Te encuentras en tu habitación, aún sigues durmiendo en aquel montón de telas viejas.
Una pequeña luz amenaza con meterse en tu ventana. El tiempo está por acabar, debes despertar. Te mueves de un lado al otro, tu respiración se nota agitada. Al final, terminas por abrir tus ojos de golpe.
Miras la sombría y pequeña habitación. Respiras, observas el vidrio. Bajas la cabeza, por tu mente pasa la advertencia que te dio mamá. Te pones de pie, hueles un pútrido olor, pero no es sangre.
«Este asqueroso debería bañarse», reniegas. Pones tu mano encima la espalda del otro arcano, la mueves sin cesar. Él reacciona, cambia de posición.
Insistes, tus dedos están tiesos por tanto molestar. No aguantan más. Te colocas firme, das un fuerte puntapié.
Lyse reacciona, se levanta, te mira extrañado por tu comportamiento.
—Hay que irnos ahora —adviertes.
Él hace muecas de malhumor. No tienes tiempo para ver sus quejas, le tomas de su brazo; le jalas sin tener consideración. Salen del cuarto, se detienen ambos, A continuación van hacia los escalones. Tú los bajas uno por uno, tu sudor es un gran delator.
El nórdico sigue sin descender, sus movimientos son de baja categoría. Rezongas interiormente.
«Ese maldito debe apurarse o ¡le haré bajar yo!», piensas.
Después una pequeña pero larga espera, tu compañero descendió por completo.
Decides no ver su rostro. Oyes unos ruidos, te desplazas veloz sospechando que ella está por venir. Sudas más de lo normal, encuentras el camino al portón principal demasiado lejos.
No piensas desistir, das pasos sigilosos, y sin perder la mirada de Lyse; quien denota confusión.
Casi llegas, hay algo que viene a por ti, puedes sentirlo; tu cuerpo lo demuestra mientras reacciona titubeas sin control.
Tomas a Lyse con un movimiento brusco, después le explicarás. Entre los dos provocan un considerable ruido con sus pasos.
Has llegado a la puerta, para ti es todo o nada. Agarras al otro arcano, haces uso de tu escasa fuerza lanzándole al terreo piso.
Cierras el portón, según tú, el aire por tus alrededores es pesado. Sin embargo, lo aguantas.
Ves que él se puso firme. Es el momento ideal de arreglar cuentas, mas desistes.
Caminas dejando atrás aquel cuchitril, te alcanzan. Tú arqueas las cejas y brindas un pequeño gruñido.
— ¿A dónde vamos? —interroga al colocar una mano sobre tu hombro.
—Con los otros arcanos. Hay que regresar a la reunión, ellos no tomarán la decisión si no estamos nosotros.
— ¿Eh? Que rarito amaneciste hoy, tu comportamiento me recordó al de Loki Voldskamp —farfulla entre risas.
—Que te importa, sigo sin saber cómo llego a soportarte. Espero que Enitan te dé los golpes que necesitas para dejar tus fastidios.
Y es de esa manera que decides volver al punto en el cual te encontrabas inicialmente: en la reunión.
Bien sabes que en cualquier momento, podrías tener una invitación especial, y acabar de nuevo en la fiesta del fervor rojo con todos aquellos vampiros.
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Editado: 17.07.2018