Raza Valiente

Capítulo XVII

Dafer

La ventisca se volvió más fuerte dentro del salón y la tierra comenzó a temblar también – ¿¡Qué está sucediendo!? – exclamó Salazar, entonces vi a Diana levantarse del suelo y comenzó a caminar hacia el rey por el medio de la tormenta, había algo extraño en ella, por su mirada parecía estar en algún tipo de trance, como si no tuviera control sobre los movimientos de su cuerpo, levantó su mano en dirección a Umbolrt, y me alarmé porque sabía que lo lastimaría con sus poderes, comencé a avanzar hacia ella gritando su nombre, pero se me hacía difícil, el viento era muy fuerte. El rey la observó confundido

  • ¿Qué estás haciendo Diana? – preguntó encarándola –
  • ¡Diana! – exclamé y esta giró su rostro hacia mí con una mirada inexpresiva – ¡Tienes que detenerte, esta no eres tú! – Me acerqué aún más a ella, tomé su mano con la que amenazaba al rey y la llevé a mi pecho – Recuerda, debes tomar el control, no dejes que tus emociones te invadan – Dije mirándola a sus ojos que comenzaron a llenarse de lágrimas y la abracé – Sé que estás escuchándome – susurré en su oído – 
  • Tengo miedo, ayúdame por favor – Dijo y entonces la tormenta y los temblores de tierra cesaron, su cuerpo se debilitó y se agarró de mi cuello para no caer – Gor… tienes que…
  • Gor estará bien, no te preocupes por él ahora
  • No – Dijo soltándome – ¿Qué va a hacer con mi amigo? – preguntó al rey – 
  • Será expulsado del castillo y devuelto a la aldea – respondió mi hermano, Salazar levantó a Gor del suelo y se lo llevó – 
  • Entonces yo volveré con él – Dijo Diana – 
  • Me temo que eso no es posible querida – Dijo Umbolrt – 
  • ¿Por qué no puedo volver a mi hogar? Pensé que podría regresar cuando quisiera
  • Por lo que vi ahora, tus poderes están completamente descontrolados, estuviste a punto de atacarme y eres una amenaza para Digglespo
  • ¡No soy una amenaza para Digglespo! – Diana levantó el tono – ¡No me puede prohibir salir del castillo!
  • Sí puedo prohibirlo – respondió el rey acercándose a ella – Si intentas marcharte te enviaré a los calabozos hasta que puedas controlar tus poderes, tú decides
  • Diana, será mejor que obedezcas – Dije al ver que estaba furiosa y ella se marchó del salón – 

 

Silvia 

Estaba tumbada en la cama del calabozo cuando vi a dos elfos oscuros entrar, ambos guardias sujetaron mis brazos y me sacaron a la fuerza. Tenía miedo porque no sabía que sucedería conmigo. 

Me metieron en una habitación débilmente iluminada por las antorchas, ahí estaba la reina y Dorton, miré a mi alrededor los diversos artefactos de tortura y esto me asustó aún más – ¡Suéltenme! – exclamé intentando resistirme, pero sujetaron mis muñecas a dos cadenas que colgaban del techo – ¿¡Qué es lo que me harán!? – pregunté y la reina se colocó en frente de mí

  • Si dejas salir a mi hermana ahora, no tendremos que hacer esto – Sentí su aliento en mi rostro. Miré a Dorton que estaba callado en una esquina de la habitación con los brazos cruzados – 
  • ¡Ya dije que no puedo hacerlo, por favor créanme!
  • Bien – Dijo la reina tomando un látigo que le había traído uno de los guardias – No olvides que esta fue tu decisión 

 

La reina se paró detrás de mí y rasgó la espalda de mi vestido – ¡Dorton por favor, diles que no puedo traerla de vuelta! – exclamé desesperada y entonces sentí el primer latigazo que me hizo gritar de dolor – Tienen que... – El segundo impidió que continuara con mi frase. Cuando sentí el dolor del tercero y los demás, aunque fue difícil, acallé mis gemidos. Lo único en lo que podía pensar era que esto terminara, pero la reina parecía disfrutarlo. Conté cada uno de los golpes y ya me sentía débil, cuando iba por el número doscientos Dorton intervino

  • ¡Ya es suficiente! – exclamó y la reina bajó el látigo – Si pudiera traer a Katrina de vuelta ya lo hubiese hecho
  • Concuerdo contigo, creo que es suficiente por hoy, seguiremos mañana – respondió la reina – Eres una elfina fuerte – Me dijo – Has aguantado más que muchos prisioneros que han pasado por lo mismo – Lo único que hice cuando la escuché fue mirarla con ira – Y ninguno había tenido el valor de mirarme de la forma que lo estás haciendo ahora

 

Dorton zafó mis muñecas de las cadenas – ¿Puedes caminar? – preguntó y asentí con la cabeza, entonces me escoltó de vuelta al calabozo.

Diana

La noche era fría y lluviosa, estaba sentada en el suelo, recostada a la pared y abrazando mis piernas, escuchando el calmante sonido de las gotas de lluvia caer y chocar con el suelo. Era imposible detener las lágrimas acompañadas por los pensamientos de Silvia que estaba secuestrada, de Gor y del día de hoy. Alguien tocó la puerta y me devolvió a la realidad, no tenía idea de quién podría ser, me levanté lentamente para abrirla y vi a Dafer, él dio un paso adentro de la habitación

  • ¿Estabas llorando? – preguntó – 
  • No importa, estoy bien – Dije agachando la cabeza y me senté en la cama – 
  • No me gusta verte así – Dafer cerró la puerta y sentí sus pasos acercarse, se sentó a mi lado y pasó sus dedos por mis pómulos para secar las lágrimas que corrían – ¿Qué es lo que debo hacer para que dejes de llorar? – No pude apartar la mirada de sus ojos –
  • No puedes hacer nada – respondí – Todo lo que está pasando es terrible, me preocupa Silvia, no sé cómo está ahora, el rey le arrebató las alas a mi mejor amigo y ni siquiera puedo estar ahí para consolarlo y este colgante se está saliendo de control – Dije con serenidad y Dafer escuchó cada una de mis palabras – 
  • Debes tranquilizarte – Dijo con tono calmado – Es cierto que no sabemos que sucede con Silvia ahora, también me preocupa, pero sabemos que está con vida, Dorton no la dejaría morir, porque si no Katrina también moriría, Gor no tiene alas y es cierto, debe estar destrozado, pero estoy seguro de que comprende la razón por la que no estás ahí
  • ¿Y el colgante? – pregunté con una leve sonrisa, ya que estaba disminuyendo la magnitud a cada uno de mis problemas y realmente me tranquilizaba – 
  • El colgante – Dafer sonrió – Bueno el colgante, tiene una solución temporal – Dijo y lo quitó de mi cuello, nuestros rostros quedaron tan cerca y nuestros ojos no paraban de mirarse, jamás imaginé que alguien tan rudo como él podría ofrecer tanto afecto, aunque sea solo conmigo – 



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En el texto hay: secretos, magia, sobrenaturales

Editado: 15.01.2022

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