto sagrado. Aleja a todo el mal que se cruce en nuestro camino, Bendito sea el mar y tu divina presencia, Amén.
Al hacer tal acción todos se mostraron serios y de un porte aterrador. Aquella feliz tripulación cambio su apariencia, ahora parecía que estuvieran a punto de ir a una guerra.
El submarino descendió, los rayos de sol aún se lograban ver adornando ese color azul claro, pero poco a poco se fue tornando de un inquietante color azul marino.
La luz ya era poca hasta el punto que no pudimos ver nuestras propias manos, el capitán encendió las luces interiores y exteriores. Algunos peces nadaban a nuestro alrededor, yo grababa y narraba todo lo que observaba.
Algunos peces extraños se podían observaban, era claro que estábamos a punto de llegar al límite que se nos impuso, observaba todo con alegría. Mi sueño se estaba cumpliendo, pero esto se amargaría.
Las luces exteriores se apagaron por un breve fallo, el capitán comenzó a arreglarlos.
- ¿cómo va todo haya abajo? -pregunto el capitán del barco-
-toda marcha bien, solo las luces exteriores fallaron, pero ya están siendo reparadas -dije-
Aquella calma fue interrumpida por un ruido muy extraño, era al canto de las ballenas, pero esta vez era más grave e imponente. El submarino se movió con violencia por unos segundos, podíamos sentir como algo se movía haya afuera y lo peor es que podíamos sentir su mirada.
-tal vez sea una ballena-dije con credulidad-
-una ballena no tiene esa fuerza y esa presencia... es como cuando un tiburón rodea tu barco... sientes ese extraño miedo...-dijo el contrario-
Llamaron de la radio nuevamente.
- ¿¡todo está bien haya abajo!?-grito el capitán-
-Si, nos encontramos con una ballena, las luces aún están siendo reparadas así que no tenemos visión-dije con claridad-
-es una alegría que se encuentren bien... el barco casi se vuelca acá arriba...-dijo con alivio-
Un silencio mortal invadió el lugar hasta que con una voz temblorosa hablo el capitán.
- ¿mencionaste una ballena?... hijo... eso no fue una ballena... deben salir en este preciso momento...
Mi piel se helo al escuchar la voz del capitán, aquella sensación de miedo se incrementó por millones. Casi como si fuera obra del destino las luces comenzaron a funcionar de nuevo, al fin pudimos ver lo que estaba haya afuera.
Con ambas manos sostuve la radio y hablé.
-Las luces funcionaron de nuevo... tenemos contacto visual...-mi voz temblaba-
- ¡Salgan ahora de ese puto lugar! -Grito con miedo-
Aquella enorme vestía me miraba a los ojos, su piel era negra y con toques grises, parecía que nunca acaba. Su ojo era mucho más gran que el barco, era completamente negro. Se miraba vacío como la nada y ese miedo nos invadió de nuevo, era como si mirara dentro de nosotros, como si lamiera nuestras almas y se burlara en nuestra cara. Nos dominaba con la mirada, mis labios temblaron con fuerza hasta que pude pronunciar algo.
-Leviatán...
Mi compañero comenzó a gritar, rasguñaba su cabeza hasta hacerla sangrar, pronto comenzó a rasguñar sus ojos hasta el punto de quedar casi sin ellos.
Con la poca fuerza de voluntad que me quedaba pude accionar los controles, mi sueño se convirtió en una pesadilla. La luz solar envolvió al submarino, pero esa oscura mirada aun nos seguía, la tripulación restante ayudo a subir al submarino y casi de inmediato pudimos salir del claustrofóbico submarino. Mi compañero aún seguía en un estado de locura, pero yo permanecía calmado, tratando de analizar lo que observe.
No hable durante meses, la tripulación no dejaba de preguntarme lo que había visto haya abajo, pero yo solo contestaba con una sola cosa "El fin"
No duermo hace días, esa horrible mirada aun me persigue. Pude ver el terror en persona aquel día, deje mi carrera y ahora solo logre vivir a base de seguros y limosnas. Mi vida se volvió miserable desde aquel día y mi mente se tornó inestable, una cuerda esta amarrada a mi delgado cuello en estos momentos.