Razones peligrosas | Libro 3

8

El tiempo fue pasando.

Por desgracia, Eli no era el único con una jaqueca en estos últimos meses que pasaron mientras Bags sanaba; mamá no puede ver a Bags, papá ni qué decir y el sorpresivo matrimonio de mi hermano que no admitía a Bags como invitado, solo eran las cerezas del pastel de la desgracia de mi vida.

Ahora me encontraba en el pabellón central de la universidad, todos los alumnos de las carreras de ciencias fueron llamados, el rector había hecho acto de presencia como muy pocas veces lo hacía, al menos, para ofrecer un discurso de disculpas por el mal manejo de un profesor.

―En resumen, no podrán postular a ningún laboratorio hasta nuevo aviso, si insisten en arriesgarse, la universidad no se hará responsable por algún problema que surja, el profesor Cerapio Balconcillo subastó sus proyectos de tesis y nuestros abogados…

Las palabras del rector comenzaron a alejarse de mi realidad, eso no era bueno, tendría serios problemas si me arruinaban el proyecto por un asunto legal, tendría que llamar a Charlie, el abogado chupasangre de la familia.

Era el momento perfecto para que demostrara su valía.

―¡Margarita! ―Ver a Alison sonreír, me contagió― ¿Qué rayos está diciendo ese vejete?

Era bueno que con la noticia de que el adefesio había perdido el miembro por un balazo, la había devuelto a la vida. Eso y que su nombre estaba clasificado como testigo bajo protección.

―Estaremos en espera para las prácticas en laboratorios ―repetí en resumen―. Y nos quedamos sin proyecto de tesis hasta nuevo aviso.

Ella se encogió de hombros―. Felizmente, en la otra universidad podré iniciar un nuevo proyecto.

Alison no había preparado uno, gracias a la intervención del adefesio, ahora se trasladaba al extranjero con el estudiante de intercambio, de bachiller postularía como becada para su segunda carrera de tecnología médica.

―Pichoncita, Margaret.

Éste era el tío en cuestión, era amable, alto, cabellos castaños y ojos chocolate. No estaba nada mal en físico y había sido investigado a profundidad. Para mi tranquilidad el chico tenía muy buenas intenciones de su parte.

― ¿Vamos por un frappe? ―Él era adicto a esos batidos.

―Greg, hoy tenemos una reunión de chicas más tarde.

No sé en qué momento esos dos iniciaron algo serio, me ruboricé al notar el anillo de compromiso en el dedo de mi amiga.

―Entonces dormiré solito.

El que Alison le propinara un cocacho en la cabeza me dijo que no era la única agresiva, aunque Greg parecía divertirse por ello.

Transcurrieron un par de semanas más en las que ya no me volví a acercar a la casa de Merri, eran demasiados asuntos familiares y después del asunto de la universidad, me sentí agobiada.

―¿Te veré más tarde, Margot? ―Ese era Bags tratando de seducirme, creo que tenía un problema de soledad.

―Como te dije, vería a las chicas hoy ―respondí animada; para variar, estábamos en el café donde Alison y Greg habían estado conmigo momentos antes.

―No vi a la tercer integrante ―dijo con genuina curiosidad, me encogí de hombros.

―No sé en qué anda ―Empecé a jugar con una servilleta― ¿No estarás haciendo nada raro? ―Lo miré atenta―. Andas escondiendo ese sexy penachito blanco. ―Sonreí perversa.

Él intentó sonreír, pero solo se veía como un psicópata―. Me estoy portando bien ―Eso esperaba― ¿Vamos a algún lado mañana? ―Antes de decir nada agregó―. Por la noche. ―Creo que se estaba emocionando demasiado.

―No ―respondí nerviosa. Me gané un abrazo de su parte y aproveché para acurrucarme.

―Ven a vivir conmigo. ―Para este sujeto eran suficientes dos semanas de citas ocasionales para hacer ese tipo de proposiciones―. Tienes tu habitación a tu disposición, como antes. ―Encima a la antigua, pervertido.

―Bags, no creo que sea el momento ―respondí, era muy rápido―. Además, tienes trabajo acumulado y estoy en finales. ―Creo que buscaré un trabajo y a un ginecólogo, este idiota es demasiada tentación en sí mismo, huele demasiado bien―. Aunque voy a necesitar tu laboratorio―. Sí, caeré en tentación en algún momento.

―Es todo tuyo ―Accedió sin pensarlo, sé que está maquinando algo.

Y sí, este psicópata tiene un mini laboratorio con todo lo que un científico loco podría necesitar. A excepción de material radioactivo.

Estuvimos en cómodo silencio por un buen rato, la suave música de fondo era especial, me recordaba a la playa y la respiración de Bags me relajaba, era una de esas ocasiones en las que deseabas que el tiempo se detuviera.

― ¿Vamos al cine mañana? ―Sonreí al ver que no se daría por vencido.

―Está bien ―acepté, supongo que no me ganaría muchos problemas si me escapaba―. Tendrás que recogerme en la esquina…

―En tu casa ―Me cortó él, yo lo fulminé con la mirada―. He tratado de conversar con tus padres. ―Eso era nuevo―. Disculparme.

¿No entendía que lo querían muerto?

―A mí no me dijeron nada ―admití, aunque quizás era porque no lo podían ver y no lo perdonaban aún.




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