Una suave brisa apenas movía el flequillo y ni se sentía en la frente caliente y sudorosa. No era de extrañar. El aire acondicionado había superado todos los plazos de uso posibles y era sorprendente que aún funcionara. Entregarlo para reciclaje sería lo ideal, pero ¿de dónde sacar dinero para uno nuevo? Sin él, en la habitación, aparte de la pantalla de la lámpara LED, no habría nada en qué fijarse. Solo plástico desnudo. Y los terapeutas dicen que ese entorno conduce a psicosis. Así que, que siga ahí...
Claro, podría, como hace la mayoría, imprimir por unas monedas un póster de pared con alguna belleza voluptuosa, pero, según la experiencia, esa decoración no les gusta mucho a las chicas de verdad. Las cuales, de vez en cuando, aparecen en mi hogar... Y para algo más decente, de nuevo, falta el dinero.
Sí... El problema de siempre. Que periódicamente resuelvo con éxito y que vuelve con la misma tenacidad de siempre. No debería ni mencionarlo, si no fuera por la necesidad de distraerse y dejar de pensar en comida.
Estaba acostado en el sofá, sin quitar la vista del pequeño cubo de concentrado alimenticio que yacía solitario en el plato en medio de la pequeña mesa plegable. Sentía un hambre impía.
No es que sea un glotón, aunque me gusta comer bien… ¿Y a quién no? ¿Hay alguien? No lo creo. Pero no se trata de eso. Mi organismo maltrecho necesitaba material de construcción. Las vendas curativas harán lo suyo, pero para una recuperación rápida y normal, especialmente el rápido crecimiento de huesos rotos, el cuerpo necesitaba todo tipo de proteínas, grasas, oligoelementos y otras sustancias cuyos nombres son difíciles de pronunciar, y mucho menos leer. Y no había de dónde sacarlos.
Sí, ciertamente conozco lugares donde por unas monedas sirven en un plato y llenan en un tazón todo lo que el alma desea, si está registrado en la base de datos del sintetizador. Con tal de tener suficiente dinero. Que hoy en particular no tengo. Porque perdí la pelea... Y aparentemente nada presagiaba la derrota. En los primeros cinco asaltos iba ganando con confianza, solo quedaba resistir tres más y la victoria estaba en el bolsillo, cuando el destino me jugó una mala pasada.
Girando bruscamente sobre la pierna de apoyo, sentí un desagradable crujido en el tobillo. Y de tal manera que un dolor ardiente recorrió mi cuerpo como una descarga eléctrica hasta el coxis. Y en adelante, todo estaba decidido.
Por supuesto, no me rendí. Aguanté con todas mis fuerzas, bloqueando y parando la mayoría de los golpes. Pero al perder movilidad, cada vez más no lograba esquivar o bloquear. Y lógicamente perdí. Pero eso no era lo peor. ¿Quién de los luchadores no ha mordido el polvo del ring? Pero esa caprichosa suerte me cruzó en esta pelea con Towm el Loco, a quien había hecho sangrar y dejado sin premios varias veces. Comprendiendo que yo, por decirlo suavemente, no estaba en mi mejor forma, Towm quiso vengarse por todas las peleas perdidas. Y estaba en su derecho —yo no me rendía… Claro, si hubiera sido otro en su lugar, uno más moderado, todo habría terminado no tan fatalmente, pero Towm hizo honor a su apodo y se desquitó conmigo al máximo…
Me sacaron de la arena medio muerto. Aunque, yo también logré romperle la nariz y la mandíbula, pero comparado con lo que él me hizo a mí —es una nimiedad que ni vale la pena mencionar. Las tribunas enloquecían con el crujido de los huesos…
Brr… Hasta da miedo recordarlo. Solo con pensarlo todo el cuerpo comienza a doler.
Sí, bueno, pasa. Ese destino tarde o temprano aguarda a cualquier luchador de puños, y no soy yo —quien puso en la arena a más de una docena de oponentes— para quejarme de que llegó mi momento de pagar. Como dicen, "quien avanza a ovejas, también lo lleva el lobo."
No tendría sentido hablar de esto, si no fuera porque los problemas nunca vienen solos, siempre traen más desgracias de la mano. El dinero… Maldito dinero no pudo acabar en peor momento. En realidad, fue culpa mía, porque contando con el premio por la victoria, los últimos días antes de la pelea literalmente derrochaba. Pasándola bien como si la vida se acabara… Mierda… Y cuántas veces me había dicho a mí mismo, que era hora de ser sensato, madurar… comenzar a ahorrar para los días difíciles… Tener una alcancía.
Sí… No en vano dicen que el camino al infierno está pavimentado con buenas intenciones.
Las buenas intenciones se quedaban en pensamientos, y la realidad eran fiestas, chicas alegres y gastos que superaban todos los ingresos.
Pues, ¿por qué negarse a uno mismo? A los veinticinco no es la edad para tomarse en serio la moderación y la vejez. Vive mientras eres joven. Luego al menos tendrás qué recordar. Además, la muerte por hambre en el Domo no amenaza a nadie. Trabajes o no, tengas dinero o no, una ración diaria en forma de concentrado de comida, suficiente para mantener al organismo en óptimas condiciones, está garantizada para cada ciudadano. Independientemente de la edad o el género. No sabe bien, claro, como a cartón, pero satisface. Al menos, sobrevivirás.
Pero esto es bajo condiciones y circunstancias normales. Es decir, cuando el organismo está en buen estado. El mío, para recuperarse, necesitaba una dieta reforzada. Así que no pude resistir… El primer día engullí comida de tres días. Y al siguiente también… Así que ahora miraba con anhelo el último bloque y pensaba en cómo sobrevivir con él otros cinco días. Hasta recibir el próximo paquete semanal.
No es que no hubiera opciones… Pero cada solución venía con una serie de problemas.
Lo primero que se me ocurría era arrastrarme hasta el módulo médico y donar varias punciones de médula espinal. Los médicos pagaban por ello no con generosidad, pero lo suficiente para comprar cinco o seis bloques. Pero, como dije, había un inconveniente. Y serio. El próximo combate —una causa legítima para faltar es solo la muerte. Y para ello necesitaba recuperarme al menos al ochenta por ciento. Y la punción ralentizaba significativamente este proceso. No soy médico, no puedo explicar las razones, pero es un hecho bien conocido. Así que, aunque tentador, esa opción estaba descartada.
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Editado: 24.09.2024